"Nací en esto y me crié en esto", responde Mencho Ferreyra, con una mano en la cintura y un codo sobre la pala, cuando Gabriel Baggio le pregunta por sus orígenes en el oficio. Ese diálogo que mantienen en medio del campo, mientras construyen bajo el sol una casa de adobe, quedará registrado en un video que participará del lanzamiento global de Bienalsur. Para cuando el trabajo haya terminado Mencho estará muerto, y el artista porteño habrá perdido a su maestro y amigo.
"Esa performance duró un año y medio, porque trabajábamos los viernes y los sábados. Primero con Mencho, que se enfermó en la mitad del proceso. Después con un discípulo suyo de Navarro, que aceptó seguir enseñándome", recuerda Baggio, interesado en los vínculos que se tejen al aprender saberes y oficios.
La tarea se tituló esa videoperformance, presentada hace tres años en la muestra Pensamiento salvaje en la Casa del Bicentenario. Es retomada ahora en Procesos de aprendizaje, exposición virtual en el sitio web del Centro Cultural Kirchner que está por convertirse en libro, y que coincide con otra en la galería Hache. Aquella primera vez fue convocado por Valeria González, con quien editó hace una década otra publicación, En busca del sentido perdido.
"Muchos artistas llegan a la edad de merecer una retrospectiva, y de incluir, en un mapa coherente, también azares o desaciertos -escribió entonces la actual secretaria de Patrimonio Cultural de la Nación-. Baggio, antes de cumplir sus treinta años, fue capaz de hacer una muestra prospectiva. De establecer su propio mundo relevante".
Las bases de ese mundo se construyeron en el taller de carpintería de su abuelo, mientras el futuro artista lo observaba fabricar utensilios de madera para que su mujer amasara las pastas. "La casa olía exactamente igual a los domingos de familia", dice Baggio en el citado libro, donde González rescata la muestra montada en 2002 en el hogar donde empezó todo. Sus primeras piezas de cerámica se exhibieron en el living y una fotoperformance en el dormitorio, mientras él ofrecía comida casera en la cocina.
Su carrera internacional, distinguida con importantes premios, siguió desde entonces un camino coherente: cocinó en el Malba en 2008, aprendió a tallar una flor en madera en Colección Fortabat durante la Bienal de Performance 2015 y tejió al año siguiente en el Centro Cultural Recoleta. "La creación está en todos los actos de la vida", opina en el ciclo Creadores.
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