Fernando Noy, a los 70. “Si la memoria también es un músculo, yo ya tengo bíceps de acero”
Divo del under, poeta, recitador y memoria viva de la contracultura local, el autor de “Peregrinaciones profanas” será homenajeado por Fundación Andreani; hoy se estrena “Noy: ¡Viva la poesía viva!”, de Martín Wain
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Hoy será la noche de Noy. A las 22, como parte de la programación virtual de Fundación Andreani, se estrena en su canal de YouTube Noy: ¡Viva la poesía viva!, un video homenaje a Fernando Noy dirigido por Martín Wain. Poeta y narrador, hippie en San Salvador de Bahía, actor, productor musical, divo del under y quizás el único tropicalista de la Argentina, Noy festejó la semana pasada sus 70 años en la sede de la fundación en La Boca (aunque un mes después, porque nació el 17 de noviembre de 1951). El registro audiovisual de la celebración, en la que participaron varios amigos del homenajeado (como Daniel Melingo, Luis Ortega, Marlene Wayar, Katja Alemann y Susy Shock), también se proyectará en el tercer piso del edificio que diseñó Clorindo Testa.
“El video de Martín Wain aborda tantas décadas de poesía transitadas por mí -dice Noy a LA NACION-. Fue hecho en varias sesiones de grabación, siempre marcadas por alguna presencia mágica como cuando al erguir mi inmensa pila de viejos cuadernos, el viento, de pronto enloquecido, la hizo caer abruptamente, además de movilizar las hojas como si las estuviera leyendo, algo que al fin ya no nos sorprendía después de otras peripecias similares como una danza en trance”, cuenta. En el registro audiovisual del festejo aparecen artistas especialmente invitados como Laura Peralta, Mia Superstar, José Saluzzi, Daniel Maza, Piojo Zappia y Melingo, “con quien aprovechamos para evocar a nuestra gran cantante y amiga Diana Nylon, irradiada en vinilo por el DJ Cristian Trincado”, acota Noy. “Fue una verdadera fiesta que terminó religando carnavales y saraos de otros tiempos como un oasis otra vez recuperado, siempre tan necesario”. En 1975, Noy se exilió en San Salvador de Bahía y vivió varios años en una comunidad hippie (en una residencia abandonada por los Rolling Stone) y trabajó con artistas como Gal Costa, Caetano Veloso y su amada Maria Bethânia.
“La pandemia, a pesar de todo, resultó súper literaria, al viejo estilo que Albert Camus señalara: ‘Soledad, silencio y llama’ -revela el autor de Peregrinaciones profanas-. Me permitió ordenar un nuevo libro de poemas que ya envié a concurso, por lo cual debo evitar decir su nombre”. Noy también completó un volumen de trece cuentos. “Estaba yacente y pude ponerle el punto final con la invalorable colaboración de Karina Nisinman, ya que soy muy poco dotado con ciertos temas relacionados con la ‘infernética’. Escribo siempre a mano”.
¿Cómo llega Noy -también conocido como “la Noy”- a la séptima década de vida? “Setenta años que yo llamo balcones pero todos en flor, parodiando el poema de Baldomero, un admirado amigo de esta casa florida que es mi propio cuerpo; aunque con el más pleno humor lo contradiga por sentir que Cronos, en vez de peso me ha dado su beso de tiempo quién sabe por qué, pero es así -es su respuesta de largo aliento poético-. Lo pude comprobar y sigo agradeciendo este sino, destino, como más les guste llamarlo. Si la memoria también es un músculo, yo ya tengo bíceps de acero tras estas décadas fascinantes que aún con corazón de espejo, del más frágil cristal, de resplandores a fin de cuentas realmente innumerables, siguen por siempre intactas”.
Luego de regresar de Brasil en 1982, la cantante Mercedes Sosa le presentó a Noy al maestro Gustavo “Cuchi” Leguizamón y al Dúo Salteño. “De inmediato realicé la producción ejecutiva en el auditorio Bauen, titulada ‘Del tiempo en la música’, un ya casi mitológico ciclo con artistas invitados como Enrique Villegas, Dino Saluzzi, Raúl Barboza, Leda Valladares, Raúl Carnota, Suna Rocha, Oscar Cardozo Ocampo, Ollantay”. Con el Dúo Salteño, “giró” por provincias. “En 1984, también con Gustavo Leguizamón, esta vez junto a Chango Farías Gomez, Mono Insaurralde y su grupo, estrenamos en La Capilla Memorial de los cielos, un encuentro musical también inolvidable”.
