Estilos y estéticas porteñas
La historia, la fisonomía, el carácter y los valores de Buenos Aires se reflejan en sus manzanas, espacios verdes, bordes e intersticios. Es necesario reconocer esa riqueza y establecer estrategias para conservarla, e impedir que la pérdida de las piezas afecte al conjunto
Una ciudad, como un organismo, tiene distintos "sistemas patrimoniales" derivados de su geografía y de su historia. Tiene estratos "geológicos" pero también "especies", todo ligado a su desarrollo urbano y edilicio, que depende de formas y estilos, construcción y tecnología, ideologías y modas. Lo construido urbano se asienta sobre tres bases: las manzanas que determinan la geometría de la trama de calles, los espacios verdes irregulares y los bordes e intersticios que definen o rellenan las redes de equipamiento. Como en cualquier gran organismo, hay piezas capitales y únicas que son los edificios monumentales, así como también componentes menores que colmatan su tejido.
En la época colonial, Buenos Aires estaba conformada con casas simples, de planta baja -muy pocas tenían un primer piso-, hechas de tiras de habitaciones alrededor de varios patios y fachadas lisas encaladas. Los monumentos eran las iglesias y los conventos, construidos con bóvedas de ladrillos para sostener naves y hasta dos pisos de habitaciones. El rol de las obras de infraestructura no aparecía como componente destacado del paisaje urbano.
De a poco va cambiando el panorama en formas y escalas. En la segunda mitad del siglo XIX, la inmigración comienza a encargarse de decorar las fachadas de las edificaciones más simples y la tecnología importada del hierro permite construcciones de mayor altura y negocios con vidrieras. La casa chorizo, derivada de la colonial cortada al medio, también se multiplica en altura conformando inquilinatos o viviendas agrupadas que hoy subsisten y configuran los cotizados "PH", que rememoran la atmósfera de la "Gran Aldea". Esas "casas chorizo" se propagaban hasta las "orillas" de la pampa y caracterizaban el paisaje de las calles barriales, hechas de sucesiones de pequeñas fachadas ornamentadas, calles adoquinadas, veredas de baldosas, filas de árboles y mucho cielo. En la década de 1880 aparecen las primeras residencias particulares de varios niveles, que jerarquizan verticalmente los diversos espacios: accesos y depósitos en planta baja, recepción en el primer piso, cuartos privados en el segundo y servicios en el tercero. Son de estilo neorrencentista italiano o a veces alemán, donde subsiste un patio central reducido cubierto por una claraboya. Es el camino alhôtel particulier, el tipo edilicio consagrado hacia el "Centenario" como vivienda urbana más sofisticada que, según su escala, puede convertirse en imponente y opulento palacio o en sobrio y elegantepetit hôtel. Son los tiempos del reinado del "estilo francés", infinitas versiones de amalgamas de distintos Luises con revestimientos de "piedra París",boiseriesyparquets. Pero los refinamientos no quedan en las superficies sino que impregnan las composiciones hechas de ejes de simetría, cuidadas proporciones y distribución funcional, basada tanto en las jerarquías delAncien Régime como en el confort moderno. Estas cualidades espaciales y constructivas permanecieron por varias décadas aún en versiones depetits hôtels de otros estilos: Art Nouveau, Tudor, Neocolonial, Art Déco o incluso en las casas racionalistas. En los barrios menos centrales -Belgrano, Caballito, Flores-, la disponibilidad de parcelas más grandes y la menor densidad de población permitieron el amplio desarrollo de otros tipos edilicios. Por ejemplo, las "villas" y los chalets de estilos más pintorescos, como los que se construían en los suburbios o en el campo. Aquí también la variedad de estilos era infinita y la ascendencia paneuropea.
