Ernesto Neto. El artista y chamán que conquista el Malba
Podrá visitarse desde hoy su muestra "Soplo", en la que, con distintos materiales, trae a la vida el imaginario indígena
Internarse en túneles de tela, dormitar en el arrullo de una cuna colgante, pasar entre cascabeles, golpear un tambor al son del corazón o sentarse a meditar con piedras en la cabeza: sensaciones que se pueden vivir en las obras de Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), que desde hoy toman el Malba. Su retrospectiva, Soplo, trae al país sesenta piezas producidas desde finales de los años 80 por este artista que redefine el concepto de escultura contemporánea. Hay obras en papel y fotografías, pero lo que define su labor son las grandes instalaciones inmersivas hechas de medias de nylon o tejidas al crochet, lúdicas y espirituales a la vez.
Neto se declara discípulo tanto de Lygia Clark como de Constantin Brancusi. Explora la dimensión ritual de escultura blanda, preocupado por la relación del hombre con la naturaleza, los lazos sociales y la conexión con el más allá. "El artista es una especie de chamán", dice. Durante la primera recorrida que guía, Neto va vestido de blanco y lleva flores de jacarandá detrás de las orejas. Dibuja un camino con la forma de infinito, cierra los ojos y medita, canta mantras, baila, enciende hojas de laurel y sahúma un espacio de meditación... Jochen Volz y Valéria Piccoli, director y curadora jefa de la Pinacoteca de San Pablo, donde originalmente fue montada esta exposición, la pensaron en dos ejes: "Por un lado, las obras que invocan los sentidos del observador y desafían su cuerpo a que participe e incluso se sumerja en la escultura; por el otro, las obras que solicitan una activación por parte del espectador y apuntan a una noción de cuerpo colectivo, al estimular, de forma lúdica, el contacto y la convivencia".
"Yo intenté seguir el camino de la naturaleza en mi trabajo. Andamos sobre la poesía porque la poesía está en todos los lugares. El arte vibra todo el tiempo. El artista es aquel que encuentra un encantamiento en cualquier cosa", dice Neto. Puede estar hablar mucho de su obra: en la Pinacoteca batió su récord y llegó a las cinco horas. Esta vez, lo hará en la mitad del tiempo, deteniéndose en cinco obras emblemáticas.
Flying Gloup Nave 1999 -2019
Desde mediados de los 90, Neto crea grandes instalaciones transitables de poliamida, poliestireno, clavos y arena. Los visitantes se sacan los zapatos y caminan dentro de estos tubos que se suspenden a un metro del suelo. Concibe la escultura como organismo que tiene piel, olor, orificios, donde el cuerpo necesita negociar su propio espacio porque este se deforma a su paso. "Trae de vuelta el concepto de vida. La vida es comunión, alegría, juego, danza, canto. Necesitamos volver a esa energía de vida. Estas esculturas buscan mover nuestro cuerpo para que el cuerpo trabaje nuestra mente, para que no sea dominante y controladora. La alegría es la cura, aprendí de los pueblos indígenas. Ellos tienen una sabiduría que necesitamos", dice Neto.
Copulônia 1989 -2009
El título es un neologismo que une las palabras cópula y colonia. La obra está formada por medias de nylon rellenas de plomo. Neto levanta la media con su carga y la deja caer sobre el piso: deja una estela de polvo a su alrededor del material con que se hacen las municiones. "Al caer, la obra ocurre. Para hacerlas, primero entraba en tiendas muy masculinas de productos para cazar y después iba a lencerías a comprar medias... una cacería diferente. Estos conceptos de femenino y masculino van a permear en mi trabajo. La naturaleza es una continuidad. Lo oscuro y lo claro. Una mano en la oscuridad total y la otra a la luz del sol, como en la vida de las plantas. Lo masculino y lo femenino somos uno solo", explica Neto. La obra condensa elementos de su lenguaje, como la comprensión sensible de la abstracción geométrica, la composición en múltiples partes, el uso de formas lúdicas y de materiales textiles elásticos, y pares conceptuales como opacidad y transparencia, tensión y tranquilidad, peso y levedad, plenitud y vacío, más como un campo de tensión que como opuestos.
Circleprototemple...! 2010
La obra de Neto es sinestésica: no solo es para ser vista, sino también para tocar, oler y oír. Dentro de un corazón rojo, hecho de una estructura de madera que emula huesos y con un tejido que lo recubre, hay bancos para sentarse en círculo y tocar un tambor. Golpea como un latido: retumba en todo el cuerpo. "Es una sala de encuentro, con un epicentro que se expande hacia afuera. El equilibrio necesita un punto de encuentro para expandirse. Tiramos una piedra al agua y se crean ondas. Es un principio de la existencia: respiramos y nos expandimos. En la espiritualidad nos metemos en lo más profundo de nuestro interior para expandirnos en las estrellas, la eternidad, el futuro... en la biblioteca de Borges".
Velejando entre nós 2012 -2013
"Me enseñaron a tejer mi abuela y mi tía abuela, que estaban siempre juntas haciendo labores. Me encanta hacer crochet. Creo que si todos hiciéramos media horita por día de crochet sería muy bueno para la vida", dice Neto, mientras se mece en una de sus obras. A fines de la década de 2000, empezó a tejer en crochet y eso le permitió construir grandes estructuras habitables, suficientemente resistentes como para soportar el peso de los visitantes que caminan dentro de ellas, como ocurrió en el Faena Arts en 2011, donde se podía recorrer una red de cuarenta metros por veinte. En esta exposición hay una de esas piezas que es una mezcla de balanza y espacio de convivencia, donde se puede el espectador recostar y hamacar en sincronía con otros. "Es como un panal de abejas. Un espiral, que representa el tiempo orgánico: cada punto está atado a una vuelta pasada y una vuelta futura", dice el artista.
O Sagrado é Amor 2017
En un apartado de paredes negras está esta escenografía para meditar, creada con diversidad de géneros (algodón, voile, tul, viscosa, percal, yute, seda), que conforman un árbol-escultura. Dentro de sus ramas textiles hay frutos como clavos de olor, hojas de laurel y cristales como el cuarzo rosa y el jaspe rojo, a los que se les atribuyen propiedades terapéuticas. Cada rama termina en una corona que el meditante se pone en la cabeza para sentarse a respirar. Todo es color rojo, en referencia al "chakra raíz". Se trata de una invitación a la restauración energética y la reconexión con lo sagrado, entendido en su dimensión universal y no religiosa. Neto enciende en una vasija hojas se laurel y entona un mantra democrático: "Cada uno tiene su mantra, cada uno tiene su mantra, cada uno tiene su mantra".
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