A Noy lo siguen desde Cemento. Cuando se inauguró en 1985, estuvo presente, invitado por Katja Alemann y Omar Chabán. “En la fiesta alucinante de aquella noche se acercó a conversar conmigo un apolíneo joven -evoca-. Era Batato Barea para también invitarme a verlo con El Clú del Claun. Nos volvimos inseparables. Eso cambió mi vida. Al saber que había sido amigo de Alejandra Pizarnik, preguntaba cada detalle con asombro y veneración. Después introdujo algunos de mis poemas en sus ‘numeritos’. Con Batato, fuimos yendo y viniendo del Parakultural a diversos ‘espacios no convencionales’, actuando juntos. Él con lo suyo y yo cantando acompañado por músicos en vivo”. En 2001, Noy presentó su biografía coral Te lo juro por Batato.
En paralelo, dio a conocer sus primeros libros de poemas y luego comenzó a colaborar en el suplemento Soy de Página 12. Y saltó a la pantalla grande. “María Luisa Bemberg, Jorge Polaco y Luis Ortega me invitaron a participar en breves apariciones de Camila y Yo la peor de todas, La dama regresa y El ángel, respectivamente”, destaca. En 1998, Julio Suárez y Enrique Canellas dirigieron su primera comedia, Perlas quemadas, estrenada en la mítica Librería Gandhi. “Después sucedieron otros montajes de unipersonales poéticos que me permitieron ser miembro actual de Argentores”, dice.
Compuso letras de canciones para sus amigos Egle Martin, Paul Dourge y Fabiana Cantilo. “Eso me hizo miembro de Sadaic -bromea-. También realicé exposiciones con dibujos y shows de tango y poesía con Alba Toranzo en el Club del Vino y el Rojas”. Tradujo a la poeta brasileña Adélia Prado (”vino invitada por el Rojas como mi gran amiga uruguaya, nada menos que Marosa di Giorgio”). En 2014 salió su libro de cuentos eróticos, Sofoco; un año después, Historias del under, con los guiones del programa homónimo de Canal A, y en 2018, el poemario Peregrinaciones profanas.
¿Y actualmente? “Preparo para estrenar en Club Bebop un nuevo recital de poesía producido por Nisinman, con puesta de Cintia Pulido. También hay otra sorpresa con Melingo y con Rodolfo Palacios preparo Lástima que me doliera tanto, un formato ficcional muy diferente. Todo para el año próximo. Ojalá sea posible”.
El video homenaje tiene guion y dirección de Martín Wain y producción de María Aramburú. “Es un corto originalmente pensado para el tributo que le hizo Fundación Andreani, organizado por Juan Pablo Correa -dice Wain-. Pero fue creciendo el rumor de que es un documental, cuando en realidad es un video basado en su poesía y en él como recitador. Lo enfoqué así porque sus ‘peregrinaciones profanas’ son interminables y ya conocidas, en cambio su transitar de poeta tiene aún muchas bifurcaciones. Y porque sus reflexiones al respecto son hermosas”. El video será proyectado en el tercer piso de la fundación a partir de este sábado, junto con una detallada cronología elaborada por el crítico de arte Claudio Iglesias. También se exhibirán sus dibujos, rebautizados mágicamente como “dibrujos”, y un retrato hecho por el inolvidable Alejandro Kuropatwa.
“Metamorfosis ambulante, transmutante y pasajera, Fernando Noy es un creador -define Wain-. La poesía está en su cuerpo, en sus textos, que ya no son propios, sino de las multitudes, y en su memoria. Por veneración, recita. Por necesidad, escribe. Artista de mil aventuras, la poesía es para él pura salvación”. Trabajaron en Noy: ¡Viva la poesía viva!, Hernán Kacew y Julián Bongiovanni (cámaras), Hernán Kacew (edición), Lautaro Bastarreche e Iglesias (investigación), y colaboraron Guillermo Monteleone y Marina Bacher. A brindar por amor a Noy.
Para agendar
Noy: ¡Viva la poesía viva! Iba a abrir este sábado a las 17, pero se postergó por casos de Covid. Cierra en marzo de 2022. Se podrá ver en forma presencial de jueves a domingos, 12 a 19, en Fundación Andreani (avenida Pedro de Mendoza 1987). También se exhiben los dibujos hechos por Noy, Dibrujos.
Y un poema de Fernando Noy
Laberinto de fuego
Hay calles innombrables que prolongan palabras
y terminan en un punto de madera
Hay calles audazmente cortas deambuladas por
potros
que culminan en un punto de madera
Pero existe una calle
Solo una
Esa calle
Esa ínfima calle que es un punto de madera
enciende el fuego
en las otras
cuando tiemblan