Francis Alÿs: “El arte es como un juego”
El trabajo con niños gana lugar en la obra del artista belga, que participará del ciclo La historia como rumor en el Malba
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“Algún tipo de respuesta épica”. Eso sintió Francis Alÿs, artista belga radicado en México, que requería la situación en Lima hace dos décadas. Durante su visita a una bienal, la capital peruana lo recibió con imágenes no muy distintas a las que se repitieron semanas atrás: también hubo enfrentamientos entonces, poco antes de que cayera el gobierno de Alberto Fujimori. Fue así que comenzó a idear una performance, junto al curador Cuauhtémoc Medina, que el Malba rescatará desde el lunes próximo en su ciclo virtual La historia como rumor.
Cuando la fe mueve montañas se tituló la acción que se concretaría el 11 de abril de 2002 en las afueras de la ciudad. Quinientos voluntarios con palas formaron una hilera al pie de una enorme duna y treparon por ella sin dejar de cavar; el movimiento de arena provocado por ese “peine humano” provocó el desplazamiento de la montaña unos diez centímetros respecto de su ubicación original. “Cuando llegamos arriba, vimos el mar a lo lejos. Y nos levantó el alma. Fue un momento de sublimación colectiva. Todos estuvimos convencidos de que habíamos movido una duna”, dijo Alÿs a LA NACION sobre ese hito que marcó el comienzo de sus obras grupales.
En los últimos años realizó varias con niños, con los que dice “colaborar” en piezas dirigidas por ellos. En No cruzarás el puente antes de llegar al río (2008), video que integró la muestra que el Malba le dedicó en 2015, formaron una fila sobre el agua del en el Estrecho de Gibraltar, con barcos de juguete realizados con sandalias de plástico. Y en su reciente película Sandlines, el cuento de la historia, recrearon el pasado de Irak. Una forma, según él, de abordar el arte de la manera que más lo inspira: como un juego.
-¿Qué te impulsa a emprender situaciones que parecen imposibles como mover una montaña, perseguir espejismos o acechar tornados? Es una especie de lucha de Don Quijote contra los molinos de viento.
-Creo que de eso se trata el arte, por eso estamos en este negocio tan absurdo. Todo lo que no se puede hacer en la vida real tratamos por lo menos de sugerirlo.
-Lo interesante de la acción en Lima fue el esfuerzo colectivo. ¿Creés que va a ser necesario para crear las nuevas estructuras de la pospandemia?
-Sí, es un buen punto. La manera en la cual nos aislamos, no sólo a nivel físico sino también emocional a raíz de esta pandemia, va a requerir una intensa terapia colectiva. Reaprender a lograr unir nuestros esfuerzos, deseos, ilusiones, en algo que trascienda esta experiencia tan particular. Es un fenómeno raro, porque por un lado nos ha forzado a aislarnos y a reducir nuestra burbuja social al mínimo, y por otro es un fenómeno global. No creo que las pandemias anteriores hayan abarcado tanto el planeta como esta. Tiene que ver con la evolución del planeta, en la que el concepto de frontera ha cambiado mucho. Lo que más me preocupa es cómo va a afectar nuestra conducta social, la manera de relacionarnos. Somos latinos, sabemos lo importante que es tocar, abrazar, la comunicación física. Va a ser raro reaprender, vencer esos miedos, esa sospecha que uno tiene hoy de su vecino.
-El tema de las migraciones y los conflictos limítrofes también ocupan un lugar central en tu trabajo. ¿Cómo pensás que va a afectar esto sobre la actual crisis de refugiados y los problemas fronterizos como los que existen entre México y Estados Unidos?
-En general se han reforzado las fronteras. Todo el concepto de movimiento en el planeta ha cambiado. Hay dos fenómenos paralelos: las restricciones que puso Trump entre México y Estados Unidos más el fenómeno de la pandemia, que hizo que el flujo entre los dos países se volviera todavía más difícil. Aunque entremos en una nueva era con Biden y la esperanza de que las cosas se van a volver a abrir, es más difícil cambiar las cosas ya establecidas. Siento que el planeta se está volviendo a cerrar más, en sus culturas, nacionalismos, fronteras físicas o culturales. Siento que mi generación ha fracasado. Esta imagen del mundo que quisimos proyectar y fomentar… El mundo se fue totalmente en la dirección opuesta. Eso no significa que vayamos a dejar de resistir y buscar la manera de que nuestros ideales, ilusiones, lleguen a algún tipo de realidad. Pero en los hechos, no es la dirección que está tomando el mundo en este momento. El momento en que hicimos Cuando la fe mueve montañas era de mucha esperanza.
-¿En qué sentido?
-De cambio social, político en Latinoamérica. En aquel momento estaba la ilusión de que las diferencias sociales iban a disminuir, los conceptos de democracia tenían todavía una cierta validez. Hoy en día la democracia como tal no funciona, y no tenemos una alternativa clara. Pienso en las grandes protestas que hubo en la última década, en Nueva York, Turquía, en México… Todas acabaron muriendo por falta de una propuesta sólida. No creas que soy experto en el tema, pero…
-Pero es un tema que está reflejado en tu obra.
-A mi manera.
-¿Cómo definirías esa manera?
-Extremadamente intuitiva. Muchas veces es una reacción emocional, algo muy inmediato. Lo de Lima es un buen ejemplo: la idea nació al tercer día de la visita. Tanto la producción como tratar de entender lo que abarcaba a nivel sociopolítico, poético, fue mucho más largo. Incluso en gran parte posterior. Pero cuando uno está en el proceso de producción creativo, no conviene analizar demasiado. Tenés que confiar en tu intuición y tus emociones.
