Falleció en Italia Muriel Spark, gran novelista británica
Su escritura estaba iluminada por el humor
La novelista británica Muriel Spark, llamada "la crème de la crème de las escritoras contemporáneas" por el diario The New York Times, murió a los 88 años en un hospital de Florencia. El funeral se celebró anteayer en Civitella della Chiana, en la región toscana, donde vivía desde hacía unos 30 años.
Entre sus novelas se encuentran "Memento mori" (1959), "Los mejores años de Miss Brodie" (1961, llevada con éxito al cine), " Las señoritas de escasos medios (1963), "El puente de Mandelbaum (1965) -que transcurre en una calle que es punto de paso entre la parte de Jerusalén en manos israelíes y la que estaba en manos jordanas-, "La imagen pública" (1968), "Una mujer al volante" (1970), "La abadesa de Crewe" (1974) y "El único problema" (1984).
Campea en ellas la locura, cierta excentricidad en los personajes, una atmósfera enigmática pintada con humor, la sátira sin amargura. Estimaba que el ridículo era más efectivo que la confrontación. "No me gustan las novelas con mensaje -decía-. No me gusta que las usen como instrumentos de propaganda, pese a que un novelista aborda situaciones impelido por el deseo de mejorar la autocomprensión de la raza humana." Su último libro, "La escuela que termina", es de 2004.
Nacida en Edimburgo, Escocia, en 1917, como Muriel Sarah Camberg, Spark comenzó escribiendo poesía hacia 1945 y publicó su primera novela, "The Conforters", en 1957, cuando tenía 39 años. Antes había publicado libros de ensayo sobre la escritora inglesa Mary Shelley y las hermanas Brontë. Tomó su apellido de Sidney Spark, un maestro desequilibrado y violento, trece años mayor, con quien se casó, vivió siete años poco felices en Rhodesia y tuvo un hijo, pero de quien se separó.
De padre judío y madre anglicana, Muriel Spark se convirtió al catolicismo en 1954, en un camino en el que sucedió a escritores como Evelyn Waugh y Graham Greene -de quien decía: "El fue un converso atormentado; yo entré nadando"-, tras bucear en los escritos del cardenal Henry Newman. Diez años después se trasladó a Roma. Vivió un tiempo en Nueva York, pero volvió a Italia, donde residió hasta su muerte.
En una entrevista realizada en Londres en 1996 y reproducida en LA NACION, el autor, periodista del Sunday Times, comentaba que Spark "estaba casada con su fe, su arte y su vida italiana". Y ella confesaba: "No veo el momento de regresar a Italia", al tiempo que afirmaba: "No puedo imaginar que un día deje de escribir. Creo que moriría instantáneamente". Y agregaba: "Me siento mejor los días en que he podido escribir, pensar en el libro o tomar apuntes. Antes de escribir, considero a fondo todos los detalles; después, ataco de una manera bastante felina. Acecho junto a la entrada de la ratonera y, luego, me abalanzo".
Spark fue distinguida en 1993 con el título de dama del Imperio Británico. En 1992 recibió el premio T. S. Elliot y en 1997, el David Cohen de Literatura.
LA NACION publicó cuentos suyos, como "Abierto al público", en 1989, ilustrado por Raúl Soldi, o "La chica que dejé detrás de mí", en 1993, con una ilustración de Juan Carlos Benítez.
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