Entre el cielo y el infierno
Una monumental biografía de William Blake, escrita por G. E. Bentley Jr., subraya el carácter visionario de los textos y de los grabados del poeta y artista. Gran lector de la Biblia, el autor de Canciones de inocencia no creía en la omnipotencia de Dios y afirmaba que mantenía diálogos con Miguel Angel y Rafael
G. E. Bentley, Jr., obsesivo escudriñador de memorabilia blakeana, ha logrado con The Stranger From Paradise. A Biography of William Blake (Yale University Press, 2001, 523 páginas) el hito definitivo que se eleva por sobre el abultado número de disímiles biografías dedicadas al enigmático poeta, grabador y pintor inglés nacido en 1757 y muerto en 1827. Pese a la rimbombancia de su éxito, Blake aún se nos presenta como fantasma de su propia invención, regente unipersonal de un mundo en esencia vedado a cualquier pesquisa biográfica medianamente terrenal, único patrón de ese inalcanzable lugar de celestes proporciones entramado por los delirantes dictados de su imaginación. Sin desmerecer la monumentalidad del esfuerzo de Bentley, irremediablemente persistirán eternas dudas, como por ejemplo las circunstancias que llevaron a un Blake tranquilo, supuestamente casero, a exclamar en sus famosos Proverbios del Infierno que "La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría";o bajo qué experiencias llegó a versificar: "De una esposa desearía/lo que en las putas siempre se encuentra:/ la expresión del deseo gratificado".
"Para Blake -explica el autor- el paraíso era la imaginación humana, y pasó la mayoría de su tiempo allí. Creyó con firmeza en ello, y actuó decidida y consistentemente según su creencia". Blake, bendecido a lo largo de su vida con visiones no tan sólo diarias, sino que hiperreales -al punto de bosquejar con método y calma lo que se le iba apareciendo-, declaró no conocer "otra cristiandad ni otro Evangelio que la libertad de cuerpo y de mente para ejercitar las artes divinas de la imaginación".
Bordeando la herejía
Para entender la peculiar e iluminada obra poética y pictórica de William Blake -tildado por los pocos contemporáneos que en él repararon como "demente", "alucinado", "santo" o "místico"-, es necesario hurgar en las creencias religiosas que heredó de su familia.
Nacido en Londres el 28 de noviembre de 1757 -nunca se alejó más de 96 kilómetros del perímetro urbano-, hijo de un oscuro tendero, fue bautizado en la empingorotada aunque democrática iglesia de St. James, Picadilly. Con tan sólo cuatro años de edad recibió una primera visita de Dios, quien dejó ver su rostro a través de la ventana. El pequeño respondió con un chillido de terror. Sus padres creían en la tradición de los Disidentes. Para ellos la verdad residía exclusivamente en la Biblia. La única intérprete de aquella verdad era la propia conciencia, no los curas ni la iglesia. La lectura privada de la Biblia se prefería al catecismo que se oía en misa y a la devoción que en el templo se hacía pública. El ala extremista de los Disidentes se denominaba en el siglo XVIII "Entusiasmo", y Blake se identificó como un "entusiasta", por lo que no leía la Biblia en un sentido literal ni ortodoxo. Ciertamente sus opiniones parecerían heréticas a cualquier iglesia: la expiación "es una doctrina horrible"; Cristo "estuvo errado en sufrir en carne propia su crucifixión";aseguró no creer en la omnipotencia de Dios, y sostenía que "Cristo es el único Dios... y eso soy yo y eso eres tú". Según Bentley, los Disidentes "despreciaban no tan sólo las vanidades del mundo, sino también toda manera mundana. Para ellos, como para Blake, el mundo es regido por la Bestia y la Ramera, la era de los milagros todavía está con nosotros, y el Apocalipsis es ahora". La mayoría de los Disidentes desconfiaba de los colegios extraños a su secta, por lo que Blake nunca recibió educación formal.
En opinión de Bentley, Blake "transmutó su lenguaje nativo del Entusiasmo religioso en el lenguaje del arte [...] Cristo y la Biblia son todavía el centro de la visión de Blake, pero se hallan tan transmutados que tanto sus compañeros entusiastas, como los miembros de la iglesia de Inglaterra, difícilmente los reconocerían".
Siempre en el paraíso
Debido a las extraordinarias y precoces habilidades que el niño demostró con un lápiz en la mano, su padre comprendió de una vez que el oficio de tendero no era para el chico. Mediante un esfuerzo económico considerable, matriculó a su hijo en la escuela de pintura de Henry Pars. Coetáneamente, Miguel Angel se convertía en el estándar de lo sublime, y desde sus primeros acercamientos a la Antigüedad y al Renacimiento, Blake demostró su preferencia por el capresino -sus admiradores lo consideraron una reencarnación de éste- y por Rafael. En 1772 fue encomendado por siete años como aprendiz a la tutela de James Basire, principal grabador de la Society of Antiquaries y de la Royal Society. Blake jamás demostró algún interés comercial en su oficio, y esa convicción la mantendría hasta su muerte.
