Ernesto Sabato: homenajes a diez años de la muerte del autor de “Sobre héroes y tumbas”
El legado del escritor, en una serie de conferencias en vivo desde la Argentina y España
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A diez años de la muerte de Ernesto Sabato, que se cumplen el viernes 30, la fundación que lleva su nombre le rinde homenaje con un ciclo de charlas online sobre el legado de su obra y sobre su defensa de los derechos humanos. Participan, desde España, Pilar del Río Saramago, Fanny Rubio, Baltasar Garzón, Rafael Argullol y Juan Cruz Ruiz y, desde Argentina, Elvira González Fraga, María Rosa Lojo, Bernardo Kliksberg, Hugo Mujica, Darío Sztajnszrajber y Juan Sasturain, entre otros invitados.
En la apertura del ciclo, que empezó el jueves pasado y se extenderá hasta el 14 de mayo, González Fraga, viuda del escritor y directora del Área Social y Educativa de la fundación; Kliksberg, integrante del Consejo de Administración y asesor permanente; Rubio y Garzón compartieron el pensamiento de Sabato sobre la desigualdad social a partir del artículo “Los derechos de la infancia”, escrito por el autor de El túnel en 1990, que se puede leer completo al final de esta página.
Para Kliksberg, profesor honorario y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires, Sabato fue un “genio literario, que se internó en lo más profundo de la condición humana y cantó a la democracia, las utopías y la esperanza. Junto a sus monumentales obras, lo representan muy bien gestos humanistas como su inolvidable artículo ‘Soberanía para carniceros’, de 1960, donde alzó su voz solitaria para defender a Israel por la captura de Adolf Eichman en nombre de la justicia universal y el manifiesto en defensa de los derechos de los niños, donde denuncia múltiples atropellos como la pobreza y el tráfico de órganos que avergüenzan a la humanidad y exige soluciones inmediatas”.
Tanto Kliksberg como Garzón destacan que, después de presidir la Conadep y de entregar a la justicia el histórico informe titulado “Nunca más”, donde se documentaron miles de casos de desapariciones forzadas, torturas y asesinatos durante la dictadura militar, el escritor aseguraba que esa tarea fue “entrar en el infierno”. “Nunca lo amilanaron las innumerables amenazas de muerte que recibió de los grupos neonazis. Era coraje, humildad, integridad y amor”, aseguró Kliksberg, quien le dedicó un agradecimiento a la “inmensa obra” del autor y a sus “luchas pioneras por un mundo mejor”.
Garzón, por su parte, recordó el inmenso aporte de Sabato a la investigación de la justicia española sobre los crímenes cometidos durante la dictadura argentina. “Durante una hora y media declaró ante mí, apuntando en especial a los responsables de la Escuela Mecánica de la Armada en Buenos Aires, que él calificaba como el paradigma del horror, porque allí no sólo se habían cometido crímenes, sino que también habían ganado dinero con ello. Era algo que le preocupaba y que resaltaba”, dijo el ex juez español. Y agregó: “Sabato lo tuvo claro desde el principio: ‘Espero que mi declaración contribuya por lo menos a que no se olvide lo que pasó. Porque, ¿para qué sirve sino la cárcel para los pobres diablos?’, dijo entonces. ¡Qué cierta es esa convicción de que, tras un conocimiento de tal calibre, la vida no puede volver a ser igual! Tampoco la mía lo fue después de conocer tantos horrores”.
Según la periodista Cristina Mucci, “en la figura de Sabato influyen varios factores extraliterarios, como el famoso almuerzo con Jorge Videla, y posteriormente, su designación por el ex presidente Raúl Alfonsín al frente de la Conadep. Seguramente ése es el Sabato que ovacionó de pie el teatro El Círculo de Rosario repleto en el cierre del Congreso de la Lengua en 2004. Fue una de sus últimas apariciones públicas, algo difícil de olvidar”. Mucci considera que “hoy se lo recuerda poco, y salvo Abelardo Castillo, que siempre lo reivindicó, y algún otro caso aislado, los escritores argentinos rara vez lo nombran. Sin embargo, en los años ’60 fue uno de nuestros autores más importantes. Era una época de enorme potencia de la literatura argentina, y seguramente muchos recordarán el impacto que produjo la aparición de Sobre héroes y tumbas, novela que marcó a una generación”.
Consultada por el legado literario de un autor controvertido, la catedrática y escritora española Fanny Rubio destaca: “En mi opinión, como novelista (de obras como El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador) ha peleado por la verdad y ha levantado por los aires la teoría de la novela como un físico de las palabras: el lector ha de navegar con él entre informaciones, collages, de la mano de Unamuno, de Pirandello y del mismo Sabato, guiándonos por entre los laberintos tenebrosos dignos de los narradores rusos, particularmente Dostoievski y Tolstoi. Parte de la fragilidad del ser humano y suma la zona oscura de la existencia de la mano de Kafka creando la posibilidad de redención a partir de la escritura”. En particular, sobre Abaddón el exterminador, Rubio señala: “A medida que avanza la trama, encadena historias anteriores e incluye referencias al Barroco y referencias apocalípticas, cartas, fragmentos de diarios para otorgar a la novela la categoría de rapto unificador del mundo. La suya es una entrega a la creación total donde vincula lo metafísico, lo indagatorio en la condición humana, la idea de compromiso y búsqueda de los valores de la verdad en medio de un mundo degradado”.
