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“¿Qué es esto?”, pregunta David Murphy, el arquitecto interpretado por Woody Harrelson en una memorable escena de Propuesta indecente, mientras sostiene un ladrillo frente a sus alumnos. “Louis Kahn dijo: un ladrillo quiere ser algo importante”, continúa al mostrarles diapositivas de imponentes construcciones como las pirámides de Egipto, el Partenón de Atenas o el edificio Chrysler de Nueva York. “Un ladrillo quiere ser algo, es ambicioso -agrega-. Incluso un ladrillo común y ordinario quiere ser algo más de lo que es. Así debemos ser todos”.
Inspirado también en ese "deseo" de los objetos señalado por Kahn, uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX, Gaspar Libedinsky vuelve realidad el sueño de trapos, felpudos, escobillones, plumeros. En sus manos, elementos de uso doméstico se convierten en obras de arte que ya fueron exhibidas en la galería Praxis y en la vidriera de las parisinas Galerías Lafayette, decoran la casa de Marcelo Gallardo, director técnico del Club Atlético River Plate, y ocuparán en 2022 las salas del Museo Nacional de Arte Decorativo, como parte de una retrospectiva que estaba prevista para este año y fue postergada por la pandemia.
"¿Qué quiere el trapo? Para mí, claramente quería ser prenda. Y el escobillón, una pincelada. En ese sentido, hay una búsqueda de la revelación, y es ahí cuando el ejercicio se convierte en obra: cuando uno decodifica ese deseo intrínseco de los objetos de tener una vida más elevada. Los objetos marginales pasan a ser objetos de deseo, se produce una transformación de lo ordinario hacia lo extraordinario."
Su propia carrera es bastante extraordinaria. Formado en arquitectura en Londres, llegó a dar clases en Harvard y colaboró en la creación de la carrera de Diseño de la Universidad de San Andrés. Ganó la beca Kuitca/UTDT y trabajó en dos de los estudios de arquitectura más importantes del mundo: el de Rem Koolhaas (Rotterdam) y de Diller Scofidio + Renfro (Nueva York), responsable de la reciente ampliación del MoMA. Desde allí participó del proyecto del High Line de Manhattan, el parque público construido sobre vías de tren abandonadas que, seguramente, deseaban ser algo más que eso.
“A nivel filosófico, el trabajo del artista es la búsqueda de la verdad: material, técnica, conceptual, emocional -dice Libedinsky-. Yo puedo defender mis obras porque entiendo que fue revelado ese deseo, se encontró esa verdad. Serví como canal para dar un nuevo statu quo a los elementos que nos rodean”.