El encarecimiento de los terrenos en la zona central de la ciudad y los progresos técnicos como la estructura metálica, la prefabricación de aberturas y el ascensor permitieron que, en torno a 1900, aparecieran los primeros grandes edificios de renta tanto para oficinas como para departamentos. Estas construcciones de elaborada volumetría, con juegos de balcones ybow windows, rematadas por mansardas, torres y cúpulas, modelaron el perfil metropolitano de la ciudad. Comenzando por la Avenida de Mayo y siguiendo por otros "boulevards": Callao, Alem, Rivadavia, Santa Fe, Córdoba. En estas estructuras, la variedad, originalidad e inventiva llega hasta el paroxismo, siempre domada por las crecientes regulaciones edificatorias y urbanísticas municipales. Así y todo, se construyen edificios monumentales y apoteóticos como la Inmobiliaria, la Galería Güemes o el Pasaje Barolo.
En la década de 1920, la casa de renta para vivienda fue evolucionando hacia el modelo "francés porteño". Es decir, una suerte de transposición en horizontal de la elegancia, el confort y el estilo de lospetits hôtels a pisos, semipisos o grandes departamentos. La aparición de la modernidad de la mano del Art Déco o del Racionalismo no cambia estos parámetros y criterios de diseño, donde la geometría y las proporciones se imponen más allá de la decoración. Es más, muchas veces se exaltaban para tensar y sacudir las composiciones basadas en el minimalismo y la abstracción.
A partir de finales de la década de 1930, en las zonas de baja densidad proliferan los chalets "estilo Mar del Plata", esa combinación de estilo vasco con californiano que deviene "peronista" y que conforma distintos "barrios parques" en la periferia de la ciudad. Pasada la Segunda Guerra Mundial los edificios en altura, ya sean para oficinas o para viviendas, adscribirían al "estilo internacional": prismas puros, fachadas de metal y vidrio continuas, liviandad y transparencia. Para contrarrestar esa "dureza", se trataba de incorporar obras de artistas en loshalles de acceso y a veces en paneles exteriores; una manera de incluir el arte que la "inquisición" hacia el ornamento había querido desterrar.
Finalmente, el "Brutalismo" aparecería por todos lados, exaltando intencionalmente las estructuras de hormigón armado dentro de una voluntad estética o como resultado de la economía de recursos, sin nunca conquistar la aceptación del gran público.
Más allá de los grandes relatos y de los monumentos, o de las preferencias y los estilos favoritos, el patrimonio de la ciudad está constituido por diversos estratos que representan su historia y sus cambios, su fisonomía y su carácter, sus valores locales y universales. Es necesario reconocerlos, consensuarlos y establecer criterios y estrategias para que la ciudad conserve esa diversidad y riqueza, compatibilizándola con los necesarios cambios y progresos.
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Pablo León de la Barra
El curador mexicano, convocado por las ferias arteBA y ArtRio, asumió un nuevo rol: seleccionará obras de arte latinoamericano para la colección del Museo Guggenheim de Nueva York, que se exhibirán en 2014.
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Ronald Shakespear
Maestro del diseño, fue homenajeado por la Universidad de Palermo y la de Buenos Aires, después de haber presentado en el Mamba una muestra de fotografías y una retrospectiva de 50 años de trabajo en su estudio.
Historia congelada en el espacio
Considerando a la arquitectura como "historia congelada en el espacio", es importante analizar y comprender la importancia que tiene la preservación de la mayor cantidad de testimonios de lo acaecido en una ciudad. En especial en Buenos Aires, cuya complejidad proviene más del aluvión de influencias y transculturaciones que de una historia larga, ya que la mayor parte del patrimonio porteño tiene apenas 150 años. Tanto los grandes monumentos como los "sistemas" patrimoniales correspondientes a un período, un estilo o una tipología deberían ser identificados, inventariados, valorizados y protegidos. Muchas veces las piezas están dispersas por distintos barrios. Así, la "serie Art Nouveau" es un rompecabezas de edificios alejados físicamente pero que conforman un acervo muy valioso. Como en los "juegos" de vajilla o de copas, la rotura o la pérdida de una de sus piezas representa una pérdida de valor del conjunto.
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