Eugenio Zanetti, ganador de un Oscar, exhibe sus pinturas en Roma
ROMA.- "Ahora empecé el tercer acto de mi vida. Estoy en la escena dos, en la resolución del conflicto... Por eso necesito reconectarme con el origen, que es el primer acto. Entonces pinto, pinto, pinto. Es algo que no incluye a muchas personas; estoy yo solito y es muy terapéutico."
Eugenio Zanetti, ganador de un Oscar a la dirección de arte en 1996, no oculta su satisfacción en este momento de su vida. El reconocido escenógrafo, dramaturgo, director de cine, teatro y ópera, nacido hace 72 años en Córdoba -donde tiene su propio hotel- pero ciudadano del mundo, inauguró días atrás su primera muestra individual de pinturas en Roma.
Peregrinos del tiempo se titula la exhibición, patrocinada por la embajada argentina en Italia, puede, que verse hasta el 8 de diciembre en la galería de arte contemporáneo Tibaldi, en el barrio de Trastevere. Está compuesta por once óleos sobre tela que, por sus luces y sombras, recuerdan a cuadros de Caravaggio.
"Los brillantes cromatismos ponen de relieve un discurso metafísico extremo en el que todo parece en suspenso, pero impregnado de la sensación de que en cualquier momento se pondrá en movimiento, subrayando las tensiones, las neurosis, las urgencias y los espasmos de las existencias cada vez más complicadas de los ritmos cotidianos", explica Massimo Scaringella, curador de la muestra.
"Dos cuadros los pinté en Barcelona. Otros en mi taller de Córdoba; en el de Buenos Aires, que es inmenso, y en el de Los Ángeles... Representan cincuenta años de trabajo", cuenta Zanetti mientras se acerca a una de sus obras para arreglar un detalle de la pintura (aún fresca) con el dedo.
En diálogo con LA NACION, este aclamado artista multifacético, que vive entre Buenos Aires –"ciudad donde me siento muy cómodo"- y Los Ángeles, en Estados Unidos, subraya que tiene una relación muy especial con Roma, ciudad a la que vuelto muchas veces y que ha marcado su carrera.
"En 1966 trabajé junto a Pier Paolo Pasolini en la Medea -evoca-. Me podría haber quedado en Italia, pero después me llamó Michael Hoffman (cineasta estadounidense, director de Restauración, película con la que Zanetti ganó el Oscar). Todo se fue dando. La vida tiene un diseño, no lógica. De joven eso uno no lo ve, pero luego, sí."
Aunque dice estar "mayor", Zanetti está más activo que nunca. Junto a Hoffman, presente en el vernissage, está por hacer otra película, por la que estuvo ya haciendo scouting en Venecia. "Va a ser una remake", adelanta.
Pero no es su único proyecto. Pronto hará en el Teatro Colón "Los cuentos de Hoffmann" y "La flauta mágica". "Estoy a mil con eso", confiesa, evidentemente feliz. "Aunque suene estúpido, me siento cada vez más contento. Siento una gran alegría en este tercer acto de mi vida: tengo amigos, amor, la gente me trata bien", afirma, de excelente humor.
Prefiere no pensar en la realidad política de los países en los que reside. "No tengo la menor idea de política, no tengo tiempo. Tengo tanto para hacer, que no puedo ocuparme de política, ni en la Argentina, ni en Estados Unidos", asegura. "El tiempo que me queda lo quiero para crear", remata.
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