Fiodor Dostoievski: A 140 años años de la muerte del “profeta” ruso
El escritor ruso por antonomasia del siglo XIX, Fiodor Dostoievski, murió hace 140 años, en San Petersburgo, a los 59 años. En una carta que Friedrich Nietzsche le envió a Peter Gast en febrero de 1887, escribió: “¿Conoce a Dostoievski? Excepto Stendhal, nadie me ha causado tanto placer y sorpresa: un psicólogo, con el que yo me entiendo”. Al abrir un ejemplar de Memorias del subsuelo (1864) en una librería en Niza, el filósofo alemán se había topado con un espíritu afín al suyo. Para Jorge Luis Borges, la experiencia del descubrimiento de Dostoievski se asemejaba a las del mar y el amor. Para Albert Camus, “el verdadero profeta del siglo XIX no fue Karl Marx, sino Dostoievski”. En noviembre próximo, se cumplirán doscientos años del nacimiento de uno de los escritores más trascendentales de todas las épocas.
Huérfano de padre y madre muy joven, ingeniero, traductor de Balzac (Eugenia Grandet lo decidió a dedicarse a la narrativa), objeto de estudio de epileptólogos, aliado de “humillados y ofendidos” y conjurado contra el régimen zarista, con el tiempo Dostoievksi aceptó el consejo de uno de sus grandes maestros, Leon Tolstoi, y leyó los Evangelios y los libros de Confucio para apaciguar su ánimo y conciliar sus ideales socialistas con los cristianos. Luego de años de trabajos forzados en Siberia, adonde había sido enviado después del arresto por conspirar contra el zar Nicolás I, escribió la novela Recuerdos de la casa de los muertos (1862), con la que inauguró un ciclo de novelas que lo hicieron inmortal, como Los demonios (1872) y Los hermanos Karamázov (1880). “La naturaleza puede ser corregida, enmendada, pues de no ser así quedaríamos sepultados bajo los prejuicios -se lee en Crimen y castigo (1866)-. Sin eso no habría ni un solo gran hombre”.
En Problemas de la poética de Dostoievski, el ensayista ruso Mijail Bajtin destacó que “la pluralidad de voces y conciencias independientes e inconfundibles, la auténtica polifonía de voces autónomas, viene a ser, en efecto, la característica principal de las novelas de Dostoievski”. Para este autor, en sus cuentos y novelas la pluralidad de conciencias autónomas (de personajes y de narradores) se impone sobre la conciencia única del autor, “formando una unidad de un determinado acontecimiento y conservando su carácter inconfundible”. Un compatriota de Dostoievski, el escritor ruso Vladimir Nabokov, se propuso en cambio una tarea desmitificadora. “Quiero volver a insistir en que Dostoievski era más dramaturgo que novelista -se lee en Lecciones de literatura rusa-. Lo que sus novelas representan es una sucesión de escenas, de diálogos, de cuadros donde se reúne a todos los participantes, y con todos los trucos del teatro, como la scène à faire, la visita inesperada, el respiro cómico, etcétera. Si se las considera como novelas, sus obras se desmoronan; consideradas como obras de teatro, son demasiado largas y difusas, y están mal equilibradas”. Teatrales o no, varias de sus obras fueron adaptadas al cine, como Crimen y castigo, del director alemán Josef von Sternberg; El idiota, del japonés Akira Kurosawa; Noches blancas, del italiano Luchino Visconti; Los hermanos Karamázov, del estadounidense Richard Brooks; Los poseídos, del polaco Andrzej Wajda, y El jugador, del húngaro Karoly Makk.
