Fridamanía: el fenómeno de una artista que es la antítesis de Warhol
Experta en arte latinoamericano, la curadora Mari Carmen Ramírez reflexiona sobre el proceso póstumo que llevó a la pintora mexicana a convertirse en una figura icónica; asegura que el uso mercantil de su legado “es algo que ella hubiera repudiado”
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“Frida era la antítesis de Warhol”, aclara, y asegura: “Lo que ha sucedido con su figura es algo que ella hubiera repudiado”. Mari Carmen Ramírez dice esto a LA NACION en el Malba, museo donde se exhibe Diego y yo, la pintura de la artista mexicana que marcó un récord para el arte latinoamericano al ser comprada en noviembre por Eduardo Costantini, y que ya atrajo a 35.000 personas en menos de un mes de exhibición.
No es la suma invertida en la obra ni este éxito de público lo que critica, sin embargo, la curadora de Arte Latinoamericano y directora fundadora del Centro Internacional para el Arte de las Américas (ICAA) en el Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH). Desde hace más de dos décadas lucha junto a su marido, Héctor Olea, contra los estereotipos que solían reducir el arte de la región al muralismo y al legado de Kahlo. También cuestiona la “Fridamanía” -una mercantilización de su obra y de su imagen- que provoca, entre otras cosas, la oferta de decenas de miles de productos en plataformas como Etsy o Amazon.
“Ese fenómeno empieza a fines de los años ‘80, principios de los ‘90 -señala la experta, de origen portorriqueño-. Yo lo ubico hasta el momento con todos los procesos que tienen que ver con el Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos, cuando todo lo que es mexicano se vuelve un éxito de mercado. Y Frida es parte de ese proceso, que se ha venido acentuando en los últimos treinta años. También porque una parte de su familia vendió los derechos, creó una marca. Y ha comercializado a Frida como mujer fuerte, como ejemplo para las niñas, ha abierto tiendas... Hay que tener en mente que ella al final de su vida dio una serie de entrevistas en las que afirmaba con mucha intensidad que no quería influenciar a nadie, que no quería ser un éxito comercial. Lo que ha sucedido con su figura es algo que ella hubiera repudiado. Porque siempre se opuso al capital, era una intelectual de izquierda que se identificó con las causas de la gente que estaba sufriendo”.
Es otro fenómeno paralelo el que a ella le interesa, y que inspira una investigación en marcha que aspira a convertirse en muestra itinerante: el de su figura y su legado rescatados por grupos artísticos y sociales, a los cuales se referirá mañana en una charla que ofrecerá en Malba. “Se convierte en lo que yo llamo una paradoja polivalente. En un símbolo; todos los grupos encuentran algo en ella para sus propias causas”, observa Ramírez al aclarar que su muestra no será una retrospectiva sobre Frida, sino sobre el papel que jugaron esos grupos en el proceso póstumo. “Frida no es un ícono, es una figura icónica, que se arma a pesar de sí misma –agrega-. No se propuso en vida ser lo que es hoy en día”.
¿Quién era Frida cuando murió, en 1954? “Nadie la conocía”, asegura la curadora. Entonces era apenas “la esposa de” Diego Rivera, una artista que no había creado escuela y había vendido pocas obras en solo tres muestras realizadas en galerías. Con una personalidad y una ideología muy fuertes, y un arte era poco convencional que no seguía los parámetros de las vanguardias sino que se inspiraba en elementos vernáculos, en exvotos y en pintura decimonónica. “Fue una intelectual, lo cual no se le reconoce -señala-. Creo que hay que rescatar esa dimensión de su figura”.
En las casi siete décadas transcurridas desde su muerte, Frida Kahlo se convirtió simplemente en “Frida”. Una figura tan inspiradora a nivel global que fue elegida por Google en 2018 para lanzar Caras de Frida, primera retrospectiva virtual de un artista del siglo XX. “Todo el mundo la conoce como si fuera su prima, su hermana –dice Ramírez-. Hay una intimidad que no ha logrado ninguna otra artista mujer. Incluso se podría argumentar que ya sobrepasó el nivel de conocimiento de artistas como Picasso, Van Gogh, íconos sociales como el Che Guevara, Malcolm X... Ella rebasó esos parámetros. Lo que yo me planteo es: ¿Cómo sucedió eso?”
Mucho tuvo que ver primero, según ella, la “bendición” otorgada por André Breton. Al declararla surrealista a su pesar, “le abre las puertas para su entrada al canon del arte moderno”. Dos décadas después de su muerte, llegarían los chicanos. “Son los primeros que introducen la figura de Frida en los Estados Unidos, a partir de 1975 –agrega la curadora-. Ellos se identifican con Frida porque la ven como una figura clave que reúne los aspectos de la identidad, y crean las estrategias visuales asociadas hoy con ella: destacar la uniceja, los accesorios, los bigotes, la indumentaria indígena.”
La figura de Frida, entonces, enlaza según ella el movimiento chicano “con las preocupaciones identitarias de la posrevolución en México, y también con la tradición indígena”. “Para mí el acierto de Frida, la contribución más grande que hizo fue desarrollar un discurso sobre la identidad que no tenía precedentes en ese momento. Ella logró expresar su condición de vida difícil a través de una iconografía de vida muy particular, muy única. Hay muchos otros artistas que trabajaron el tema, pero ninguno con la consistencia y la persistencia con la que ella lo hizo. Y eso es lo que ha resultado en que apele tanto a las nuevas generaciones”.
Se sumaron luego los neomexicanistas, movimiento surgido en los años 80 en México y encabezado por artistas como Nahúm B. Zenil, Julio Galán, Rocío Maldonado y Dulce María Núñez. “Se los asocia muchas veces con una nostalgia sobre los orígenes de la cultura mexicana, una vuelta a las raíces -aclara Ramírez-, cuando en realidad fueron un movimiento de contracultura que se planteó investigaciones, sobre todo, de género y de raza. Trataron de criticar el proceso esclerotizado del PRI y de la revolución instituida, y de buscar nuevas alternativas, nuevos caminos. Utilizaron el autorretrato igual que Frida, se apropiaron de las fuentes vernáculas del arte mexicano, de los exvotos, de los retablos, de la pintura al óleo”.
A su vez, por haber sido una figura “de género fluido” que tuvo con Rivera una relación poco convencional, fue también considerada como una figura inspiradora para mujeres, gays, trans y queers. Estos grupos, junto con los que se identifican con ella por su discapacidad, los chicanos, los latinos o latinx y los artistas contemporáneos, coinciden según la curadora en ver en Frida “algo de las causas que están enarbolando en estos momentos: están luchando por su identidad, por sus derechos. Y ella es la figura perfecta, que sirve de portabanderas para todos ellos”.
Para agendar:
Cómo se yergue el ícono Frida. Conferencia a cargo de Mari Carmen Ramírez, mañana, a las 19, en el auditorio del Malba, con inscripción previa. Se transmitirá en vivo por el canal de YouTube de Malba.
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