Exposición en homenaje al crítico Jorge Romero Brest
El legado del mentor del movimiento pop argentino, en el Museo de Bellas Artes
"Quizá su más sabia máxima fue: No hay que aparentar; hay que ser, y fue esa coherencia la que distinguió su pródiga labor intelectual, su faena crítica y teórica, y su vida personal. Por eso lo hice con pipa y anteojos flúo, ya que no me hubiese perdonado que después de su muerte, en 1989, lo transformara en un Romero Brest de bronce." El que habla es Edgardo Giménez, artista y diseñador en múltiples soportes que ha tomado al Museo Nacional de Bellas Artes por asalto para rendir, desde hoy y hasta el 18 de junio, homenaje póstumo a una de las personalidades de mayor gravitación en las artes plásticas latinoamericanas: Jorge Romero Brest, factótum del Instituto Di Tella, ex director del MNBA, fundador de la influyente revista de arte Ver y Estimar.
Un hombre iconoclasta que con su audaz visión revolucionó la concepción del arte al instalar y difundir un paradigma modernista para el arte latinoamericano y contribuir a la experimentación artística de los años 60. Con ello fecundó el camino para que el movimiento pop argentino adquiriera vuelo propio y se diferenciara del surgido en Londres y Nueva York.
A metros de su instalación, con fotografías enormes de Jorge Romero Brest en dos salas del MNBA, celebrará hoy, a las 19 -bullicioso happening artístico mediante-, la fecunda herencia del crítico: por primera vez el legado teórico y crítico de Romero Brest aparece compilado en un libro objeto de más de 500 páginas y 7000 imágenes, que documenta el desarrollo y auge del movimiento pop en la Argentina durante los 60 y los 70. Además de textos inéditos del crítico, ensayos de Pierre Restany, Ernesto Schoo, Albino Diéguez Videla, Enrique Oteiza , María José Herrera y Andrea Giunta, entre otros, y de dos conferencias sobre la problemática del arte contemporáneo compiladas en dos CD, el libro viene a llenar el vacío teórico y editorial al momento de comprender la efervescencia plástica de dos décadas.
Impacto visual
A pasos de la sala impresionista, donde cuelgan "El molino de la Galette", de Van Gogh, y "Mujer del mar", de Gauguin, LA NACION encuentra a Giménez en pleno armado de su instalación. Caminando rápido, pasa Alberto Bellucci, director del museo, y sus ojos parecen salirse de órbita frente al impacto visual de las imágenes de Romero Brest en su casa de City Bell, diseñada por Giménez en los 70. La intimidad de un Romero Brest de entrecasa en diferentes situaciones ilustra su pensamiento, recogido en fragmentos sobre las paredes del Bellas Artes, como el que dice: "No se es culto por apropiación, sino por acción", impreso en un cartel que recoge su pensamiento.
"Con esta instalación homenaje quise confrontar la libertad con la que Jorge pensaba, con su manera de vivir en sintonía con su visión liberadora del arte fundido en la vida misma. El decía: «La gente, con lo que más miente, es con la palabra y cuando llega el momento de demostrar eso que predica aparece una distancia sideral». Lo maravilloso de él es que su pensamiento refleja cabalmente su modo de vivir", reflexiona Giménez, y muestra la estrafalaria casa donde vivía el crítico.
Quizá por eso, el teórico que cambiaba continuamente, reemplazando viejos conceptos por otros nuevos y "mejores ("el pensamiento siempre se renueva", sostenía y Mujica Lainez le contestaba: "Vos siempre defendiendo cachivaches"), irritaba tanto al establishment artístico. Ya lo dijo él: "Los argentinos somos muy solidarios en la desgracia, pero jamás en el éxito y menos en lo que es original".