El poeta Hugo Mujica, que el martes 27, a las 11, dialogará con el filósofo Darío Sztajnszrajber y el narrador y ensayista español Rafael Argullol sobre la cuestión del placer y el dolor en el arte en la mesa “Manantiales de la creación”, prefiere hablar del Sabato personal: “Hubo un tiempo en el que estuve cercano a Sabato, conocí algunos de sus errores, algunos de sus aciertos, es decir, del barro del que estamos hecho. Pero no es eso lo que me interesa cuando juzgo a alguien, me interesa la fidelidad a lo que cree, la pasión con la que se cree, el cuerpo que se pone en lo que se cree, y de eso Sabato fue su propio testigo: siéndolo nos lo enseñó”.
El jueves 29, a las 17, un día antes de la fecha precisa de su muerte, la Biblioteca Nacional rememora a Sabato con una charla entre María Rosa Lojo y Juan Sasturain, director de la BN, sobre la novela Sobre héroes y tumbas. “Sabato creó una obra compleja, inmemorial y contemporánea, regida por la aspiración de totalidad. Apela tanto a la historia como al mito y abre fisuras alucinantes en el territorio de lo cotidiano. Polisémica, pluridimensional, fantástica y realista, es heredera del surrealismo en su voluntad de experiencia poética extrema, sin abandonar el análisis de la realidad sociopolítica argentina y latinoamericana”, dijo Lojo a LA NACION.
El ciclo continúa en mayo con dos actividades: el miércoles 12, a las 17, habrá una lectura online de fragmentos de Informe sobre ciegos y el viernes 14, a las 12, se cerrará el homenaje con una charla entre Pilar del Río Saramago, Evangelina Soltero, Fanny Rubio, Fernando Rodríguez de la Fuente y César A. Molina. La programación completa se puede consultar en el sitio web de la fundación, donde se transmiten las charlas en vivo.
Manifiesto, de puño y letra de Sabato
Los derechos de la infancia
“El tremendo estado de desprotección en que se halla expuesta la infancia, nos demuestra, palmariamente, que vivimos un tiempo de inmoralidad. Este hecho aberrante nos absorbe como un vórtice, haciendo realidad las palabras de Nietzsche ‘los valores ya no valen’.
Para todo hombre es una vergüenza, un crimen, que existan doscientos cincuenta millones de niños explotados en el mundo. Se los ve hurgando la basura para encontrar algo que comer. O buscando en la oscuridad un lugar donde tender su cuerpo. ¡Qué vergüenza! ¡Adónde hemos llegado!
Estos niños son forzados a prostituirse o se ven obligados a trabajar desde los cinco, seis años en oficios insalubres, en jornadas agotadoras por unas monedas, cuando tienen suerte, porque muchos chiquitos trabajan en regímenes de esclavitud o semi-esclavitud, sin protección legal o médica. Sufren enfermedades infecciosas, heridas, amputaciones y vejaciones de todo tipo.
Se los encuentra en las grandes ciudades del mundo tanto como en los países más pobres.
En América Latina quince millones de niños son explotados. En nuestras propias ciudades son rematados por cien o doscientos dólares, secuestrados y muertos para vender sus órganos a los laboratorios del mundo. ¡Tal es el daño, tal el suplicio al que los hemos arrojado! Y esta llaga abierta sobre las calles del mundo nos advierte que algo de la humanidad del hombre se ha eclipsado.
Tan mal se los ha tratado que, en sus ojos, en lugar del candor con que la creación ha dotado a la infancia, late el miedo y la desconfianza radical y para siempre, de quien no ha encontrado padres en su niñez. A estos millones de niños no sólo les ha faltado el amparo de su familia, sino que tampoco contaron con nosotros, los hombres y mujeres que presenciamos con indiferencia su desamparo.
La intemperie de esos primeros años la arrasarán como una herida abierta por el resto de sus días.
Son niños y niñas que no conocen aquel sentimiento de grandeza que vislumbramos quienes gozamos un horizonte pleno de posibilidades. Ellos, los niños abandonados de hoy, en nada creen, ¡tanto han sido golpeados! Y hacia delante parece que no estamos en condiciones de prometerles siquiera una vida digna.
No podemos cruzarnos de brazos admitiendo, a la vez, la perversidad de un sistema cuyo único milagro ha sido el concentrar a una quinta parte de la población mundial más del ochenta por ciento de la riqueza, mientras millones de chiquitos en el mundo mueren de hambre en la más sórdida de las miserias.
Por eso, a los hombres del poder les decimos, les pedimos, ¡les exigimos! El cumplimiento de las promesas que sucesivamente han venido asumiendo. El cuidado de la infancia no puede ser entendido como una tarea más, sino como la decisiva y única posibilidad de recuperar a una humanidad que se siente a sí misma desfallecer.
Nada es más importante que alentar este impulso, todo lo que podamos hacer por los chicos del mundo es imprescindible. Es urgente. Los gobiernos deben comprender que del cuidado de la temprana infancia pesa el destino; ésta es una tarea decisiva para la consolidación de la democracia y para el futuro de la humanidad.
La falta de gestos humanos en el uso del poder genera una violencia a la que no podremos combatir con armas, únicamente un sentido más fraterno nos podrá salvar.
El objetivo fundamental que los Jefes de Estado deben plantearse es el deber de asumir con la mayor gravedad el bienestar de los niños y niñas, protegiéndolos y preparándolos para construir, junto a sus hermanas y hermanos, un universo a la medida de la grandeza humana. En la mirada de nuestros niños está el único mandato al que debemos responder. La orfandad de esa mirada es un crimen que nos cuestiona como humanidad.
Haciendo propias las palabras de Dostoievski “cada uno de nosotros es culpable ante todos, por todos y por todo”, salgamos a defender los derechos de estos chiquitos desamparados, sin el cuidado que esos años requieren.
Nuestra responsabilidad es insoslayable.
Estos chicos nos pertenecen como hijos y han de ser el primer motivo de nuestras luchas, la más genuina de nuestras vocaciones.”
(Leído por Elvira González Fraga en el primer encuentro del ciclo)
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