Expediente Neruda: un caso que parece de ficción
La justicia ordenó que los restos del poeta, que investigan si fue envenenado, vuelva a Isla Negra; se reaviva la polémica
23 de septiembre de 1973. En Chile hace doce días que murió el presidente Salvador Allende y Augusto Pinochet tomó el poder. Las visitas se suceden en la Clínica Santa María. El relato es siempre el mismo: los amigos o conocidos que son masacrados por la reciente dictadura. El poeta intenta resistir al dolor, el que le produce el destino sangriento de su país y el que, poco a poco, va reclamando su cuerpo. La muerte no discrimina. Esa misma noche Pablo Neruda fallece.
"Caquexia cancerosa. Cáncer de próstata. Metástasis cancerosa." El certificado de defunción más que claro es redundante. Detrás de esa presunta claridad, algunos creen que se esconde un asesinato. Y, desde 2011, una causa iniciada por el Partido Comunista (PC) y parte de la familia de Neruda indaga sobre la posibilidad de que el premio Nobel de Literatura haya sido envenenado por el gobierno de Pinochet. Los restos del escritor fueron exhumados en 2013 y se les realizaron diferentes tipos de estudios. Pero en los últimos días, el caso volvió a tomar actualidad y generar controversias, a raíz de que el juez a cargo de la causa, Mario Carroza Espinosa, dictaminó que el cuerpo sea devuelto a Isla Negra el 8 de abril próximo. La querella se opone; no terminaron de realizarse todos los estudios correspondientes, dicen.
LA NACION entrevistó a las partes de esta trama real que mantiene en vilo al mundo de la ficción, y pudo acceder a los informes periciales y parte del expediente de la causa. El abogado del PC, que lleva adelante la querella, Marcelo Tapia Valenzuela; el sobrino de Neruda y representante de parte de la familia, Rodolfo Reyes; y el Poder Judicial de Chile; la Fundación Pablo Neruda, y el biógrafo y sobrino nieto del poeta, Bernardo Reyes, con una visión crítica de la investigación.
Cualquier aficionado al género policial sabrá que no existe el crimen perfecto. Pero la literatura se las ha arreglado para resolver crímenes en cuartos cerrados, desenmascarar testigos falsos y revelar la historia detrás de presuntos suicidios. Los elementos son siempre los mismos.
La punta del ovillo. El 24 de abril de 2011 el ex chofer del poeta, Manuel Araya, declara a la revista mexicana Proceso. "Lo único que quiero antes de morir es que el mundo sepa la verdad, que Pablo Neruda fue asesinado", aseguró. En sus dichos relacionaba el supuesto crimen con una inyección que le habrían dado al escritor cuando se encontraba internado. Sergio Draper, el doctor que estuvo a cargo del paciente Neruda en la Clínica Santa María, dijo que la inyección era dipirona, un analgésico.
Las otras pistas. Marcelo Tapia Valenzuela es abogado de la querella desde el inicio de la causa. Cuenta que, a partir de la publicación de la entrevista a Araya, el PC de Chile empezó a indagar en el tema. Entonces, se investigaba también el suicidio de Salvador Allende y la muerte de Alberto Bachelet, padre de la presidenta de Chile. Y se había descubierto el asesinato del político Eduardo Frei. El PC encontró un detalle que le llamó la atención. En los periódicos de aquellos días no se hacía sólo referencia al cáncer como motivo de la muerte de Neruda. Journal Do Brasil escribió que había fallecido por una infección urinaria y El Mercurio que fue "a consecuencia de un shock, sufrido luego de habérsele puesto una inyección de calmante su gravedad se acentuó". Tapia sostiene que Roberto Vargas Salazar, el urólogo que trataba a Neruda por su cáncer de próstata, firmó el certificado de defunción desde su casa. Adhiriendo a la hipótesis del chofer, según Tapia otras personas, como el embajador mexicano Gonzalo Martínez Corbalá, aseguran que el estado de Neruda los días cercanos a su deceso no era el correspondiente a una "caquexia" o el de una persona en el final.
La escena del crimen. La Clínica Santa María está ubicada en Santiago de Chile. Según su página web, es la primera institución de salud privada del país y fue creada en 1939. En el sitio se enumeran varios hitos en su historia. Pero no se hace mención a la muerte de Pablo Neruda en 1973 ni a la de Eduardo Frei Montalva en 1982. En 1981 el periodista y ex presidente de Chile se internó allí para operarse una simple hernia. Su estado empeoraría luego de la intervención y moriría días después. La investigación de la justicia chilena sobre el hecho terminaría con un juicio por asesinato.
Las ausencias. Iniciada la investigación, el juez Carroza pidió al centro médico la historia clínica del premio Nobel. La respuesta fue que no se encontraba en sus archivos. Tampoco tienen registro de las personas que trabajaban en la clínica aquel 23 de septiembre fatal. Información que cobró aún más importancia después de que el doctor Draper declarará que no fue el único que atendió al poeta, que también había recibido los servicios de un tal Price. Pero la búsqueda de Price fue inútil: no se encontró a alguien con ese apellido en ninguna universidad ni asociación médica.
