Entre la cueva y el peep-show
El compositor argentino radicado en Francia presenta dos obras en el Centro de Experimentación del Teatro Colón

¿Quién soy?, se preguntaba Luis Naón en el título del texto que, hace cuatro años, escribió para el libro colectivo Nuevas poéticas en la música contemporánea argentina. "No sé muy bien quién soy", se respondía. Más allá de las verosimilitudes biográficas (un hermano asesinado por bandas cercanas a la Triple A, la guitarra eléctrica, la participación en el coro del Teatro Argentino de La Plata, los estudios en la Universidad Católica Argentina y luego en el Conservatoire National Supérieur de Musique y en la Universidad de París VIII), su única certeza era casi una divisa: "Lo bello es difícil". De algún modo, la música de Naón es una respuesta a esa ecuación que se debate entre belleza y dificultad.
En un lapso de menos de quince días, se podrán ver en el Centro de Experimentación del Teatro Colón dos de esas respuestas de Naón, instalado en París desde hace décadas. Primero, a partir del 24 de agosto, Sainte-Nitouche, con la mezzo Susanna Moncayo y dirección de Rut Schereiner; luego, desde el 7 de septiembre, la instalación Lascaux Experiencia, preparada por Diego Pittaluga e interpretada por el Ensamble Laborintus. Esta instalación es parte de un ciclo mayor de 25 obras llamado Urbana, para acordeón, percusión y electrónica, que se estrenó en el Ircam en 1998.
–Además de la alusión a la cueva con pinturas rupestres, lo primero que llama la atención en Lascaux Experiencia es la tensión entre lo electroacústico y lo instrumental. ¿Cuál es la historia de esa tensión en tu trabajo?
–El proyecto de Lascaux tiene casi quince años. Surgió como una propuesta fija, de sonidos fijos, como eco de Urbana. Por diversas razones, esta instalación paralela no se llevó a cabo. En 2003, las Musiques Inventives d’Annecy y el Estado francés me encargaron una obra electroacústica y el proyecto volvió al tablero. Esos 12 movimientos, puramente electroacústicos y cercanos a un mundo concreto (alusión a la roca de la cueva de Lascaux), estaban compuestos en multicanal y acompañados por el video de Diego Pittaluga sobre los trabajos del plástico Abel Robino. Algunos movimientos fueron perdiendo la forma original al agregar la parte instrumental. Cada nueva capa puede completar pero también borrar las formas preestablecidas. El sueño de la obra consiste en la participación de otros artistas, invitados a pintar en esta caverna que inventamos. La idea es reencontrar cierto anonimato del arte. Hoy recordamos y vemos Lascaux, poco importa si fueron uno o muchos los pintores que contribuyeron a crearla. La obra queda y nosotros podemos aspirar al olvido.
–La palabra "experiencia" parece aludir también a "The Jimi Hendrix Experience". Y, de hecho, hay una gestualidad que evoca por momentos a la guitarra eléctrica.
–En los sonidos electroacústicos de Lascaux hay una gestualidad "concreta" que alude a un sonido que se quiere ancestral. Elegí los sonidos de unas cuerdas vibrando en una caja (un arpa), unas percusiones de metal frotado y un tubo en el que se sopla (clarinetes bajo y contrabajo). La escritura instrumental posterior tiene una connotación gestual importante. La guitarra eléctrica y la voz están siempre presentes en la manera en que fabrico trayectos y melodías. Gran parte del contenido expresivo de mi trabajo viene de esa zona de mi niñez musical.
–¿Cuál fue el origen de Sainte-Nitouche?
–Hay tantas obras sobre la muerte, sobre temas terribles… Siempre temas graves, urgentes. Hablando de esto con Yves Pagès, le dije que tendríamos que hacer una obra pensando en el sexo, en la atracción y el apetito sexual. Una vez lanzada la propuesta, fuimos construyendo el personaje a partir de la idea de una cantante sola en escena. De a poco, se fue encaminando la escritura a un personaje inhabitual, la star de un peep show, que es, por definición, un personaje mudo. Ahí es donde traicionamos la primera perspectiva de construir una obra "sexy", ya que lo grotesco de la realidad del comercio sexual y de las formas actuales de la representación erótica tiene un aspecto social inapelable. El contexto hizo surgir entonces otro personaje, Miss Didascalia, una suerte de narradora holográfica, y las voces masculinas que escucha Sainte-Nitouche mientras ejerce su oficio. Son textos de clasificados eróticos inventados por Pagès, maestro de las formas cortas y manipulador de un francés que contiene la musicalidad de un Rimbaud y la acidez de un Céline.
–Me gustaría que hicieras alguna consideración sobre los intérpretes. ¿Hasta qué punto resulta decisiva la colaboración con determinados músicos o ensambles?
–Mi trabajo de compositor está ligado a colores y dominantes dadas por ciertos intérpretes. Muchas de mis obras mixtas son en gran medida retratos de intérpretes particulares que influyeron, desde el sonido y el fraseo, en la manera de encauzar las obras. Es el caso de Susanna Moncayo, cuyo timbre es para mí el de una mezzo arquetípica. Mi mezzo. Pasa también con la inteligencia del fraseo en la dirección y mi cercanía con Rut Schereiner; como directora, ella pauta, más allá de la consulta técnica, el ensamblaje de una obra en su arquitectura. En el caso de Lascaux, los intérpretes del Ensamble Laborintus han estado presentes en mis primeras tomas para la constitución del material electroacústico, mucho antes de que la obra se convirtiera en la experiencia de hoy, una obra mixta.
–Compusiste una pieza sobre un texto de Fogwill. ¿Tenés el proyecto de seguir con otros de sus textos?
–Conocí a Fogwill a través de mi gran amigo Charlie Feiling. Como sabés, Quique cantaba casi todo el tiempo. La música era para él una energía vital. Escribí una sola obra sobre uno de sus textos, y la dediqué a su hijo, Francisco, que es pianista, y al mío, Mathias, que es violinista y director. Ein Lied para soprano acompañada por un saxo, una viola y un piano, se teje a partir de su poema "Formas decrecientes"; formas paternas, decrecientes. La responsabilidad de la paternidad, la continuidad a través de los hijos fue algo que siempre compartimos con Quique. Me hubiese gustado componer una ópera con él; tengo algunas ideas que me envió hace ya muchos años, y es probable que en una de mis próximas obras para el Ensemble Accroche Note de Estrasburgo vuelva a adentrarme en alguno de sus poemas.
Funciones. Sainte-Nitouche se verá desde el 24 de agosto, a las 20; Lascaux Experiencia, desde el 7 de septiembre, ambas en el CETC