Figuritas, ídolos y camisetas: cuando el arte cuenta la pasión por el fútbol
Más de cuarenta artistas argentinos de distintas generaciones reflejan la mística, los astros, los cuerpos y los espectros del deporte más popular en una muestra que se inaugura hoy en la Casa del Bicentenario
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Tres amigos del mundo del arte muy maradonianos se encontraron a llorar en el Obelisco el día en el que murió Diego Armando Maradona, hace justo dos años. Luego, siguieron los encuentros para ver partidos de fútbol, recordar al ídolo y pensar obras de arte que reflejaran esa otra pasión compartida: el juego de 90 minutos, los once jugadores y la pelota. Así armaron un atlas en la pared de figuras, fotos y recortes que se convirtió en la exposición Figuritas. Apariciones futboleras en el arte argentino, que inaugura esta tarde en la Casa Nacional del Bicentenario con murgas y clima de cancha. Los curadores Jesu Antuña, Joaquín Barrera y Marcos Krämer (aquellos tres amigos) rastrearon el fútbol en fotografías, instalaciones, pinturas, esculturas, site specific y videos de 44 artistas argentinos de distintas generaciones.
Si se llega hasta el segundo piso por ascensor, el ingreso es escalofriante: está marcado por la ausencia del Diez corporizada por dos artistas. Es la figurita que no está, y algo tiene que ver con los derechos de imagen. “Es el núcleo espectral, el duelo. Retomamos la idea de que Maradona es el ausente más presente de todos”, señala Barrera. Por un lado, el inglés Robert Davies hizo una abstracción de la foto del gol de la mano de Dios. Además, Mariana Tellería muestra por primera vez un video de 2020: el borrado de los jugadores en el video de la jugada de Barrilete Cósmico en el Mundial de México ‘86, en el relato legendario de Víctor Hugo Morales.
“Esta idea se activó viendo fútbol. Maradona estaba vivo cuando aparece, y nunca fue mi intención realizar un homenaje. Por eso, cuando Maradona muere, el proyecto también lo hace de alguna manera porque quiero evitar esa posibilidad. El video muestra una pelota que se mueve ‘sola’ en la cancha, presenta puramente la consecuencia, el resultado de la táctica, durante un partido y un relato emblemático”, dice la artista. La obra se llama Él, boceto para una obra inconclusa y tiene un largo epígrafe: borrador de un proyecto deliberadamente inconcluso, iniciado a principios de 2020 y abandonado el 25 de noviembre del mismo año con la muerte de Diego Armando Maradona. La secuencia de la voz y la pelota que se mueve sola es conmovedora, sobre todo en el festejo inmediato cuando la cámara busca ese fantasma fantástico.
En el grupo de chat Dieeego empezaron a compartir ejemplos de fútbol en el arte de los años 90 hacia acá, con tres intereses: por la atracción de sus objetos y colores, por la fuerza de sus historias o por su manera de condensar la trama social de una época. Intercambiaban figuritas que hoy, después de un año y medio de trabajo, lograron reunir en la muestra: Messi, por ejemplo, es un dibujo de Hernán Sansone, que imaginó una estatua del astro en acción sobre el pedestal del Monumento a los Españoles, emplazado en Av. Sarmiento y Av. del Libertador.
“En un país con una tradición futbolera muy grande no veíamos una consistencia en el tema. Detectamos que hay muy pocos artistas que trabajan el fútbol como tema. Por eso, la muestra se llama apariciones: las obras sobre fútbol son chispazos fantasmales en la producción de los artistas. Aparece una o dos en toda la producción”, explica Barrera.
Hay obras hechas especialmente para la muestra, como el tríptico Una tragedia de Martín Kazanietz, casi un mural donde la liturgia barrial está completa. Otra dialoga por la mística con La Piedad, obra que el artista Diego Figueroa ubica adentro de un arco. “El fútbol me fascina como deporte, pero también por la pasión, el dolor y el amor que despierta. Yo estaba haciendo covers de la historia del arte y murió un futbolista de una puñalada y se me ocurrió ponerlo en brazos de su madre en el arco. Esta es una de mis obras que más me gusta”, cuenta Figueroa.
