Fabricante de museos: de River y Boca al vino de Cafayate y la historia de Salta
Héctor Berra creó ya más 40 espacios temáticos públicos y privados; ahora tiene en carpeta el Museo de la Constitución y uno dedicado a la figura de Güemes
Un holograma de Darwin guía a los visitantes en una de las salas del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, de Buenos Aires. Un animatronic del Perito Moreno -hecho totalmente en el país- escribe sus memorias y habla al público que se acerca al Glaciarum (museo de los hielos patagónicos) en el Calafate, Santa Cruz. Un grupo de guaraníes misioneros, vestidos y maquillados como sus ancestros, se deja filmar para una muestra del Centro de Interpretación de la Cultura Jesuítico-Guaraní, en Misiones. Una impactante locomotora que recibe a los fans de River Plate que visitan las instalaciones del Monumental...
Las ideas pensadas, desarrolladas y concretadas por el equipo de Héctor Berra se pueden ver y tocar en más de cuarenta museos, centros de interpretación o espacios temáticos en la Argentina y otros países, como Portugal y Paraguay. Sin títulos académicos, con apenas dos años cursados en la Facultad de Filosofía en Santa Fe, su provincia natal, la trayectoria profesional de Berra lo pinta como un original fabricante de museos.
Creó los museos de los clubes de fútbol de River y de Boca en la ciudad de Buenos Aires; de la Confederación Sudamericana de Fútbol en Paraguay y del Benfica en Lisboa, cuyo presupuesto fue de 27 millones de euros y que fue premiado como el mejor museo de Portugal. También ideó y realizó el Museo de la Vid y el Vino en Cafayate y el Histórico de San Luis, entre otros. Y está levantando los muros, reales y conceptuales, del museo de Güemes en Salta y el de la Constitución, en Santa Fe.
En septiembre de 2015 fue designado "Marca país" por el gobierno de la gestión Kirchner para el que hizo varios trabajos y luego tomó distancia. "Soy muy exigente con la investigación histórica, con las opiniones diversas", cuenta Berra a LA NACION desde su luminoso estudio en Vicente López.
"Después de dos años de haber hecho una muy buena experiencia en Tecnópolis tomé la decisión de no continuar. Estaba un poco viciado el aire", agrega. En su cartera de clientes tiene tanto organismos públicos como instituciones privadas.
"En general nos dan el tema y nosotros desarrollamos la idea, el concepto, las salas y las secuencias del guión museológico. Los diseñamos, a veces desde la arquitectura, y siempre desde el contenido. Todos los textos y las ilustraciones también son generadas por nuestro estudio. Somos casi autosuficientes y abarcamos todo", dice quien ya en los años 70 ideaba efectos que ahora caracterizan a los emotional designers.
En una exposición gubernamental en Santiago del Estero instaló un teléfono en el que la voz del ministro de Obras Públicas provincial explicaba a quien levantara el tubo la realización de un puente. "Eso fue en los años 70. Ya entonces me fascinó esto de poder sorprender a la gente que está recorriendo un lugar."
Cuatro décadas después, el estudio que lleva su apellido está integrado por once empleados de distintas disciplinas. Pablo y Camilo Berra, sus dos hijos, son parte de la conducción y planean en el futuro cercano crear una fundación para instruir a los municipios a crear sus propios museos.
"Intentamos ayudar a la gente a comprender un tema, ampliar su mirada, poner el foco en determinada cosa, establecer un diálogo", afirma el inventor para quien el paradigma museológico cambió en las últimas décadas.
"Los museos ya no son un lugar de exhibición de objetos. Hoy el protagonista del museo no es el objeto, sino el sujeto, el hombre. Son más democráticos también porque tienden a ser un centro de interpretación en el que se guíe al visitante, se lo sorprenda al mismo tiempo que se le va contando una historia."
Modos de la interacción
Antes de dedicarse por entero a pensar museos y espacios temáticos Berra produjo y dirigió obras de teatro, como la versión de Romeo y Julieta protagonizada por Gustavo Bermúdez que obtuvo varias Estrellas de Mar, y espectáculos como Ópera Pampa y Eternamentetango. De esa experiencia por los escenarios teatrales Berra rescata el uso de recursos audiovisuales.
"Ahora piden mucho lo interactivo confundiendo esto con lo interactivo que puede ser un cajero del banco. Nosotros concebimos lo interactivo como un envoltorio en el que tiene que estar la gente que visita el museo para que viva una experiencia en la que se sienta protagonista de la historia que se cuenta y no solamente espectador", cuenta . Y, como ejemplo, recuerda la posibilidad de "caminar sobre el agua", en el Glaciarium; la de atravesar una vendimia y ser saludado por vendimiadores que se visualizan por una proyección 360.
La imaginación de Berra se activa ante el mínimo estímulo de preservación de la memoria. Algo que, opina, se está reactualizando. "El museo está de moda", dice. Y explica: "Está de moda como vehículo cultural, educativo y también como propuesta comercial porque la gente ha comenzado a querer preservar la historia".
Cada lugar tendrá lo suyo. "Puede ser donde alguien inventó una cocina a kerosene o corrió una carrera importante. Cada comunidad puede armar su museo con pocos recursos y mucho cariño", aconseja el autodidacta fabricante de museos modernos.