Escritores y Facebook: cuando la red social funciona como probeta de historias y nuevos personajes
Antes de comenzar a escribir su elogiada nueva novela, Julián López comenzó a publicar fragmentos de esa historia amorosa en una red social. "La ilusión de los mamíferos (Literatura Random House) nació en Facebook; me propuse improvisar cinco minutos de escritura los domingos a la mañana y cuando tuve cuatro o cinco de esos textos me di cuenta de que pertenecían a un universo común y me decidí por la idea de la novela", cuenta. La historia del romance entre dos hombres transcurre los domingos en la casa del personaje narrador, en San Telmo, y en otros espacios de la ciudad de Buenos Aires. Como uno de ellos es un hombre casado, los domingos, los mismos días que eligió López para dar inicio a su segunda novela, están reservados al encuentro de los amantes. "Esos textos que improvisé en Facebook son parte de la novela y no cambiaron. Respeté lo que apareció en la improvisación", dice el escritor. Por ahora, no repetirá el procedimiento.
López es uno entre varios escritores argentinos que utilizan Facebook para ensayar una escritura que demanda breves intervalos de lectura. Los textos que se publican en los "estados" de Facebook pocas veces superan los tres mil caracteres y requieren una lectura intersticial, que se puede hacer en entretiempos, mientras se viaja en medios de transporte o durante una pausa en el trabajo. Es, además, una escritura abierta, que permite comentarios instantáneos de los lectores y permite a los autores editar sus propios textos. Muchos libros publicados en años recientes comenzaron a escribirse en Facebook.
"Empecé a escribir en 2014. Cuentos largos, de formato clásico, que publicaba en suplementos y revistas literarias. A la par, tenía una librería virtual. Vendía libros online y abrí un perfil en Facebook como modo de promocionarlos", dice Virginia Feinmann. Ese perfil no tenía su nombre y ella no pidió amistad a sus amigos. "Era una cuenta llena de contactos desconocidos. Ponía fotos de libros, reseñas y precios. Y cada tanto me tentaba y escribía algo mío. Al poco tiempo empecé a ver que los libros no despertaban ninguna atención, y que en cambio los textos se compartían, me los comentaban, tenían 100, 200, 300 ‘me gusta’. Algunas personas me los pidieron para narrar por radio, otros para sus espectáculos o ejercicios de teatro, un psicoanalista me dijo que se los leía a sus pacientes", comenta la autora del flamante Personas que quizás conozcas (Emecé), que reúne nuevas publicaciones, suerte de aguafuertes, crónicas y microrrelatos.
Feinmann se sintió motivada por los comentarios de lectores, entre ellos autores como Gabriela Cabezón Cámara, Elsa Osorio, Mariano Quirós y Miguel Molfino. "Toda la vida había querido escribir, pero me costaba liberarme de la posible comparación con mi papá, el escritor José Pablo Feinmann. Estar en una plataforma un poco efímera y de modo anónimo (o seudónimo) me dio mayor seguridad", confiesa. El resto vino con el apoyo de los lectores y el interés de algunos editores por publicar sus textos, que combinan emociones con sutileza. Así surgió su primer libro, Toda clase de cosas posibles, publicado por Mulita en 2016. Después siguió escribiendo en Facebook y recibió propuestas de editoriales más grandes. "No creo que publique un tercer libro con el mismo formato", anticipa. Para esta autora nacida en 1971, la interacción con los lectores casi dio origen a su escritura. "El formato puso una impronta sobre la longitud de los textos y la necesidad de que cierren en sí mismos". Curiosamente, su nuevo proyecto es un viejo proyecto: volver a escribir cuentos largos y armar un libro de cuentos "hechos y derechos, en tercera persona, con personajes más alejados de los que rodean mi mundo cotidiano", dice.
