Feria BADA: seis artistas para descubrir sin intermediarios
Nuevos coleccionistas o viejos aficionados encontrarán hasta el domingo en Buenos Aires Directo de Artista una paleta variada de expresiones, de la acuarela a la escultura y de la videodanza a la fotografía; desde hoy en La Rural
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La feria BADA, Buenos Aires Directo de Artista, pone a 250 artistas visuales al alcance del público. Es la primera feria presencial del año después de BAphoto, que abrió ayer, y en convivencia con aquella en el almanaque, desde hoy y hasta el domingo, de 14 a 21, toma 18.000 metros cuadrados de La Rural para mantener distancias y protocolos. La diversidad de artistas incluye obras de pintura, dibujo, escultura, textiles, fotografía, collage, instalaciones, arte digital, mosaiquismo, tatuaje y street art. “Son unos héroes del arte, han luchado toda la pandemia sin espacio donde exponer, emprendedores en un espacio difícil. Hacen unos trabajos increíbles, y no siempre los acompañan los valores que alcanza el arte argentino. Hacen un esfuerzo titánico para vivir del arte”, dice la directora, Ana Spinetto. BADA ofrece soporte comercial a los artistas, con capacitaciones en marketing y comunicación, y una página para venta online. “Creemos que mucha gente va a venir con ganas a comprar obras para sus casas, que en cuarentena pudimos revalorizar y quisimos volverlas más lindas”, sigue Spinetto. Hay artistas como Sara Stewart Brown, Fabiana Barreda, Paula Rivero, Yanina de Martino, Milo Lockett, Martin Enrici, Ricky Crespo, Pablo Fraccia, Elisa Bunge, Guido Llordi y Ginette Reynal, y muchos más por descubrir. Acá presentamos cinco de ellos.
Margarita Bali: videodanza submarina y sideral
Margarita Bali estaba por recibirse de bióloga cuando entró en una clase de danza y quedó fascinada. Al poco tiempo integraba una compañía de baile, y comenzaba a estudiar artes visuales. Con el tiempo, se convirtió en pionera de la videodanza, multipremiada, con enorme trayectoria como coreógrafa, camarógrafa, editora y artista plástica, además de docente y gestora cultural. El baile es su herramienta para crear piezas de videoarte, en las que lleva la danza a lugares extrañísimos. como los restos de un naufragio o un desierto de arena. Es precursora de las videoinstalaciones que llevan la danza a los museos y grandes edificios públicos. En BADA presenta collages digitales con bailarines inmersos en el espacio sideral, y piezas como ésta, Mujer medusa, obra fotográfica digital elaborada a partir de imágenes extraídas y manipuladas de sus piezas de videoarte (en diferentes tamaños, valen entre $14.000 y $24.000). “Son obras de los últimos dos años de la serie Cuerpos Sumergidos. Es el cuerpo humano en el mundo acuático, la relación con diversas especies marinas y también problemas ambientales como la basura plástica oceánica”, explica Bali.
Cristina Martinelli: esculturas con naturaleza
Creció admirando a un padre fotógrafo y aficionado a la pintura y al cine. Cuando a Cristina Martinelli le llegó la edad de elegir su camino, se inscribió en las escuelas de Bellas Artes Rogelio Yrurtia y Prilidiano Pueyrredón y siguió formándose con maestros como Emilio Renart, Marino Santa María, Juan Doffo y Fabiana Barreda. Hace esculturas en las que no entra la vorágine: sale a juntar semillas, ramas, carbón. “Mi obra se refiere a la naturaleza. Muchos son los ecoartistas que trabajan desde la concientización. A eso intento sumar poesía”, explica. No tiene ayudantes ni galería, y vive de la docencia en su taller de Villa Devoto. Su obra Nido, por ejemplo, está hecha con cientos de semillas de liquidámbar lijadas en su base para poder pegarlas y ensamblarlas. Atrapa a su propia rama, terminada con plata a la hoja. Tiene un tratamiento para su conservación. Mide 70x60cm y su valor es de $120.000.
