Eterniza una escultura al beso que hizo historia
Simboliza el fin de la Segunda Guerra
NUEVA YORK.- Sesenta años después de que la imagen de un marinero besando apasionadamente a una sorprendida enfermera en Times Square se convirtiera en el símbolo del fin de la Segunda Guerra Mundial, se presentó ayer una escultura que reproduce el instante, colocada en el mismo lugar en que sucedió.
La obra de J. Seward Johnson -llamada "Rendición incondicional"- reproduce las dos figuras en aluminio y con un tamaño ligeramente superior al normal. Permanecerá en Times Square hasta mañana y luego será trasladada a una galería de arte.
La obra está basada en la fotografía de Alfred Eisenstaedt, que se publicó en su momento en la portada de la revista Life. El fotógrafo tomó la imagen el 14 de agosto de 1945, día de la victoria de las fuerzas aliadas sobre Japón, cuando miles de personas se congregaron en Times Square para celebrar.
Identidad desconocida
Durante años, se intentó determinar la identidad de los dos personajes del famoso beso.
Así, se sabe que la enfermera es Edith Cullen Shain, que entonces tenía 27 años, y que ayer estuvo presente en la inauguración de la escultura que la representa.
"Fue un beso muy prolongado, como un paso de danza, por la forma en que me tomó en sus brazos", recordó la mujer, de 87 años, que vive en California, y tiene tres hijos.
"El muchacho me agarró, yo cerré los ojos y después me dejó sola. Ojalá hubiese hablado con él o le hubiera preguntado su nombre. Lo dejé que me besara porque él había estado en la guerra y había peleado por mí. Realmente me sentí feliz de hacerlo", recordó, y dijo que no ha podido identificar al marinero.
También comentó que en 1945 se reconoció en la portada de Life, pero no lo reveló a nadie porque se sentía "muy avergonzada".
En tanto, al menos once ex soldados de la marina, hoy octogenarios, se han disputado públicamente haber sido el protagonista del simbólico beso.
Entre ellos se encuentra Carel Muscarello, un policía retirado de Nueva York, que desde hace años reparte autógrafos y rememora el beso ante distintas audiencias. "Yo sé que era yo y mi familia lo sabe también", dijo al diario Newsday.
Otro es George Mendosa, un comerciante de pescado de Rhode Island, que, con tenacidad, ha llegado a apelar a la última tecnología para demostrar que su rostro es el mismo del de la fotografía. Así, logró que científicos del Mitsubishi Electric Research Laboratories reprodujeran su imagen facial en 3-D y afirmaran que se parece bastante a la del marinero. También intentó, sin éxito, la vía judicial y demandó a la revista Life. para obtener reconocimiento.
Sin embargo, no hay pruebas concluyentes. Ni el fotógrafo Eisenstaedt, fallecido en 1995, ni Edith Cullen Shain pudieron identificar al otro protagonista.