Un testigo clave. "Es un caso artificial, porque parte de una situación falsa, de un cúmulo de mentiras y un ridículo homicidio imaginario." El que habla es Bernardo Reyes, sobrino nieto y biógrafo de Neruda. Él no cree en la hipótesis del asesinato. "Lo que sé es de primera fuente. Testimonios que yo mismo escuché de boca de su esposa Matilde Urrutia, su hermana, Laura Reyes, o su amiga, Teresa Hamel. Escribí varios libros sobre el tema." Reyes cuenta que Araya fue chofer del autor de 20 poemas de amor y una canción desesperada solamente cinco meses y no estuvo con él en los últimos días de vida. "La teoría del homicidio tiene que ver con condiciones particulares suyas. No entiendo cómo no se investiga si la persona que denuncia está o no en sus cabales", observa.
El presunto asesino. En la nota de Proceso, Araya personalizó su sospecha en la figura de Augusto Pinochet: "¿De qué otra parte iba a salir?". Bernardo Reyes vuelve a discrepar con el testigo. Reyes, que fue parte de la organización de derechos humanos Codepu (Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo), dice que la hipótesis no se corresponde con las técnicas de asesinato utilizadas por los militares en ese momento. "Los procedimientos con inyecciones letales se perfeccionaron recién a partir de 1977. Antes, lo común eran las desapariciones, los fusilamientos, la muerte por tortura. No hay ni un solo caso de muerte por inyección letal en esa etapa", explica. Tapia, abogado de la querella, coincide en que aún no era el procedimiento habitual, pero cree que "no es necesario un alto grado de organización para un envenenamiento".
El cuerpo. "Estén tranquilos, se van a realizar todas las diligencias con los peritos para determinar cuál fue la causa de muerte del poeta." Era el 8 de abril de 2013 y el juez Carroza concluía con esta frase las casi dos jornadas de trabajo que llevó exhumar los restos de la tumba ubicada en la Casa Museo Isla Negra. Ahora, casi dos años después, la mayor parte de los estudios finalizaron y los restos son conservados en las dependencias del Servicio Médico Legal de Santiago (SML). Héctor Cruzatt Coggiola, de la Dirección de Comunicaciones del Poder Judicial chileno, explica que los exámenes ya realizados son los bioquímicos y los toxicológicos, y que restan los biológicos. Participaron de la investigación el SML y especialistas de la Universidad de Chile, la Universidad del País Vasco (España), la Universidad de Murcia (España), la Universidad Católica (Chile) y el North Carolina Department of Health and Human Services (de los Estados Unidos). Todavía no se determinó a qué laboratorios se enviarán las muestras para los análisis biológicos restantes. Con referencia al cáncer, se detectaron en las pericias variadas señales de que se encontraba en una etapa avanzada. Respecto de la presencia de restos de diferentes tipos de venenos o elementos asociados, los resultados son negativos. Sin embargo, se aclara que "no puede descartarse la posible presencia pretérita de sustancias que por sus características físico-químicas podrían haberse degradado".
Las partes, hoy. La querella está formada por el PC, un grupo de familiares de Neruda y, desde el 9 de enero, el gobierno de Chile. Frente a la orden de Carroza de devolución de los restos, solicitaron que se pospusiera hasta que se terminen los estudios pendientes, para mantener las muestras en condiciones controladas. "Nos sorprende la preocupación por que vuelvan los restos a la Casa Museo Isla Negra", desliza Tapia. Ni él ni Rodolfo Reyes parecen entender a quienes se alegran por el retorno de los restos a su sepultura. "Los miembros de la Fundación están totalmente equivocados en haberse opuesto a la investigación. Sólo quieren que el cuerpo del tío Pablo regrese a la brevedad a Isla Negra. Quizá por un afán comercial", sugiere Reyes.
"La Fundación no fue parte de la querella, pero ha dado todas las facilidades para que Carroza haga la investigación", contesta Vivian Lavin, directora de comunicaciones de esa institución, quien explica que la situación no repercute en la economía de la Fundación, ya que la entrada a la zona de la tumba nunca fue arancelada. "Con esta decisión no podemos más que alegrarnos porque Neruda va a estar descansando por fin donde él quería: junto a su esposa Matilde", responde por qué es una buena noticia.
Para el sobrino nieto de Neruda, Bernardo Reyes, la investigación tiene más que ver con un interés político o de protagonismo personal que con descubrir una verdad. "Habiéndose realizado todos los exámenes, ¿dónde está el impedimento para devolver los restos? Esto ha sido algo bochornoso para la figura de Neruda. No merece estas mediocridades", opina.
Mientras tanto, desde el Poder Judicial, informan que "el ministro Carroza está analizando la petición de que se posponga la entrega y resolverá en los próximos días". Y de ser así, la historia continuará.
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