Fernando Soto: “Volver sobre este tema es pasar por encima de la voluntad de Borges: hay que respetar su decisión”
El abogado de María Kodama habla sobre la repatriación de los restos del escritor, un asunto que volvió a cobrar actualidad a partir de un proyecto de los sobrinos nietos del autor de “Ficciones”
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“Volver ahora con este tema implica pasar por encima de su voluntad: hay que respetar la decisión de Borges”, dice el abogado Fernando Soto a LA NACION. “Este tema” es el pedido de los seis sobrinos nietos de Jorge Luis Borges, hijos de Miguel y Luis de Torre Borges, de repatriar los restos mortales del autor de Ficciones del cementerio ginebrino de Planpalais. El proyecto resurgió luego de una entrevista de LA NACION al escritor y periodista Osvaldo Ferrari, que declaró que Borges debería estar en Recoleta, donde descansan la madre del escritor, Leonor Acevedo; su hermana Norah Borges y su cuñado, Guillermo de Torre.
Soto recuerda que en el último testamento de Borges aparece una cláusula en la que el escritor lega a su única hermana su parte de la bóveda familiar. En ese mismo documento, al que LA NACION tuvo acceso, la beneficiaria principal del legado borgeano es la escritora María Kodama, mencionada como “mi buena amiga María Kodama”, que en varias oportunidades remarcó que Borges no había querido regresar al país tras su partida definitiva, en noviembre de 1985, meses antes de su muerte, el 14 de junio de 1986.
“María siempre se opuso rotundamente a los intentos de repatriación, como el de la diputada kirchnerista María Beatriz Lenz, en 2009, que fue repudiado incluso por algunos legisladores de su partido y debió ser retirado”, sostiene Soto. Ese proyecto había contado con el apoyo del presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Alejandro Vaccaro, que también ahora se manifestó a favor del pedido expresado por Mariana de Torre, hija de Miguel de Torre Borges, nieta de Norah Borges y sobrina nieta de Borges.
El abogado, que integra la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, intuye que los cinco sobrinos y herederos del legado Kodama-Borges (María Victoria, Mariana del Socorro, María Belén, Matías y Martín Kodama) “van a respetar la decisión de Borges, como lo hizo su tía”. LA NACION se comunicó con la presidenta de la Fundación Borges, la abogada María Victoria Kodama, para conocer su opinión sobre el pedido de repatriación de los restos de Borges por parte de los sobrinos nietos del escritor, pero aún no obtuvo respuesta.
Soto acaba de concluir un libro, provisoriamente titulado “Mi vida con Borges”, donde reúne diálogos suyos con Kodama. La publicación está prevista para abril o mayo de 2024 en uno de los sellos del grupo Penguin Random House, con el objetivo de presentarlo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “También quiero cumplir el sueño de María de que se traduzca al inglés y presentar el libro en Nueva York, donde se sentía tan querida”, dice. El 26 de marzo del año próximo se cumplirá un año de la muerte de Kodama.
“El que lo instigó fue el propio país”
Según anticipó Soto a LA NACION, uno de los capítulos del futuro libro se titula “Suiza. La decisión de no volver”, donde Kodama explica por qué Borges quiso morir y ser enterrado en el país donde había vivido con su familia en la juventud, de 1914 a 1919; además, se revela el deseo que tenía el escritor de convertirse en ciudadano suizo.
“Ya cuando estaba muy enfermo había comenzado las gestiones para hacerse ciudadano suizo, pero no llegó a completar los trámites -le dijo Kodama a su abogado-. En uno de sus cuentos dice que Ginebra era su patria”.
A continuación, reproducimos un fragmento del diálogo entre Kodama y Soto.
-Antes de emprender lo que constituyó su último viaje a Europa, ¿Conocías la decisión de Borges de no volver a la Argentina?
