Entre ficción y no ficción: recuperó la libertad el asesino que Emmanuel Carrère noveló
Jean-Claude Romand era un falso médico que mató a su familia y fue famoso por el libro El adversario del autor francés; las preguntas sin respuestas
Narrar para sobrevivir. Narrar para vivir. Narrar para pervivir. Y fuera de esa narración, el vacío, el sinsentido. Jean-Claude Romand es, además de un asesino, un narrador. Su caso excede todo límite de lo literario. En él coincidió una oscura trinidad: autor, protagonista y, claro, narrador. Un hombre inventó una vida y, cuando no pudo más sostener la verosimilitud de la trama, asesinó a sus lectores más cercanos, a su propia familia. La Justicia francesa dictaminó que Jean-Claude Romand, el hombre que en 1993 mató a sus hijos, a su esposa y a sus padres, quede en libertad sometido a vigilancia electrónica. El adversario, de Emmanuel Carrère, inspirado en esta masacre, es una de las grandes novelas de no ficción del siglo XX. Este texto no es solo una crónica sobre el crimen de Romand y un ejercicio para comprender qué empuja una psiquis hacia el abismo del terror. El adversario es una reflexión filosófica y literaria sobre el poder y la necesidad de la narración como texto coherente a través del cual los hombres dotan sus vidas de sentido.
En 2015 la posibilidad de que Romand, condenado a cadena perpetua, quedase en libertad comenzaba a barajarse. la nacion consultó a Carrère, en el Festival Hay de Segovia, qué decidiría hacer en caso de que este escenario se concretase: "No estoy en contacto con él. Si sale de prisión no iré a esperarlo, pero sí podría reunirme con él". La libertad condicional llegó cuatro años después gracias a la decisión de la Corte de apelaciones de Bourges. "Para mis clientes constituye una gran decepción y un gran dolor. Tienen la sensación que para Romand todo ha terminado, cuando para ellos eso no sucederá jamás", declaró la abogada de los hermanos y tíos de las víctimas.
Poco después de publicar un libro de compleja clasificación, Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Un viaje en la mente de Philip K. Dick, donde Carrère, traza paralelos entre el maestro de la ciencia ficción y su propia vida, ocurre la masacre: "La mañana del sábado 9 de enero de 1993, mientras Jean-Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica en la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito. Gabriel tenía cinco años, la edad de Antoine Romand. Luego fuimos a comer con mis padres, y Romand a casa de los suyos, a los que mató después de la comida", comienza El adversario, publicada en 2000. ¿Cuánta ficción incluimos en nuestra propia vida? ¿Cuánto nos engañamos a nosotros mismos para hacer menos insoportable nuestra frustración? ¿Cuánto daño causamos con aquel relato? Luego de asesinar a su familia Roland intentó suicidarse con la ingesta de barbitúricos que lo mantuvieron dopado mientras su casa se prendía fuego, un incendio provocado por él, otra puesta en escena, otra narración que se frustró.
El adversario es una obra maestra que nace de una obsesión. Carrère estaba dispuesto a bucear nuevamente en la mente de un narrador, pero esta vez en uno más dañino que Dick. Durante meses buscó un modo de acceder al testimonio de ese hombre que había convencido a todo su entorno de que se desempeñaba como investigador de la Organización Mundial de la Salud, aunque jamás había terminado la carrera de Medicina. Finalmente, Carrère le escribió una carta: "Me dirijo a usted movido por una curiosidad malsana o por el gusto del sensacionalismo. Lo que usted ha hecho no es, a mi entender, la obra de un criminal ordinario, ni tampoco la de un loco, sino la de un hombre empujado hasta el fondo por fueras que le superan, y son esas fuerzas terribles las que yo desearía mostrar en acción".
Tres meses después de recibir en prisión la carta de Carrère, y de tres peritajes psiquiátricos, Romand accedió al pedido del escritor y comenzó un intercambio epistolar y luego uno presencial. Juan Villoro, en La utilidad del deseo, elogia el trabajo de Carrère: "Quizá [Romand] advirtió que toda su vida adulta había sido una novela autobiográfica, una novela extrañamente vacía, no escrita, que debía llenarse de sentido.
En esta ocasión fue él quien buscó al novelista". Los escritores dotan de sentido la vida de personajes anónimos, antihéroes, seres ignorados por los grandes medios, personas sin poder o sin influencia. "Entendí que contaba más conmigo que con los psiquiatras para hacerle inteligible su propia historia, y más que con los abogados para hacerla comprensible al mundo", escribe Carrère.
Carrère confesó el año pasado que tuvo un bloqueo creativo y que volvería al ruedo en 2019 al cine a través del documental. Quienes aprendieron y se inspiraron con El adversario esperan una reflexión del autor francés tras la liberación -y un nuevo capítulo por escribirse- de Romand.
Nuevos interrogantes surgen en torno a este asesino, pero más aún con El adversario, una musa literaria con la que Leila Guerriero inaugura su reciente libro Opus Gelber: Retrato de un pianista: "Pensé que escribir esta historia solo podía ser un crimen o una plegaria".