Erotismo arquetípico
El éxito de Cincuenta sombras de Grey se funda en la recreación de los lugares comunes de la literatura erótica, pero dándoles un aspecto de novedad
Erika Mitchell, 48 años, productora de un canal de TV británico, madre de dos hijos y esposa feliz, era una lectora compulsiva de Crepúsculo . Se había convertido en una fanática de Bella Swan y de Edward Cullen, los jóvenes y castos héroes de la saga de vampiros light escrita por la norteamericana Stephenie Meyer. Secretamente, Erika Mitchell también aspiraba a ser escritora, por lo que su familia y amigos no se alarmaron más de la cuenta cuando decidió canjear su nombre real por el de E. L.James y, a partir de esa metamorfosis, transformarse en una fan fiction . El término, como se sabe, engloba a los hombres y mujeres que mediante un blog o una cuenta de Twitter escriben historias protagonizadas por sus personajes favoritos, pero cambiándoles la naturaleza que tenían en la ficción original. Así podremos encontrar a Caperucita Roja convertida en femme fatale . Las fantasías de E. L.James giraron en torno de Bella Swan y de Edward Cullen: transformó a la casta pareja en dos criaturas desbordantes de sexo sadomasoquista. Los ardientes jóvenes primero navegaron por el blog y el Twitter, poco después deambularon por un libro electrónico y finalmente, rebautizados, ingresaron al libro tradicional. Ahora, bajo los nombres de Anastasia Steele y Christian Grey, son los laboriosos protagonistas de Cincuenta sombras de Grey , el gran éxito editorial de esta temporada.
La relación sadomasoquista entre amo y esclava es uno de los temas recurrentes en la literatura erótica. Los franceses (Marqués de Sade mediante), se muestran como pioneros del género. Pero serán las francesas quienes lleguen a la cota más alta. En 1954 Dominique Aury, bajo el seudónimo de Pauline Réage, publica su célebre Historia de O , y, treinta años más tarde, Marguerite Duras da a conocer otra novela ejemplar, El amante . El esquema, con ligeras diferencias, es similar: joven mujer que no vacila en llevar a cabo todo lo que le exige su macho dominante. E. L. James no se aparta ni un centímetro de ese esquema: Anastasia es una joven universitaria de 21 años que entrevista a Christian Grey, un empresario que no llega a los 30. A E. L. James no le inquietan los arquetipos, acude a ellos con alarmante puntualidad. Christian es un perfecto adonis y, según proclama Anastasia, resulta bello por donde se lo mire. Diestro jugador de golf, cuenta con un jet lujosísimo y un sofisticado helicóptero, viste ropa carísima y come en los mejores restaurantes. Anastasia, en cambio, poco tiene para ofrecer, salvo su pulcra virginidad. Niña inocente a merced de varón poderoso: nada nuevo bajo el sol? ni sobre la cama. Aquí, precisamente, es donde se marca la diferencia.
The New York Times proclama que Cincuenta sombras de Grey "es la novela erótica que ha revolucionado a las mujeres de Estados Unidos", y el Daily News dice: "La exitosa combinación de historias románticas y juego erótico de alto voltaje que ha tocado la fibra de muchas mujeres". ¿Juego erótico de alto voltaje? ¿Los entusiastas críticos de The New York Times y del Daily News alguna vez habrán posado sus ojos sobre aquella célebre y anónima princesa rusa? O, en el estricto espacio de la literatura, ¿habrán leído a Sade? La más puritana página del marqués es infinitamente más erótica que la más encendida página de James.
Aquellos que cultivan las relaciones sexuales encuadradas en la sigla BDSM ( Bondage , Dominación, Sumisión, Masoquismo) suelen firmar el contrato RACK, acrónimo de Risk Aware Consensual Kink, que para los hispanoparlantes pasaría a ser "riesgo asumido y consensuado para prácticas de sexualidad alternativa". Antes de poseerla, el amo Grey le exige a la sumisa Anastasia que firme ese contrato. Ahí se detallan qué acciones sádicas estarán permitidas y cuáles no. Asimismo, se exponen una serie de normas de cumplimiento obligado; por ejemplo: "la Sumisa no beberá en exceso, ni fumará, ni tomará sustancias psicotrópicas, ni correrá riesgos innecesarios". El profiláctico es de uso ineludible. Estamos frente a recomendaciones más cercanas a la salud pública que al desenfreno sexual. La inocente Anastasia pierde su virginidad en la página 133, pero habrá que esperar hasta la 510 para ver por fin la escena sadomasoquista. Christian ata a Anastasia a la cama y la castiga con el adecuado látigo de tiras. No alarmarse: hay otras muchísimas escenas de sexo contadas con lujo de detalles que, es de sospechar, no se diferencian mucho de las que habitualmente llevan a cabo las entusiastas lectoras de Cincuenta sombras de Grey . Acaso éste sea el único mérito de la novela: ofrecer más de lo mismo y conseguir que se lea como si fuera algo único y diferente.
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