Furor por Elvira Sastre, una rockstar de la poesía que logró suspender el tiempo
El sábado llenó el Teatro Ópera y esta tarde firma ejemplares de sus libros a los fans que se acerquen a Recoleta; escritores en escena, un nuevo fenómeno
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“Traje la lluvia a Buenos Aires sólo para que tengamos con qué cubrirnos”, adelantaba la poeta española Elvira Sastre en sus redes sociales horas antes del show. Ese fenómeno difícil de definir, que demuestra que la literatura puede admitir otros formatos, llenar teatros y estadios -de Alessandro Baricco en el Colón a Mariana Enriquez en el Coliseo-, y que Sastre viene explorando desde hace casi una década, se titula Yo no quiero ser recuerdo. La nueva propuesta escénica, que presentó en un teatro Ópera explotado de fans, es el resultado de la fusión de sus poemas con la música de su partner in crime, Manu Míguez. Exultantes, trescientas lectoras la esperan hoy, desde las 17, en la firma de ejemplares que realizará en la librería Cúspide de Recoleta: para eso sacaron número y se aseguraron un lugar en la cola que les garantiza el autógrafo.
La avenida Corrientes, esa “calle que arranca un suspiro en los desterrados de la ciudad”, escribía Roberto Arlt en una de sus Aguafuertes porteñas, estaba el sábado en su esplendor. La llovizna eleva la saturación de las luces de neón sobre filas de cuadras y cuadras enteras para entrar a teatros y pizzerías. La puerta del Ópera está colmada de mujeres, en su mayoría jóvenes, pero hay hijas y madres, nietas y abuelas, novias, amigas -algunos hombres, son contados-. Una de ellas tiene en su remera escrito el verso “la poesía jamás te olvidará”, del poema homónimo publicado por Sastre en 2013 en su blog Relocos y recuerdos, desde donde logró conquistar a una comunidad de lectores tal que llamó la atención de todo el mundo literario en español. Hoy tiene más de seiscientos mil seguidores en su cuenta de Instagram, donde comparte sus poemas y lecturas a diario.
La puesta de veladores y luces cálidas, plantas de interior y mesas de café recuerda a los conciertos Tiny Desk organizados por NPR Music (el servicio de radiodifusión pública de Estados Unidos) y pretende crear un ambiente íntimo. “Este es un lugar seguro para dejar fluir las emociones, elegir con cuáles quedarnos y buscarle entre todas un sentido”, dirá al comienzo la autora de los poemarios Baluarte (Valparaíso) y Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (Seix Barral). Sí, Elvira Sastre le habla a su público en femenino genérico porque el 80% de su audiencia son mujeres.
“Argentina es mi país”, declara antes de dedicarle el show a sus tías, que llegaron a verla desde La Plata. Sus lectoras la aplauden y más de una grita: “Te amo, Elvira”. Esta es la tercera visita de la muchacha de Segovia, de 30 años, que es boom de ventas: en 2018 se presentó en la sala Siranush -además de en Córdoba y Rosario- y, en 2019, fue invitada al Congreso de la Lengua junto con Joaquín Sabina. “Este país es el sitio en el que más he aprendido sobre feminismo. Quiero destacar que sois un ejemplo de sororidad, de lucha, de equipo de trabajo. En América Latina muere una mujer asesinada cada día, la violencia machista es una lacra asquerosa que sigue sucediendo”, dice y las luces se vuelven verdes para recitar “Somos mujeres”, poema que compuso luego de asistir a una marcha por el aborto legal en Buenos Aires. “Miradnos. Porque yo lo he visto en nuestros ojos, lo he visto cuando nos reconocemos humanas en esta selva que no siempre nos comprende pero que hemos conquistado. (…) Porque un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras. Y nosotras estamos aquí para despertaros y encender la mecha”.
Sastre agradece el silencio y la emoción del público: “os tengo en el corazón, somos todas la misma mujer”. Estamos frente a una rockstar de la poesía que sabe manejar el ritmo y los climas de su espectáculo. De impecable camisa blanca y pantalón negro, rapera y juglaresa, recita moviendo sus manos de forma entusiasta, pero suave. Al finalizar un poema/canción da directivas para el siguiente: pide detener el tiempo y encontrar, en el vaivén del mar, las respuestas. Anuncia que preparó un regalo e invita a la cantautora María Gutiérrez al escenario para cantar un tema “sin nombre” sobre lo incómodo de un pulgar esguinzado. Luego cuenta que esa tarde, en la sección de poesía de la librería El Ateneo, abrió un libro al azar y se encontró con el nombre de su abuela: “siempre pensé que la tinta acaricia el papel un poco más fuerte en los lugares señalados para quedarse”. Además de llorar (su abuela murió hace poco), compró el libro. Se trata del “Poema 15″ de la gran escritora argentina Tamara Kamenszain del libro Chicas en tiempos suspendidos (Eterna Cadencia).
Llega el turno de “País de poetas”, su poema de denuncia ante la inacción de las autoridades frente a la crisis y las injusticias. “Hoy a España le han dado una paliza (…) En la calle solo queda vivo un hambre feroz que aterra: el canibalismo de un capitalismo devorador. Quien dice defendernos nos acaricia y nos deja la cara llena de sangre”. Sastre eleva el tono y Míguez acompaña esa furia con su guitarra eléctrica y distorsiones en la voz.
“Vamos a ir terminando que mañana hay fútbol, qué país maravilloso”, dice fascinada. Entonces, una de las voces más leídas en la actualidad, premiada por la crítica y adorada por sus lectores, recibe una última ovación, de pie. Los fans saben que aún queda esta tarde una cita más en la ciudad. Después, Yo no quiero ser recuerdo tendrá más funciones en el Quality Espacio de la ciudad de Córdoba (este jueves) y en Rosario (el viernes, en la sala Lavardén), ambas con localidades agotadas.
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