La diferencia entre el cuento de hadas y el de terror es, en realidad, una cuestión de grados. Los cuentos fantásticos llenos de criaturas terroríficas no eran, en principio, narraciones para niños. Solo comenzaron a serlo cuando los hermanos Grimm los recopilaron y los incluyeron en un proyecto pedagógico. Pero los Cuentos para la infancia y el hogar, en realidad, era una colección de folclore que se contaba en el seno de las familias como entretenimiento (lo que incluía a los niños), no con el fin de transformarlos en ciudadanos. Lo didáctico vino con la aplicación de los Grimm y ese didacticismo los transformó, con el tiempo, en algo más pueril. Pero en esos cuentos están los vampiros, los fantasmas, los monstruos de todo tipo, las brujas, los lugares oscuros y las paredes que se mueven, las cadenas crujientes en la oscuridad, el terror a que se apague la última luz o se prenda la primera del Infierno. También las hadas, el contrahechizo y el beso resucitador, claro. Porque no hay Oscuridad sin Luz. En el fondo, siempre se trató de eso.
Que a los chicos les guste asustarse no es algo que requiera un investigador en psicopedagogía para ser descubierto. Sabemos que quieren un susto y que el susto lleva a la risa, y que se quedan mirando aventuras rarísimas en la tele desde que son muy chiquitos. A medida que crecen, más interés: levante la mano el que no se sintió seducido por algún monstruo antes de los 10 años. Ahora bájenlas y sigamos. Hay una serie de libros llamada Historias de miedo para contar en la oscuridad, creada por Alvin Schwartz en los 90, que tiene como premisa utilizar los elementos de terror para narrar aventuras juveniles. La serie es inmensamente popular y recrea ese lazo entre la fantasía de miedo y el cuento de hadas, la jornada maravillosa. Así que no es raro que llegue al cine.
No es raro por varios motivos. Primero, el terror es uno de los pocos géneros "puros" que funciona en todo el mundo y tiene un público fiel. Segundo, las aventuras juveniles con fantasía incluida han conquistado mercados y gran parte de la pantalla (gracias, Harry Potter). Tercero, el cine en general es un asunto de chicos y jóvenes hoy en casi todo el mundo. Y, por último, es una serie o saga, la posibilidad de que surja una franquicia para seguir. Y eso, amigos, es el Grial que todos buscan en el cada vez más concentrado Hollywood.
La buena noticia es que la versión cinematográfica de Historias de miedo... está producida por alguien que comprende a la perfección el lazo entre las hadas, el terror y la adolescencia: Guillermo del Toro. Basta ver sus dos muy bellas versiones de Hellboy, o El laberinto del fauno, para comprender cómo entiende esas declinaciones de lo fantástico. Incluso su oscarizada La forma del agua es, al mismo tiempo, un cuento de hadas, uno de terror y uno de superhéroes. En este caso, el diseño visual tiene todo el "estilo Del Toro": luces glaucas, ojos muy abiertos (los ojos en todas partes, movedizos, o los ojos ausentes son su marca en el orillo) y filigranas. El ritmo es el de la aventura, porque el susto, en este caso, no paraliza a los más jóvenes. La película está ambientada en 1968, en un pequeño pueblo, en Halloween. Hay chicos, hay pibes abusadores, hay un libro maldito que causa todos los horrores. (¡Gracias, Stranger Things por estos proyectos!). La película es de una gran elegancia y está dirigida por el especialista noruego André Øvredal. El señor hizo antes dos grandes filmes: Troll Hunter, en su país natal (que es una aventura con terror), y la muy escalofriante La morgue, donde Brian Cox y Emile Hirsch tenían que enfrentarse a un cadáver maldito. Ese film, además, demuestra lo bien que dirige actores Øvredal. Historias..., por una vez, logra que el todo sea superior a la suma de las partes: es mejor la película que los libros, el estilo Del Toro no aparece como algo desgajado del resto, y la dirección de Øvredal es, al mismo tiempo y también, un trabajo de autor. Y de amor: la película, obviamente, incluye el romance y la amistad, y el contrahechizo y el beso. Porque todo cuento de terror es, además, un cuento de hadas.