Una sociedad dostoievskiana en la Argentina
“Hay dos referencias claras de la influencia de Dostoievski en la literatura argentina del siglo XX: la de Roberto Arlt en la primera mitad del siglo y la de Ernesto Sabato en la segunda mitad -puntualiza Alejandro Ariel González, sociólogo, traductor y presidente de la Sociedad Argentina Dostoievski (SAD), que reúne a especialistas e interesados en la obra del autor de El jugador y en la literatura y la lengua rusa-. Son dos escritores reconocidamente influidos por Dostoievski. Arlt toma más la impronta social, de marcado realismo, que intenta reflejar la realidad y mostrar a la gente en sus condiciones de vida habituales; dejar de contar historias de príncipes y de reyes y contar las historias de gente común, incluidos los marginales. Esa atmósfera de tugurios , tabernas, de lugares sórdidos, la hereda Arlt. En el caso de Sabato, un poco eso también, pero su influencia es más metafísica; las cuestiones filosóficas y religiosas que aparecen en la obra de Dostoievski, como la crítica a la modernidad y la razón”.
“Fue el pensador más lúcido del siglo XIX”, dice González. Para este investigador, cuya traducción de El doble (1846), publicada por Eterna Cadencia, ganó el Premio Lee Rusia en 2014, hay que recuperar a Dostoievksi como lo que fue: un escritor. “Recién en los últimos veinte años en el mundo hispanohablante se está intentando recuperar al Dostoievski escritor, que tiene un fino sentido del humor, una gran sensibilidad; en su obra hay cuestiones de estilo y de fraseo, del habla cotidiana de los rusos, las jergas; ahora hay mayor atención a eso. La crítica occidental hizo de Dostoievski un filósofo, un pensador, y se perdió de vista al escritor. Hay que ver qué hizo él con el idioma ruso”. En 2020, la editorial Barenhaus publicó sus traducciones de Un corazón débil (1848) y El señor Projarchin (1846), en un solo volumen, y Galerna lanzó Sueños de un hombre ridículo y otros cuentos (1877). “Hasta donde puedo, trato de forzar al castellano para reflejar mejor las características del original”.
La SAD se creó en 2015, y es la filial local de la International Dostoevsky Society (IDS), creada en 1971. En pocos años, se convirtió en una referencia latinoamericana de los estudios rusos y eslavos. González vivió nueve años en Rusia, hasta 2014, y allí trabó relación con académicos en San Petersburgo que lo motivaron a fundar la SAD en la Argentina. “Además de su obra, le damos cabida a todo lo que en el país tenga que ver con los estudios rusos y eslavos. En el país y en América Latina, excepto Cuba y Perú, no hay una tradición eslavísitica y rusística. La mayor referencia en el mundo hispanohablante es la Universidad de Granada, en España”. Además de la página web, con información sobre actividades y publicaciones, la SAD organiza las Jornadas de Estudios Eslavos cada dos años (en 2020, la pandemia frustró la tercera edición). “Creamos la revista virtual Eslavia, que se publica cada seis meses, con artículos de divulgación y académicos. Además la SAD es coeditora de la revista semestral Estudios Dostoievski, que ya lleva cuatro números”. Hasta el 31 de mayo, aquellos investigadores interesados en participar de los números conmemorativos por el 200º aniversario del nacimiento del escritor, pueden enviar sus contribuciones a la dirección de la revista (estudiosdostoievski@gmail.com).
Sobre la actualidad de Dostoievski, González destaca que el escritor, “como nadie en el siglo XIX”, reconoció el punto ciego de la civilización moderna y occidental tal como se la conoce. “Nadie como él planteó de manera tan radical los conflictos que iría a a travesar el sujeto moderno. En su obra, donde hay una búsqueda religiosa evidente, podemos encontrar claves fundamentales y fundacionales para pensarnos a nosotros mismos y a nuestra experiencia en la Tierra. En él hay una pregunta clave: ¿qué pasa si la humanidad decide vivir sin una referencia que esté por afuera de ella y que ocupe el lugar de lo sagrado, lo religioso y lo vinculante? ¿Es posible fundar un orden social, una identidad, una subjetividad, sin esa referencia a lo sagrado?”. Para Dostoievski, era imposible. ¿Y para nosotros, sus lectores?
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