Formales rigores de un artista informal
A quince años del fallecimiento de Kenneth Kemble, Malba refleja la intensa trayectoria de este artista en una exposición antológica que incluye sus collages más conocidos
Era hora del deseado retorno de Kenneth Kemble a los escenarios mayores del arte argentino. Cabe felicitar a los responsables del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) por esta realización iniciada y gestionada por Marcelo Pacheco, responsable también de la muestra de Kemble en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, en 1998. Es decir, dos años después de la muerte del artista, nacido en Buenos Aires en 1923.
Era imposible no rendirse a su elegancia y apostura con ribetes de arrogancia insolente. Acodado al mostrador del Augustus, hacía cisco de colegas y, con íntima complacencia, de críticos y teóricos. Nadie quedaba indemne. Pero argumentaba con vitriólica consistencia, muy difícil de rebatir en tan alto rango. Y el respaldo de oro era su trayectoria, la enjundia de su obra. Se decía hijo y deudor de la libertad, ambas ganadas con férrea autoexigencia.
Fue alumno en Buenos Aires de Raúl Russo y de Rafael Oneto. En París estudió con André Lhote y Ossip Zadkine, cursó la Académie Ranson y frecuentó el batiburrillo gestante de la bohemia en la Grand Chaumière. Vaya rigores dispares y complementarios para el disidente ácrata, antes que informal.
Kemble sorbía l’air du temps. Y lo procesaba a tenor de sus convicciones, personalidad, talento y caletre. Su primer ariete libertario está registrado en la muestra de Malba por las obras tempranas realizadas en Buenos Aires a su regreso, en 1956. Esos collages de magnífica disidencia incorporaban materias insólitas, tildadas de innobles. Harapos, trapos rejillas, cortezas, metales oxidados sobre soportes como el hardboard, indúctil, práctico y proletario. Para Kemble significaba el valor expresivo de la materia, su textura y comportamiento ante otras, disímiles.
Todo era posible en el registro poético de Kenneth Kemble Smith, tal como se presentaba en la década de 1960. Era fatal que concurriera en el Movimiento Informalista, codo a codo con Luis Wells, Enrique Barilari, Silvia Torras, Jorge López Anaya, Jorge Roiger, Antonio Seguí, cómplices necesarios de las muestras en la mítica galería Lirolay.
En Kemble actuaba un obrador mixturero. Convivirían el grafismo gestual de Pierre Soulages e Yves Klein con las delicias cromáticas y matéricas de Russo, los acentos salpicados de Willem de Konning… No son apropiaciones sino latidos afines, como los que estableció con el italiano Burri.
El ambiente artístico argentino no digirió su extraña mixtura de rigor y disidencia. Lo acompañaron Hugo Parpagnoli, Jorge Romero Brest, Cayetano Córdova Iturburu, Rafael Squirru, Jorge López Anaya y, más tarde, Raúl Santana.
Kemble no sentaba sus reales sobre los merecidos laureles. Afirmaba la necesidad de la renovación constante, del rescate del absurdo que él refería a la cantera de Dadá y los proto surrealistas. En la muestra de Malba se asiste a estos tránsitos de profunda coherencia y epidérmica variedad.
Kemble iba al núcleo perceptual. Llegó a desgarrar manualmente papeles para establecer diálogos de formas y convocaciones cromáticas y texturales. O se atuvo a geometrías impecables y burlonas, acordes con su compromiso de rescate del absurdo.
Abría puertas hacia el futuro y el pasado. Recobró la pintura de Graham Allardice de Witt, su abuela escocesa (nacida en la India) y pintora que exhibió en París y en Buenos Aires (en Ruth Benzacar) desnudos femeninos muy atrevidos en su época y por condición femenina de la autora. Cerraba el círculo de su padre, Wilfred Kemble Smith (inglés), y de Olga Norma Witt, de apellido holandés y nacionalidad alemana. Sumó a la mixtura familiar su temprano casamiento con la estadounidense Terry Hanrahan.
Kemble fue aficionado al jazz y buen baterista. Un tempo que sostiene en los collages de papel, tanto en los cortados a mano (previo trazado a pincel con agua y suavemente separado, sin desgarrar la pulpa de papel noble) como en los trazados severos, geométricos, que recuerdan las prescripciones geométricas del cubismo. Aunque Kemble se inclinó antes a Georges Braque que a Picasso.
Adn kemble
Buenos Aires, 1923-1998
Fue uno de los artistas más radicales del Movimiento Informalista y del arte destructivo en la Argentina, además de docente y crítico de arte. Estudió con Raúl Russo y con André Lhote, entre otros. Vivió en París entre 1951 y 1954, cuando se mudó a Los Ángeles. En 1956 regresó a Buenos Aires. Realizó collages con papeles, trapos, maderas y chapas, materiales toscos y vulgares, ajenos a la práctica artística tradicional.
- Ficha: Kemble por Kemble en Malba (Avda. Figueroa Alcorta 3415), hasta el 2 de septiembre. Curadora invitada: Florencia Battiti