Silvina Amoroso: surrealista dark pop
Como ilustradora de libros para niños ha trabajado en más de treinta títulos. Y en BADA presenta su obra original, en grafito y en óleo. “Es moderna, pero creada con la lentitud de otras épocas. Me considero una artista surrealista pop y dark pop, cien por ciento figurativa pero con mucho misterio”, define. Amoroso nunca empezó a ser artista, porque siempre lo fue: creció estudiando piano y dibujo desde los seis años. Unos años más tarde se recibió de licenciada en Artes Visuales en el IUNA. Siempre manejó su obra de forma autogestiva e independiente, y tiene un concurrido taller en la zona del Obelisco. “Mi mayor logro es haber desarrollado una imagen con un estilo, características y elementos propios que representan las ideas o pensamientos que tengo. Cuando miro una obra pienso eso es exactamente lo que soy o eso es lo que quería decir, no necesito agregarle nada”, dice. Esta obra, por ejemplo, se llama Phantasmagoria y tiene un valor de $125.000.
Luis Mango: arquitectura en acuarela
Luis Mango tiene un extenso currículum como arquitecto, restaurador y actor. Pero como artista visual está debutando, aunque no lo parece, tras un año de cursos de acuarela online. “En cuarentena, me anoté en un curso de paisaje urbano y me gustó mucho. Empecé haciendo rayitas, aguadas y probando con más pigmentos. Siempre me gustó dibujar”, cuenta. Después encontró su técnica con Alex Hillkurtz, un estadounidense que vive en París: usa lapicera y después sigue en acuarela. Su método: “Camino mucho la ciudad, ando en bicicleta, leo, miro muchas fotos. Me puede impactar una imagen, una historia o edificios que demolieron, como la Aduana Taylor o El Pabellón Argentino de la Exposición Universal de París. Una vez que me interesa o, al revés, yo le intereso al edificio para que lo pinte, ya no puedo parar. Por eso las acuarelas terminan siendo documentos bastante fidedignos, me interesa pintarlos como son”, explica. Esta acuarela del Kavanagh, de 50x70cm, tiene un valor de u$s1200.
Agustín Cleris: retratos de animales salvajes
De chico leía fascinado una enciclopedia de animales de su abuela cuando la visitaba en Buenos Aires. Agustín Cleris creció en Olavarría viendo Daktari. Su padre era veterinario, pero lo suyo iba por otro lado: “Toda la vida me fascinaron los animales salvajes”. Hace veinte años, cuando empezó a sacar fotos, fue directo al Zoológico. Hace cinco años renunció a un puesto gerencial en una compañía de tecnología para dedicarse por completo a la fotografía de animales. África es su gran amor, con sus jirafas, cebras y leones. “Mi mayor satisfacción es estar allá frente los animales y observarlos”, cuenta. Participa en varias instituciones conservacionistas. Sus imágenes son blanco y negro, de gran tamaño, con cuidados procesos de edición e impresión. Retratos donde leonas y ciervos miran al espectador directo a los ojos: parecen hechos en estudio y no en plena selva. También, paisajes subyugantes. Su obra se comercializa en Negro House & Pleasure, y estará en BADA con piezas como ésta, The king is coming, 150 x 100 cm, u$s1500.
Carolina Malbrán: instalación de cerámica
Carolina Malbrán estudió bellas artes en la Prilidiano Pueyrredón y continuó su formación en diferentes talleres de pintura, ilustración y cerámica. Es una artista multidisciplinaria, que gusta de explorar diferentes técnicas. “No me encasillo en ninguna en especial. Actualmente estoy fascinada con las posibilidades de la arcilla”, cuenta. En Bada presenta una instalación de piezas de cerámica llamada Fin de fiesta. “Representa la basura desmedida generada por nuestros hábitos diarios de alimentos, invitando a reflexionar sobre los viejos patrones de consumo que hoy necesitamos cambiar para bajar el impacto ambiental. No podemos seguir comprando platos plásticos que se usan tres minutos (lo que un niño tarda en comer su porción de torta) y que quede sin degradar durante 300 años en la Tierra”, explica.
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