Fue lo que siempre quería leer, escuchar y escribir
En los últimos años, durante su dificilísima enfermedad, que Ricardo Piglia manejó con una dignidad y un espíritu increíbles, como muchos otros yo sentí una combinación muy fuerte de tristeza e inspiración. Tristeza porque se nos iba -y en efecto se fue, todo termina, en fin- e inspiración por la cantidad -y la calidad- de su trabajo en esta última etapa. No sé ni siquiera si "escritura" es la palabra correcta, ya que hacia el final él "escribía" apenas con los ojos y con todo un equipo impresionante de ayudantes. Pero sé que la escritura de Piglia (como por años la voz de Piglia) es lo que siempre quería escuchar, y leer -y más, si soy honesto: lo que siempre quería escribir.
La traducción, recuerdo que dijo, es una tarea extraña, porque uno escribe todo un libro, es de uno, uno escribe esas palabras, pero al final pone el nombre de otro.
El primer libro que traduje es Nombre falso. Desde el principio, me gustó el juego con los nombres, la atribución, y la autoría. Desde entonces, me ha tocado traducir también La ciudad ausente y Blanco nocturno. Si la traducción es siempre, al menos en parte, una apropiación, al haber traducido estos libros de Piglia al inglés, y así yo apropiarme (un poquito) del inglés, y quizá también (un poquito) del castellano, es digno, espero, del proyecto de Nombre falso. Y que yo he tratado de seguir con Assumed Name.
Piglia lo ha dejado para un lector del porvenir. Yo agrego lo mismo, pero en otra lengua.
Lo voy a extrañar más de lo que sé decir.
Traductor al inglés de obras de Piglia
Sergio Waisman