Eugenio Viola: “El optimismo tiene que ser una necesidad ética”
De visita en la Argentina, donde dará dos charlas y visitará talleres, el curador del pabellón de Italia en la Bienal de Venecia se define como artivista; afirma que el arte tiene que hacer preguntas, no dar respuestas
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Pide disculpas por llegar unos minutos tarde a la cita en La Boca, como consecuencia de los cortes de calles. Aunque es su primera vez en Buenos Aires, Eugenio Viola se siente como en casa: el curador recuerda que circular por la ciudad también es difícil en Italia, su país natal, y en la capital de Colombia, donde se desempeña como curador jefe del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo).
Este año tiene a su cargo además la curaduría del pabellón italiano en la Bienal de Venecia, el más grande de ese prestigioso encuentro global. Y tomó una decisión arriesgada: ocupar por primera vez esos 2000 m2 con una instalación de un solo artista. El elegido fue Gian Maria Tosatti, creador de las instalaciones que conforman la muestra titulada Historia de la noche y el destino de los cometas. Un recorrido sombrío que evoca los errores y fracasos del período industrial, pero que también busca aportar una luz de esperanza ante un futuro cada vez más incierto.
“Mucha gente ha salido llorando”, dice Viola a LA NACION al referirse a esta muestra, que será el tema de la charla que ofrecerá hoy en el Instituto Italiano de Cultura. Pasado mañana dará otra en Fundacion Andreani, institución que lo trajo a la Argentina junto con la Embajada de Italia.
En esta última se referirá además al trabajo de Silvia Rivas, luego de una acción en torno a la muestra actual de la artista, a quien invitó a exhibir una antológica en el Mambo en 2024. Y el lunes, en un recorrido organizado por arteba Fundación, visitará los talleres de Adriana Bustos, La Chola, Lucrecia Lionti, Charly Herrera y Diego Bianchi.
-El pabellón de Italia en Venecia está dedicado a Gian María Tosatti y su proyecto sobre el vínculo entre el hombre y la naturaleza, el desarrollo sustentable, la ética y el lucro… ¿Considerás que estos temas son una tendencia del arte contemporáneo?
-No sé si son una tendencia, pero creo que era necesario en este presente incierto, metapandémico o “farmapornocrático” -una expresión de Paul B. Preciado para hablar de nuestra condición actual- enfocarse en el ser humano y el ambiente. El arte tiene que reflexionar sobre las laceraciones e inquietudes de la contemporaneidad.
-¿Cómo definirías ese concepto, “farmapornocrático”?
-Se refiere a todo lo que pasó con relación a las vacunas.
-¿Definirías a Tosatti como un “artivista”?
-Yo me defino tal vez como un artivista, citando a mi amiga Tania Bruguera. Porque no soy un activista, no hago política. Tengo que hacer preguntas, no dar respuestas. Ese es un papel de la política.
-¿Cuál creés que es el potencial del arte para generar conciencia sobre estos temas?
-El arte tiene el poder de mostrar los problemas con una mirada diferente, bizca, complementaria. Y no necesariamente concurrente a la de los políticos, por ejemplo.
-Y de conmover, ¿no?
-Tiene que provocar una reacción, no necesariamente positiva. Creo que vivimos en un presente hiperestético, donde todo es estético: el videoclip, el tráiler, la política, tal vez la vida misma. Además, la revolución digital nos obliga a estímulos visuales continuos. Estamos bombardeados de montones de imágenes. El riesgo es que este exceso de estetización nos anestesie. Entonces creo que el arte tiene que necesariamente provocar una reacción. Tiene que enfrentarse dialécticamente, y si es necesario, polémicamente con la realidad. La estética viene del griego antiguo, aísthesis, la ciencia de las sensaciones.
-En ese sentido, la videoinstalación de Silvia Rivas que se exhibe en Fundación Andreani tiene que ver con eso: muestra mujeres intentando deshacerse de su vieja piel, en un proceso doloroso…
-Absolutamente.
-¿Por qué tomaste la decisión de dedicar por primera vez a el pabellón italiano un solo artista?
-Para equiparar a Italia a los otros países, que desde hace mucho tiempo están acostumbrados a presentar una propuesta unívoca. Fue una decisión muy controvertida, como cuando se presenta algo que se supone es radical. Para mí no lo era.
-¿Y qué recepción tuvo, más allá de la polémica inicial?
-Un grandísimo éxito. El Financial Times, el Washington Post, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Art Press y CNN lo han descripto como el pabellón más contundente de toda la bienal. La gente salía llorando; Tilda Swinton se contó entre quienes salieron con lágrimas.
-¿A qué lo atribuís? Alude a errores cometidos, ¿no?
-Es una obra casi de sintaxis teatral, en dos actos derivados del título: La historia de la noche y el destino de los cometas. La historia de la noche habla sobre la relación entre el ser humano y el ambiente circundante a través de la caída del sueño industrial italiano. Y entonces tiene una suerte de melancolía. La última parte, el destino de los cometas, va transformando esta melancolía en un mensaje optimista y propositivo sobre el futuro. Esta última está inspirada en “El artículo de las luciérnagas” de Pier Paolo Pasolini [publicado en el Corriere della Sera el 1 de febrero de 1975]. Estas luciérnagas que vuelan sobre un mar oscuro, creo conmueven a los visitantes.
-Hay una esperanza.
-Tenemos que tener una esperanza. Yo que nací melancólico, digo siempre que en estos tiempos inciertos el optimismo tiene que ser una necesidad ética, casi una obligación moral.
Para agendar:
Eugenio Viola dará dos conferencias relacionadas con experiencia como curador del pabellón italiano en la 59a Bienal de Venecia 2022: una en el Instituto Italiano de Cultura (Marcelo T. de Alvear 1119), hoy a las 18:30, y la otra en la Fundación Andreani (Av. Pedro de Mendoza 1981), el sábado 28 de mayo a las 17.30. Esta última comenzará después de una acción relacionada con la muestra actual de Silvia Rivas, El revés de la armadura, que comenzará a las 17.
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