En 1782 Blake se casó con Catherine, personaje difuso con quien compartió el resto de su existencia y que lo sobreviviría tres años. Sabemos que era analfabeta y que el poeta la ayudó a instruirse. De ella es la frase célebre que inspiró el título de la obra de Bentley: "Disfruto muy poca compañía del señor Blake; él está siempre en el paraíso". No tuvieron hijos. Cinco años más tarde murió Robert, el hermano del poeta que vivía con ellos. William nunca perdió el contacto con su espíritu, que lo visitaba frecuentemente y lo aconsejaba sobre las más diversas materias. "Los triunfos por los que es mejor conocido se deben a la inspiración de Robert Blake", asegura Bentley.
Ciertamente no podemos referirnos a la carrera de William Blake como exitosa. Siempre vivió en la modestia que bordea la miseria, y de no ser por la generosidad de quienes lo rodearon, principalmente pintores o patrones de arte, su pasar financiero habría sido dramático. La excepción, según Bentley, se dio entre la muerte de Robert Blake y la finalización de la gran serie de grabados coloreados de Blake (1795), años que fueron "maravillosamente lucrativos. Blake avanzaba en su carrera, se le comisionaron mayores grabados y algunos de su propio diseño;fue lo suficientemente próspero para mudarse a una casa más grande, en un jardín de suburbio, con una empleada y con dinero y plata para ser prestada y robada. Inventó los Grabados Iluminados y produjo un gran número de libros iluminados desde Canciones de inocencia y experiencia hasta El matrimonio del Cielo y del Infierno , Thel , America y Europa . Además inventó un método de imprimir en color con el cual produjo no sólo muchos de sus libros iluminados, sino también sus extraordinarias series de enormes grabados en color, desde Newton hasta Elohim creando a Adán . Estos son logros muy relevantes".
Entre 1795 y 1804 Blake no publicó nada propio. El trabajo más importante de ese período, el poema Night Thoughts de Young, ilustrado con grabados de Blake, ni siquiera recibió una reseña. Con justa razón se queja Bentley de que "uno de los más ambiciosos y sensacionales libros ilustrados de aquella o de cualquier otra época en Inglaterra fue ignorado como si nunca hubiese sido publicado". Según Bentley, "quizá el más grande admirador contemporáneo de las Canciones de experiencia de Blake haya sido Samuel Taylor Coleridge". Una voz contemporánea testificó que "cuando Blake y Coleridge estaban en compañía, parecían seres de otra esfera, respirando por algún tiempo en nuestra tierra". Conocida fue la afición al opio de Coleridge, pero de Blake no se documentan vicios. "Sabemos bastante acerca de las ideas sexuales de Blake, pero muy poco acerca de sus acciones sexuales y menos acerca de las de Catherine. A Crabb Robinson le dijo que "las esposas debían ser en común", pero parece improbable que Blake actuase libremente sobre estas premisas.
John Varley, artista, astrólogo y deudor, quedó estático de fascinación cuando conoció a Blake. Un año después de su muerte, Varley publicó A Treatise on Zodiacal Physiognomy , que ilustró con las Cabezas visionarias de Blake. Varley es también la fuente, aunque no el autor, del horóscopo del poeta que se publicó en la revista astrológica Urania de 1825. Según éste, Blake "parece tener alguna curiosa relación con el mundo invisible; de acuerdo con su propia versión (en la que es, en apariencia, perfectamente sincero), está permanentemente rodeado de los espíritus de los muertos de todas las edades, naciones y países. Ha mantenido, como afirma, conversaciones con Miguel Angel, Rafael, Milton, Dryden". En el otoño de 1819 Blake comenzó a dibujar para Varley las visiones que se le presentaban avanzada la noche, las denominadas Cabezas visionarias . Entre los más sensacionales estudios fisionómicos que resultaron de estas visiones se encuentra "El fantasma de una pulga". Según Varley, "la pulga le dijo que todas las pulgas eran habitadas por almas como las de los hombres y que como por naturaleza estaban sedientas de sangre, providencialmente eran confinadas al tamaño y forma de los insectos; de otra manera, si tuviesen por ejemplo el tamaño de un caballo, despoblarían a una gran porción del país".
Crabb Robinson anotó en su diario una de las últimas conversaciones de Blake. Durante la sesión se habló del Diablo. Dice Crabb Robinson: "y yo comenté que cuando niño la doctrina maniquea me parecía racional. El asintió, y en confirmación dijo que no creía en la omnipotencia de Dios. El lenguaje de la Biblia al respecto es sólo poético o alegórico. Luego negó que el mundo natural sea algo. Todo es nada, y el imperio de Satán es el imperio de la nada".
Los dos últimos años de su vida Blake sufrió ataques que con intermitencia lo postraban en su cama. La muerte para él era solamente "un cambio de habitación". El laborioso visionario dejaba una obra que puede ser tan grande como la eternidad misma, ya que él, y sólo él fue capaz de: "Ver un mundo en un grano de arena/ Yel cielo en una flor salvaje/ Contener la infinidad en la palma de tu mano/ Yla eternidad en una hora ."