-En noviembre del año 1985 salimos de viaje a Europa porque Borges tenía una gira por Italia. El ya sabía que estaba enfermo, pero quería ir, y, como te dije, su médico lo autorizó. Una vez que terminó su gira por Italia me dijo que quería ir a Suiza. Me pareció muy normal, sabiendo cuánto quería a ese país, y entendí que deseaba despedirse de Suiza. La gira que Borges hizo por Italia fue espléndida y triunfal. Fue el último homenaje que recibió en vida como escritor y como persona. Allí pudo asistir a una retrospectiva en Milán de Johann Heinrich Füssli, que lo emocionó muchísimo porque era un artista plástico que él admiraba, sobre todo por su obra La pesadilla, que había podido apreciarla cuando veía, en su juventud. También estuvimos en la Opera de Milán y luego tuvo un encuentro con intelectuales de toda Europa y con Sandro Pertini, que había sido Presidente de Italia, además de una hermosa entrevista en la RAI y con el profesor universitario Riccardo Campa.
-¿Vos no te diste cuenta antes, no intuiste que Borges no quería volver?
-No, no. La verdad que no. La verdad es que no pensé en eso.
-[Alejandro] Vaccaro dice que después de un tiempo de haber viajado a Suiza lo llamó Miguel, uno de sus sobrinos y le dijo que lo iba a ir a buscar y Borges se enojó mucho, según Vaccaro, seguramente instigado por alguien que no quería que volviera con los suyos. Estando en Suiza, ¿alguien instigaba a Borges a no volver a Argentina?
-Mienten. Borges recibió el llamado de uno de los sobrinos, se enojó mucho y le dice algo terrible. Él le había enviado una carta documento a Borges acusándolo penalmente de haberlo injuriado. Cuando Borges salió de Buenos Aires, solo él sabía que no volvía y solo él conocía la determinación que él había tomado. Nadie lo instigó, el que lo instigó fue el propio país.
-¿Cómo te diste cuenta de que Borges no iba a volver a Buenos Aires?
-Porque él me lo dijo explícitamente cuando llegamos a Ginebra. En el mismo momento que llegamos al hotel, me pidió que tratara de buscar una casa o un departamento en la ciudad vieja de Ginebra, porque no volvíamos a Buenos Aires. Me dijo: “María, no volvemos a Buenos Aires”.
-¿Temías que Borges pudiera agravarse estando de viaje?
-Eso sí. Es lo que pensé cuando él me dijo “María, no volvemos”. Cuando él me dijo “no volvemos”, entonces yo pensé que él se sentía mal y que por eso quería quedarse. Hablé entonces con los editores y me dijeron que no había ningún problema para conseguir un avión sanitario si él quería volver. Esto lo comenté con su médico para que él se lo dijera, porque a mí ya me había dicho “no volvemos”. Por la noche, después de comer, me preguntó si yo había hablado con el médico, le dije que sí, me preguntó si podía saber sobre qué había hablado, le dije que sí y le expliqué la situación de la conversación con el editor. Entonces él, abrazándome, me dijo que, si yo lo quería como él sabía que yo lo quería, no podía desear ver su agonía convertida en un espectáculo empapelando las calles de la ciudad, como había sucedido con Ricardo Balbín, el eterno candidato de la oposición a Perón. Me dijo que quería morir normalmente, en su casa, como sus antepasados. Que quería morir conmigo, la persona que él quería, a su lado y sin ninguna nube de periodistas y de gente a su alrededor, que perturbaran ese momento que era trascendental en la vida de cualquier persona.
-¿Borges evaluó que su decisión de no volver al país podría herir a las personas que quería, o a su propia imagen en la Argentina?
-Yo le dije que, acá en la Argentina, iban a estar mal por su decisión. Él me contestó: “No tienen por qué estar mal porque a pesar de todo lo que sucedió en ese país, yo siempre estuve ahí. Yo siempre escribí en ese país y lo quiero muchísimo”, pero también me decía que él “era dueño de morir donde él quería” y de “morir como él quería”.
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