Los diarios éxtimos
Para Silvia Ramírez Gelbes, doctora en lingüística y profesora en la Universidad de Buenos Aires, la literatura en las redes tiene su germen en los blogs. No obstante, la autora de El discurso híbrido. Formas de escribir en la web (Ampersand) cree que Facebook es una herramienta menos solemne. "Para el que escribe, tiene los beneficios de una publicación inmediata. No hay mediación de correctores ni de editores ni de imprenteros, y existe una retroalimentación inminente, con los likes y comentarios", asegura. Este rasgo provee el componente de "diario éxtimo" (opuesto a "íntimo"), como expuso la investigadora Paula Sibilia en el imprescindible La intimidad como espectáculo. "No debe olvidarse que la red funciona como una vía de transmisión del espectáculo del yo: el texto se muestra en una vidriera abierta al público y muestra, al mismo tiempo, todos los otros textos del autor. Para expresarlo con una metáfora prosaica, el autor abre las puertas de su placar", grafica Ramírez Gelbes.
Un gran número de escritores, cronistas, poetas y ensayistas tomó esa senda digital. Ariel Bermani publicó relatos en Procesos técnicos (Paisanita); Alberto Giordano, experto en diarios de escritores, publicó El tiempo de la convalecencia (Iván Rosado), diario en Facebook con varios microensayos; por entregas, Mori Ponsowy escribió una crónica de su viaje a Japón, y la actriz y escritora Camila Sosa Villada, invitada a la décima edición del Filba Internacional, difundió poemas que luego aparecieron en La novia de Sandro (Caballo Negro). Editores de sellos chicos, medianos y grandes buscan nuevas voces en la comunidad virtual.
También Félix Bruzzone hizo de la red social un laboratorio de escritura. En Piletas (Excursiones), suerte de diario de un limpiador de piletas (otro de los oficios del escritor), reunió anotaciones que había dado a conocer en forma digital. "Empecé a escribir pequeñas entradas, de a poco las fui ficcionalizando y luego descubrí que lo hacía para alivianar el trabajo duro de limpiar piletas. Luego empecé a ficcionalizar directamente, a guionar mis actos y dejar que la escritura fuera solo un registro. Hacerlo en Facebook fue lo más cómodo. No soy de andar con anotadores encima cuando trabajo y consideraba que la escritura debía producirse in situ". Así, gracias al celular y a Facebook emergió un nuevo libro.
Pequeñas delicias de una red social
Premio Nacional de Poesía en 2015, Jorge Aulicino aprovechó Facebook para crear a una pareja de personajes insólitos, el sentencioso Cacho Velvedere y Bonturo, su partenaire silencioso. "Bonturo es un personaje mencionado por Dante en el canto 21 del Infierno. Es un estafador, al que los diablos respetan por el momento. Un diablo dice que en Luca todos son estafadores, ‘excepto Bonturo’, y no es seguro si Dante lo dice irónicamente", detalla Aulicino, traductor argentino de La Divina Comedia. "Y Cacho nació como falsificación: es un sabio de boliche al que recurro para divagar. Medio culto, habla un lenguaje entre refinado y vulgar. Se iba a llamar Veldevere, pero escribí mal el nombre la primera vez y lo dejé así: Velvedere. El humor es una manera de entretenerse de uno mismo, de distanciarse", dice el poeta. Cacho Velvedere ya integra el elenco de los autores ficticios que llegaron a las librerías. Ediciones del Dock publicó en 2017 ¿Verdad, Bonturo?, título que remeda el latiguillo de Velvedere a la hora de impartir sus enseñanzas.
Existe incluso el caso de narradores que escriben solo en Facebook. "Hace un par de años que vengo bloqueado con la escritura, excepto en Facebook. Ahí escribo mucho, muchísimo, demasiado. Creo que me sucede eso porque desacraliza el acto de escribir, porque todo lo que se publica ahí está atado a lo inmediato y a los cinco minutos ya es tema viejo de conversación", dice Cristian Godoy, autor de dos libros de cuentos: Galletitas (Pánico el Pánico) y Ruidos molestos (Conejos). En su opinión, "Facebook deja todavía más en evidencia que no existen los autores, que los textos pertenecen a todos y a nadie, que todos los escritores nacemos 'chorros', que no existen tampoco la letra impresa y definitiva ni la originalidad". Según Godoy, esas publicaciones cumplen una función similar a la de los ciclos de lecturas, donde escritos de todo tipo se ponen a prueba.
Los lectores (y los editores) ya lo saben: muchos autores argentinos experimentan con su escritura en la red social. Si se los quiere leer en tiempo real, solo resta esperar que aprueben nuestras solicitudes de amistad.
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