Feliz polifonía literaria
Recorre los campos azules
Por Claire Keegan
Eterna cadencia/Trad.: Jorge Fondebrider/206 páginas/$ 42
Recorre los campos azules es el tercer libro de cuentos de Claire Keegan, una autora irlandesa nacida en 1968, que vivió en Estados Unidos entre los diecisiete y los veinticuatro años y que, en la actualidad, divide su tiempo entre ese país y su isla natal. Sus colecciones de relatos han recibido grandes elogios de la crítica.
Ocho historias componen esta obra. Realidad e imaginación entretejen "La larga y dolorosa muerte", a medida que la inspiración latente se va adueñando de una escritora cuyo mundo interior transforma los acontecimientos del día en sustancia literaria. En "El regalo de despedida", una muchacha deja la granja familiar para irse a vivir a Estados Unidos. Detrás de la fachada de normalidad se esconde lo perverso. El uso del tú narrativo, por medio del cual la joven se dirige a sí misma, marca una disociación traumática originada en el abuso al que ha sido sometida por su padre. "Caballos oscuros" describe la añoranza obsesiva de un hombre por la mujer que lo abandonó. "Recorre los campos azules" se ocupa de los entretelones de un casamiento católico desde la perspectiva del sacerdote a cargo de la ceremonia: este cura ha tenido una aventura amorosa con la novia y anda en busca de una señal divina.
Podría decirse que Keegan renueva el tema de la vida rural irlandesa sin caer en lugares comunes ni apartarse de la tradición. Uno de los mayores atractivos de sus cuentos procede de una atmósfera cuyo poder connotativo se expande, paciente e indeclinable. Sus personajes transmiten un fatalismo melancólico. Una áspera opacidad evita que las emociones alcancen claridades definitivas, y la influencia de la religión cristiana actúa como un maquillaje superficial bajo el cual asoman los invencibles rasgos de la herencia celta.
Una sola narración, "Cerca de la orilla del agua", transcurre fuera de Irlanda y trata sobre la visita de un estudiante de Harvard a su madre, que se ha vuelto a casar con un millonario tejano. Lo sutil se impone en "Rendición (a la manera de McGahern)". Esta historia, ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, asocia la gula carnal de un sargento mujeriego con el festín de naranjas que lo despide de su soltería. Por la complejidad de sus matices, "La hija del guardabosques" y "La noche de los serbales" pueden considerarse dos micronovelas. En ambos relatos incluso hay un animal (en uno un perro y en otro una cabra) que desempeña un papel en la trama. En la agreste heroína del segundo, se funden la superstición y la magia junto con la fuerza de la sexualidad para elevarla simbólicamente al rango de deidad ancestral.
En casi todos sus cuentos, Keegan ejercita una feliz polifonía literaria: diálogos, pensamientos, metáforas, sueños, referencias a la naturaleza y otros elementos expresan algo individual, pero al mismo tiempo forman un conjunto armónico que fortalece la unidad estructural y deja suficiente espacio para el misterio que aún persiste luego del punto final.
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