Otra gran pintura hecha por encargo de los curadores es la copia de Club Atlético Nueva Chicago, de Antonio Berni (1937), de Laura Ojeda Bär, una artista que no trabaja con el tema fútbol, pero sí con la copia. “Es una obra clave, con la que necesitábamos contar. Se la compró el MoMA a Berni y nunca la exhibió. Laura la recreó a escala, pero le puso su sello”, explica Barrera. “Después de observarlo intensamente durante semanas en la pantalla de la computadora, mi respeto a Berni se incrementó muchísimo –cuenta la artista–. Es una obra súper compleja. La composición incluye el retrato psicológico de cada uno de los personajes. La naturaleza muerta tiene reminiscencias de Caravaggio. El paisaje, influencias de Cèzanne... el horizonte pampeano, junto a figuras geométricas abstractas; la paleta es de un rango enorme, de todos los colores imaginables, pero usados de una forma tan armónica que la sensación general es totalmente cohesiva”. Además del mural, la artista produjo una serie de pequeñas abstracciones que surgieron de la observación de combinaciones bellísimas de colores que encontró recorriendo el cuadro original milímetro a milímetro.
Las canchas de fútbol son de Alfredo Dufour (pasto sintético y botellas de agua) y de Mimí Laquidara (en el techo, recuerda la pintura de las canchas). Daniel Basso aporta la copa, Orejona, ganadora de un Premio Klemm 2020. Trinidad Metz Brea suma la copa del fútbol femenino, Gran Lesbiana, en impresión 3D. Hay pelotas con imitación de piel humana de Nicola Costantino, desinfladas de Mariana López y acuchilladas de Figueroa. Las banderas son de Sergio Avello y reflejan lo formal en el fútbol: dar todo por los colores. “Colores de las canchas, de las banderas, las camisetas”, señala Krämer.
Un banderín la tiene a Evita pateando un tiro libre, pintada por Fátima Pecci Carou. Los botines están amarrados entre sí por Charly Herrera. El asado después del partido es el famoso homenaje a la Última Cena, de Marcos López, hecho escultura por Gustavo Piñero. La Spika y el relato radial son retratados en pinturas de 1994 de Patricio Larrambebere.
Hay momentos icónicos, como las 180 camisetas pintadas por Rosana Fuertes. “Es una serie que ella continúa desde hace treinta años, que tiene más de 1500 imágenes”, señala Krämer. Momentos bizarros, como los autorretratos de futbolista de tapa de revista deportiva de Sebastián Gordín, la modelo que muestra un tailleur en medio de un partido (foto publicitaria de Boleslaw Senderowicz) y la videoperformance de Amalia Amoedo en la que lee la carta astral a todo el plantel de Racing.
Entre los maestros de la pintura está Julio Vanzo, con una obra emblemática de 1954 que es préstamo del Museo Castagnino de Rosario y es mural en la Avenida Pellegrini al 1500 de esa ciudad. “Es una obra central, de uno de los pocos artistas que tomaron el futbol como tema. Hay tres cuerpos entrelazados: el jugador de Newells, el de Rosario Central y el árbitro”, explica Barrera. Otras joyas son de Guillermo Roux, Futbolistas, una acuarela de 1983, y una rareza de Marta Minujín de 1977: una Marta gigante que usa al Monumental de bañera.
Una gran instalación de Marcia Schvartz aporta una mirada crítica a la figura del hincha y la política en el futbol de los 90. Recrea la vida de un barrabrava en su habitación, con todos los detalles: la colonia, las revistas, el televisor que maneja con un palo de escoba, los referentes del menemismo, Boquita... Pintura virtuosa hay también de dos artistas del conurbano, Emiliano Guerresi (mística y tragedias) y Julián Medina, con un relevamiento fotográfico de lo que sucede en canchas barriales, que después pasa a pintura. Malcon D’Stefano, Toti, da pinceladas de la sociabilidad en las canchas.
Las obras se organizan en tres núcleos: la tragedia, lo sagrado y la exacerbación de las pasiones; cruce entre la imagen del ídolo futbolístico y la construcción de la celebridad, la fama y el estrellato, y aspectos más físicos del deporte. Es probable que haya una parte dos. “Nos llegan reclamos y más gente que recuerda obras que podrían estar acá. Ese es el puntapié inicial de un intento por leer estas apariciones de acá en adelante”, dice Krämer. Como expresan en el texto de sala, la muestra es una propuesta desde las contradicciones de un deporte en cuyo centro luchan los sentimientos populares, los capitales económicos y las identificaciones culturales. “Son obras que hablan de futbol pero dan cuenta de una multitud de temáticas –señala Antuña–. El futbol, al final, es una excusa”.
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