Estampa de época
EL INFIERNO PROMETIDO Por Elsa Drucaroff-(Sudamericana)-334 páginas-($ 33)
Las redes de prostitución en la Argentina de comienzos del siglo XX han alimentado no sólo muchas obras literarias, letras de tango e investigaciones históricas, sino también una serie de lugares comunes. Uno de ellos abona la idea de que todas las mujeres que eran traídas desde Europa del este para ejercer aquí la prostitución venían engañadas por falsos maridos e ignorando su futuro destino. Con la voluntad de mitigar estas "inocentes" suposiciones , la escritora, docente e investigadora Elsa Drucaroff construye en su tercera novela histórica, El infierno prometido. Una prostituta de la Zwi Migdal, la historia de una joven judía polaca que sopesa las ventajas de abandonar su paupérrima aldea en pos de "perderse" o quizá salvarse en la cosmopolita Buenos Aires.
Drucaroff elige centrarse en la fecunda década del veinte para armar una trama donde prostitutas, cafishos, anarquistas, periodistas y miembros de la Liga Patriótica circulan como claras estampas de época. El interés de la autora por legitimar la ficción apoyándose en la puntual investigación histórica que realizó sobre la Zwi Migdal se hace evidente en los epígrafes de cada capítulo, extraídos en su mayoría de libros sobre trata de blancas. Este vínculo con la historia produce tanto el hallazgo de un tema fructífero como ciertos obstáculos para la innovación narrativa, dado que en muchos momentos es la voluntad de recreación más que de invención literaria lo que parece predominar. La novela se centra en la historia de Dina, una joven que fue violada en su tierra por un polaco cristiano y que, con la vista gorda de su familia, es entregada a un dudoso marido con contactos en la aduana; éste finalmente la traslada a Buenos Aires para que ejerza la prostitución en un burdel de la Mutual Judía Varsovia, luego rebautizada Zwi Migdal. Si bien el tema de la muchachita engañada aparece mitigado en la novela, dado que Dina proyecta convertirse en regenta de burdel y ve las ventajas de una ciudad sin pogroms, esto no evita, empero, cierto privilegio del tono melodramático no sólo para narrar la historia sino sobre todo para reflejar la subjetividad de la protagonista.
El estilo indirecto libre es una de las técnicas que predominan, lo que permite no sólo abordar a Dina, sino también bucear en las vivencias y pensamientos de otros personajes: Vittorio, un linotipista del diario Crítica, anarquista revolucionario de 19 años, futuro salvador de la protagonista; el Juez Tolosa, miembro de la Liga Patriótica, contacto clave de la Mutual aunque sádico antisemita; y finalmente, el Loco Godofredo, periodista de policiales de Crítica, especie de mixtura entre el perfil biográfico de Arlt y los personajes de sus novelas. El notable protagonismo que va adquiriendo este personaje genera, acaso, uno de los puntos más débiles de la novela: si bien, en términos argumentales, su irrupción es funcional, resulta previsible y por momentos rústico el uso que Drucaroff hace del universo arltiano. En este sentido, resultan mucho más interesantes los perfiles del anarquista y del juez, incluso cuando los matices ceden, por momentos, a cierta construcción maniquea del malo y el bueno.
Con todo, la apuesta más fuerte de El infierno prometido es, sin dudas, ofrecer una ensoñación reparadora hacia atrás. Tomando la turbia historia de la Zwi Migdal como referencia, Drucaroff vuelca toda su empatía en la relación amorosa entre la prostituta y el anarquista, adolescentes ambos, e imagina un final feliz donde no es tanto el imaginario político o el histórico los que son interpelados, sino más bien la capacidad soñadora del presente cuando alguien se pregunta: "¿cómo hubiera sido hermoso que fuera?"
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