-Pero en otras hay una investigación previa que después va cambiando en el terreno. Como ocurrió en la Patagonia con Historia de un desengaño, la obra exhibida en el Malba en 2006…
-Sí, en la Patagonia fueron varios episodios. La anécdota de la caza del ñandú por los tehuelches, que consistía en la persecución del animal a pie hasta agotarlo, me llevó a conocer la Patagonia y a encontrarme con los espejismos. Y de pronto encontrar la manera de materializar lo que estaba buscando. Pero nunca es un proceso lineal. Es una serie de rebotes y de ocurrencias diversas, que tienen mucho que ver con el lugar con que te encuentras.
-¿Con la energía del lugar?
-También con tu propia historia. La inercia de lo que estás jalando detrás. Es como un choque entre dos fuerzas, dos momentos, que hacen que de pronto se materialice algo.
-Y en el caso de Lima, ¿qué te llevó ahí? ¿No ibas con la idea previa de mover una montaña?
-No. En ese caso recuerdo que la situación, la intensidad del momento, el enojo, la frustración, me hicieron sentir que se necesitaba algún tipo de respuesta épica. Que a nivel meramente artístico o político no había manera de encontrar una respuesta, la respuesta tenía que entrar en el espacio alegórico y colectivo. Fue el primer proyecto que abarcaba mucha gente. Nunca había trabajado de este modo. En ese sentido, a nivel personal, el proyecto de Lima fue muy importante para mí. Algo pasa cuando reúnes a muchas personas y las llevas a hacer algo que es inútil y absurdo. Tan pronto acabó el proyecto quise hacer otros, y repetir esta emoción extraordinaria. Te puedo decir exactamente cuándo ocurrió: la subida fue la parte más difícil, un esfuerzo físico muy fuerte. Pero cuando llegamos arriba, vimos el mar a lo lejos. Y nos levantó el alma. Fue el momento de sublimación colectiva. Todos estuvimos convencidos de que habíamos movido una duna. Porque en los hechos es cierto. Sí se movió una duna, aunque sea por dos pasos de toda esa gente jalando un poquito de arena hasta el otro lado. Acabé muy adicto.
-¿Cuál fue la siguiente?
-Casi enseguida fue un proyecto colectivo con el MoMA, la procesión de las obras maestras cuando el museo se mudó a su sede temporal en Queens. Luego se mantuvo la mecánica de trabajar con otros. El año pasado hice mi primer largometraje en Irak con unos 50 niños. Hoy es menos común que haga una pieza solitaria que una colectiva.
-¿Por esa emoción de la que hablabas?
-Sí, y también por el poder que adquiere al involucrar a una comunidad. Hay dos momentos: el primero, el más importante, cuando la haces en la comunidad. Tu respuesta a un momento determinado de la historia. El otro es cuando el proyecto se exporta y adquiere una dimensión más universal. Otra vida, otro significado, al momento de ser presentado en otras culturas.
-¿Como en el caso de la obra de los chicos en el Estrecho de Gibraltar?
-Sí. Hubo antes un proyecto parecido entre Florida y La Habana que fue parecido, con los pescadores de ambos lados. Pero aquellos proyectos marcaron un poco mi desilusión con el mundo adulto, por la manera en que trataron de manipularlos con fines personales o de política local. A partir de ahí siempre trabajé con niños. Es lo mejor que me pudo haber pasado, es maravilloso.
"Los niños son tan generosos, espontáneos, auténticos. Siempre y cuando logres armar una situación en la cual se diviertan y sientan que ellos son los que dirigen."
Francis Alÿs
-¿Por qué?
-Los niños son tan generosos, espontáneos, auténticos. Siempre y cuando logres armar una situación en la cual se diviertan y sientan que ellos son los que dirigen.
-¿Son cocreadores?
-Más que cocreadores, son los que mandan. Si no se divierten boicotean, sabotean el escenario. Tú te la pasas adaptándote a lo que a ellos les va a gustar, los va a hacer reír. Son mucho más creativos de lo que te esperas. Tu eres nomás como la chispa. Y eso es fantástico. Siempre es una experiencia muy grata, como de renacimiento. En parte también porque no hay reglas. Siempre tienes que reinventarte, es un desafío.
-¿En qué estás trabajando en este momento?
-Estoy cerrando los proyectos de Irak, donde trabajé cinco años. Entre otras cosas hice una película que presenté en festivales, donde también hay dunas y niños trazando líneas en dunas. Trata sobre un siglo de historia iraquí, recreado por niños de un pueblito cerca de Mosul. Acumulé mucho material, y la pandemia abrió un paréntesis que me permitió procesar toda esta información. También estuve filmando juegos de niños, el mes pasado en Hong Kong.
-¿Por qué te interesan los juegos de niños?
-Son mi fuente de inspiración principal. La mecánica de los juegos es muy parecida a la de mis proyectos colectivos. Establecer las reglas del juego y dejar que se desarrolle a su manera. Donde me lleva, me lleva. Los juegos de niños siempre han sido importantes para mí. Más ahora que estoy trabajando con niños, colaborando con ellos más bien, en mis proyectos.
-¿O sea que el arte es como un juego para vos?
-Sí, totalmente. Necesito divertirme tanto como los demás. Me importa mucho que no sea demasiado serio, que haya una parte de ironía y de parodia.
Para agendar:
Conferencia inaugural de Francis Alÿs, Cuando la fe mueve montañas, en el ciclo La historia como rumor del Malba. El 21 de diciembre a las 18, con Francis Alys y Cuauhtémoc Medina. Modera: Sharon Lerner. Se transmite por el canal de YouTube del museo.