Referentes de distintas generaciones y estilos coinciden en el registro de un momento único
¿Quién puede pensar que una situación como esta puede ser inmune a la creatividad? En la era de la imagen, una pandemia se ve retratada hasta el cansancio, viralizada, detallada en forma minuciosa y hasta microscópica. Llegamos a ver la temeraria imagen del virus con su forma de corona, tan real como las numerosas formas de la naturaleza, donde podemos encontrar flores y frutos de árboles realmente parecidos.
La creatividad es lo más parecido a este virus, estoy seguro. Anda por todos lados, no se ve, puede tocarte o no. Por eso nos interesó investigar en qué andaban algunos de los fotógrafos argentinos, reconocidos por sus obras en diferentes ambientes y vinculados con una producción personal que va más allá de lo documental o introspectivo.
Así fue como pudimos editar un pequeño panorama, donde se confirma que una situación como la actual es indiscutiblemente inspiradora. Ya sea como forma de desahogo, como disparador creativo, como registro histórico o simplemente por la necesidad de fotografiar para vivir.
En estas imágenes queda reflejada la diversidad de estilos, de técnicas y de conexión con la angustia y otras sensaciones que afloran durante la situación de encierro. Llama mucho la atención la variedad de miradas, que seguramente tengan que ver con lo generacional.
Con su Ceferino con barbijo,Marcos López interviene iconos de la cultura tradicional argentina y fotografías antiguas, mientras prepara un libro con textos escritos durante la cuarentena que fueron publicados por The New York Times.
Jade Sivori, en cambio, refleja un mundo idílico: desde la chacra de sus padres se respira una suerte de paz "posthippie" que da envidia y tranquilidad, como todas sus fotos de los bosques patagónicos.
El atractivo hermetismo de Eduardo Gil, que apela a la historia y se inspira en el "destierro dentro de uno mismo" de Lobsang Espinoza, contrasta con la frescura e intimidad de Nora Lezano. Recluida en su casa de Martínez junto a su perro, busca un relax solitario después de años de compartir escenarios con todo el mundo rocker vernáculo y giras cargadas de historias. Vera Rosemberg hace lo propio muy cerca, refugiada por su hermana en Vicente López, apenas cuatro meses después haber tenido a su primer hijo.
Eugenio Mazzinghi me sorprendió gratamente: saliéndose de sus grandes retratos, buscó escapar de la pandemia en un mundo azul y misterioso, casi de terror, con el manejo de la sutileza y la belleza que caracterizan sus imágenes.
En la terraza de su centenaria casa en Recoleta, Dani Yako camina sin parar y se autorretrata con el único rollo de película que tenía disponible cuando comenzó el encierro.
"¿Dónde hacen cuarentena hoy los miles que dormían en la calle? Porque para hacerla hace falta tener dónde", se pregunta Marcos Zimmermann, que durante años viajó por el país retratando a sus habitantes para su libro Argentinos.
"La casa es un cuerpo de imágenes que dan al hombre razones o ilusiones de estabilidad", reflexiona desde Monte Grande David Fernández, experto en mostrar los rastros de vida humana en construcciones abandonadas.
Esto que pasa es único. Cualquier registro que quede es importante para la memoria. Ojalá se viralice también la creatividad, para que también lo recordemos a la distancia como un gran momento para la fotografía en el mundo.
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