Fernández Díaz, un periodista y autor popular en el sillón de Victoria Ocampo de la Academia
Casi por unanimidad se votó su ingreso anteayer; será un nuevo custodio de la lengua
En ese sillón donde Juan Bautista Alberdi soñaba con un gigante llamado Amapolas, allí donde Victoria Ocampo levantó la voz femenina por primera vez sobre un tema tan crucial, pronto se sentará un nuevo custodio de la lengua vernácula. Anteayer, durante su programa de radio, Jorge Fernández Díaz recibió una llamada que lo dejó sorprendido. Los miembros de la Academia Argentina de Letras (AAL) lo invitaban a integrar la institución tras una votación secreta donde su nombre resultó elegido casi por unanimidad. Tal como estipula el reglamento, el escritor y periodista luego formalizó por escrito su ingreso.
"¿Para qué quieren un periodista y un escritor popular en la Academia?", preguntó Fernández Díaz. "Justamente por eso: porque sos un periodista y escritor popular", le respondió un académico.
Vale una aclaración. El adjetivo "popular" no es peyorativo, sino que es el equivalente en castellano puro al anglicismo best seller. José Luis Moure, presidente de la AAL, confirmó a LA NACION la elección de Fernández Díaz, y advirtió: "Hay un concepto elitista y también equivocado con respecto a este tema. El éxito no se puede medir en materia de ventas, sino en función de la calidad. Góngora es exquisito, pero hoy casi ni se lee. Fernández Díaz tiene una gran obra narrativa, de excelente calidad, y un público que lo sigue con atención. Además es un periodista de fuste, muy cuidadoso con la lengua". Se cuela en la conversación el nombre del integrante de la Real Academia Española Arturo Pérez-Reverte, un perfil similar al de Fernández Díaz -además de que son grandes amigos-. Ambos periodistas experimentados, con una voz nítida sobre el presente de su país, pero sin descuidar el pasado de su nación a través de sus documentadas ficciones. A su vez, como autores de ficción poseen un amplio colectivo de ansiosos lectores, ninguno pertenece al universo de los claustros de la academia y cada uno defiende la lengua a su modo: el primero, a capa y espada; el segundo, con un puñal.
Escritor popular condecorado por el rey de España con la Cruz de la Orden Isabel la Católica; dueño de un estilo único, esas aguafuertes que creó un recio Roberto Arlt, pero pinceladas con un tono sentimental; fundador de publicaciones y autor de columnas que tienen más de ensayo reflexivo que de un texto que vomita opiniones, Fernández Díaz será el 25° miembro de la AAL.
A los 12 años, Fernández Díaz soñó con ser escritor cuando su madre le regaló la colección de libros "Robin Hood". "Ella, una inmigrante asturiana de origen muy modesto, tuvo la inteligencia y ese gesto de regalarme algo con lo cual pude amueblar el mundo, algo con lo que pude defenderme del absurdo de la vida". A los 20 conoció el periodismo, y aunque su camino no se bifurcó, siguió el sendero de la escritura desde otro tipo de actividad, que creyó distante de la ficción. "Sentía que el periodismo era mi esposa y la literatura, mi amante. Tenía mucho trauma hasta que escribí Mamá. Ese momento fue decisivo, conté la inmigración en la Argentina y mezclé los dos oficios en uno. Siempre que el periodismo me coloca una frontera, me dice: «Hasta acá se puede contar», porque me exige un dato o una documentación que no tengo, se abre una puerta, una oportunidad que me brinda la literatura."
La elección, paso a paso
Para ser elegido miembro de la AAL un académico debe postular al candidato a través de una defensa justificada de los motivos de su selección. Una vez reunidas las firmas de al menos cuatro integrantes, se procede a la votación. Santiago Kovadloff, uno de los impulsores de la candidatura de Fernández Díaz, argumentó los motivos de su propuesta: "Ha demostrado un poder excepcional y una gran capacidad de la palabra en la novela y en el periodismo. Es un novelista de enorme proyección, masivo, capaz de infundir a la ficción potencia representativa en miles y miles de lectores. Además ha demostrado en sus columnas su aptitud para tender puentes entre el periodismo y la literatura, donde es igualmente virtuoso que en su expresión literaria".
Los miembros de la AAL tienen la responsabilidad de promover los estudios de lengua argentina, estudiar su pureza, sus fenómenos gramaticales y léxico, así como otras particularidades que quedarán registradas en un diccionario del habla (el año próximo podría haber una nueva edición). El acervo argentino luego integra un fondo lingüístico más amplio, que es el panhispánico.
Antes de formar parte de una institución solemne y de debates acalorados, Fernández Díaz asegura: "Me sigue interesando el lector de a pie, el gozoso y ecléctico, aquel que devora los libros, que no está en modas ni discute estéticas. Aquel a quien sólo le gusta leer porque ése es su placer".