Falleció el escritor Juan José Hernández
Poeta, cuentista y hombre de diarios
Nacido en Tucumán y fallecido anteayer en Buenos Aires, Juan José Hernández fue un escritor que, habiendo estado vinculado a círculos literarios de esta capital, como el grupo Sur, en sus cuentos y poemas no dejó de traslucir el influjo de su tierra natal.
"Cuando yo era chico -recordó alguna vez-, la gente de provincia vivía mejor que ahora, en casas espaciosas, de dos o tres patios y el fondo de tierra con árboles frutales y gallinero. Había lugar para jugar, para recibir amigos (...) El mundo de la infancia, en muchos de mis poemas, gira en torno, o mejor dicho al amparo de la figura materna y de la casa natal, que era como una emanación de ella, de su presencia bondadosa y nutricia."
De aquel Tucumán donde nació en 1931, donde asistió a clases de literatura y estudió Derecho sin recibirse, vino a Buenos Aires. Aquí, en 1952 la editorial Botella al mar, fundada por Arturo Cuadrado, le publicó un libro de poemas, Negada permanencia, la siesta y la naranja , en los que abundaban palabras directas, que juzgaba "viscerales" y "salvadoras": girasol, ombligo, saliva, tacto, sangre, semen.
En 1957 publicó un segundo libro de poemas, Claridad vencida . En 1961 ingresó en el diario La Prensa , en la sede tradicional de la Avenida de Mayo, donde alternó por años con figuras salientes del periodismo. Como periodista era conocido por sus dos apellidos, Hernández Ledesma, y entre otros temas, en el diario de los Paz se ocupaba de la información religiosa.
En 1965 apareció su libro de cuentos El inocente , que recibió el Premio Municipal de Narrativa. Y un año después, los poemas Elegía, naturaleza y la garza y Otro verano. En 1969 viajó a los Estados Unidos con la beca Guggenheim. Un año después publicó su primera novela, La ciudad de los sueños , que editó el Centro Editor de América Latina. La trama tiene el trasfondo del ambiente furiosamente antiperonista que conoció cuando trabajaba de periodista en La Prensa . Al morir tenía casi terminada otra novela, en la que había centrado su atención en Gabriel Iturri, un tucumano que fue el secretario del conde Robert de Montesquiou, que sirvió de modelo para el barón de Charlus, personaje de Marcel Proust en su célebre En busca del tiempo perdido.
Hernández estuvo vinculado a José Bianco, secretario de la revista Sur, de Victoria Ocampo, y entre otras figuras literarias con las que trabó amistad se hallaron Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni y Alejandra Pizarnik.
En 1977, publicó el libro de cuentos La favorita ; en 1992, La señorita estrella, y en 1996, Así es mamá.
En 2001, Adriana Hidalgo Editora publica Desideratum. Obra poética, que reúne sus poesías entre 1952 y 2001. Incluye también sus traducciones de los poetas Paul Verlaine, Jean Cassou y Tennessee Williams. En 2003, publicó un libro de ensayos, Escritos irreBerentes (sic), en el que su mirada desprejuiciada hacia autores consagrados como Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares comenzaba por un despego deliberado de la ortografía. Colaboró en LA NACION en los últimos años. El 22 de octubre de 2006, apareció en este diario su poema El imprudente.
El sepelio se efectuó ayer en la Chacarita.
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