"Escuela y familia deben luchar juntas"
La experta brasileña en educación Regina de Assis se refirió al crecimiento de la violencia escolar en la región
"Escuela y familia deben luchar juntas para involucrar a sus hijos y estudiantes en una cultura de paz", afirma la profesora brasileña Regina de Assis, consultora en Educación y Medios, para quien la violencia escolar en América latina es un fenómeno en crecimiento y preocupante.
De Assis intervendrá en el seminario internacional "No a la violencia contra los niños y niñas; políticas públicas y responsabilidad social", como parte de las actividades paralelas incluidas en el 10º Festival Internacional de Cine "Nueva Mirada", que comenzará hoy en distintas salas porteñas.
Secretaria municipal de Educación de Río de Janeiro entre 1993 y 1996, De Assis fundó luego una empresa de multimedios en esa ciudad y es autora de varios libros sobre medios públicos para la educación y la cultura. Antes de su llegada a Buenos Aires, respondió por correo electrónico un cuestionario de La Nacion.
-La violencia escolar, que es su especialidad, parece haber crecido en la región.
-El tema es muy actual en todo el mundo. En América latina revela una serie de cuestiones que a lo largo del tiempo se agravaron. Las desigualdades de condiciones de vida, que originan familias de baja renta consideradas "disfuncionales", donde la presencia de los padres es cada vez más rara, acoplada al hecho de que las madres trabajan fuera de sus hogares y a la vez tienen varios compañeros, crean condiciones de gran inseguridad y desequilibrio a los niños. El bajo nivel de educación de los padres y la ausencia de información y valores, como el respeto por los derechos de los niños, ocasionan comportamientos de revuelta que se manifiestan violentamente en las escuelas. Por otra parte, familias de renta media, donde la disfuncionalidad también existe, agregan otro factor: el de la ausencia de límites. Los padres desean realizarse a través de sus niños y por esto les permiten todo. Estos estudiantes, por lo general, son pequeños déspotas, mal acostumbrados a la frustración, las pérdidas y extremadamente exigentes. En las escuelas públicas no siempre los maestros están preparados para trabajar con los conflictos y las situaciones de crisis.
-La violencia en América latina es simbólica y explícita. En su país, por ejemplo, la violencia doméstica en las favelas, las drogas y la prostitución marcan a toda una generación. ¿Cómo se aborda el problema?
-La violencia en América latina en contra de los niños y niñas es totalmente explícita, puesto que el trabajo infantil, la prostitución, los abusos sexuales, incluso en las familias, las drogas, en especial el crack, el hambre, los maltratos, la falta de cuidados de la salud física y mental, la ausencia de oportunidades de educación, cultura, deportes, etcétera, exigen la movilización de los gobiernos en todos sus niveles y de la sociedad. En tanto, la violencia simbólica de la sociedad del consumo y del mercado sigue provocando en los niños y adolescentes el deseo de tener productos caros y lujosos que muchas veces sólo se obtienen por la vía del crimen y de la violencia. En este sentido, la responsabilidad es de la familia, la escuela y los medios de comunicación.
-El bullying es uno de los problemas más impiadosos por los que pasan los niños y adolescentes. En la Argentina también ha habido una masacre por ese motivo. ¿Qué se puede hacer al respecto?
-El llamado bullying o asedio existe desde hace mucho, cuando pandillas de niños o niñas perseguían de varias maneras a sus compañeros, ya sea por su apariencia, su condición socioeconómica, sexo, religión y rasgos culturales. En estas circunstancias, escuela y familia deben luchar juntas para involucrar a sus hijos y estudiantes en una cultura de paz, en la cual las diferencias y la diversidad sean respetadas y aceptadas. Los medios de comunicación, utilizando distintas estrategias, pueden colaborar en mucho para evitar el grave problema del asedio.
-Lo visual siempre desafió a la educación por la brutalidad de las imágenes. ¿Cómo es su experiencia? ¿Qué cosas ha tenido que cambiar usted para entender los procesos de violencia en niños y jóvenes?
-Utilizar las imágenes para discutir la violencia es muy constructivo. En Río de Janeiro desarrollamos una serie de animaciones hechas con y para niños que estudiaban en escuelas públicas cerca de favelas, titulada "Cartas animadas por la paz". Esta catarsis les permitió elaborar sus problemas, discutiéndolos con sus compañeros, maestros y familiares que venían a la escuela a asistir a los films.
La masacre de Río podría haberse evitado
-Los medios audiovisuales y las redes sociales a veces promueven y aceptan los actos de violencia como algo cotidiano. ¿Cómo debería ser el abordaje adulto y desde la educación para que esto no ocurra?
-Criticar y cuestionar ampliamente el papel de responsabilidad de las redes sociales y abrir el debate en las escuelas y los medios de comunicación audiovisual, digital e impresos es tarea de todos. Los posicionamientos políticos también deben ser objeto de discusión en las escuelas, para que se puedan entender barbaridades como la que ocurrió en Noruega. La masacre en la escuela de Río de Janeiro (de abril de 2011, la peor en la historia escolar de Brasil) enseña cuándo los maestros y las familias deben poner atención a los niños callados, silenciosos, tristes, deprimidos, que utilizan las redes sociales para desahogar sus tristezas y revelar su deseo de utilizar la violencia.
-¿El de Río fue el acto más violento que recuerda que involucró a niños o adolescentes?
-Sí; se la llamó la masacre de Realengo. Un ex alumno de una escuela pública fusiló a cerca de 11 niños y niñas. Este joven, que se suicidó, fue víctima de asedio cuando estudió en ella y preparó su venganza durante años. Esta tragedia hubiera sido evitada si el joven hubiera sido bien atendido por su familia y por la escuela, lo cual no sucedió. Todavía hay tiempo de trabajar por una sociedad más justa y solidaria en todas las áreas, con la necesaria e indispensable participación de los medios audiovisuales, digitales e impresos.