Entre 2010 y 2022, gracias al Programa Sur, aumentó la traducción de libros de autores argentinos
Un informe elaborado por dos investigadoras de la Fundación TyPA actualiza los datos de la “extraducción”: los títulos de escritores locales que se publican en otras lenguas; se presenta este miércoles en jornadas con especialistas e investigadores
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Aunque sigue creciendo la cantidad de libros de autores argentinos traducidos a otros idiomas, es menos de lo esperable. Esto revela un nuevo informe realizado por dos investigadoras de la Fundación TyPA -Gabriela Adamo y Victoria Rodríguez Lacrouts- que actualiza los datos acerca de la “extraducción en la Argentina”, es decir, las traducciones de libros de autores locales a otros idiomas en el periodo 2010-2022. El propósito es brindar datos acerca de un área importante (y algo opaca) del mercado editorial. El informe se puede consultar en este enlace.
Este miércoles de 9 a 13, en el aula 605 del sexto piso del Edificio Volta se presentará el informe durante las jornadas “Traducir la Argentina. Políticas y prácticas de traducción editorial de autores argentinos”, organizado por Fundación TyPA y el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Universidad Nacional de San Martín. Además de Rodríguez Lacrouts y Adamo, participan los investigadores Alejandro Dujovne, Daniela Szpilbarg y Heber Ostroievsky, y los editores Maximiliano Papandrea (de Sigilo), Manuel Rud (de Limonero), Cecilia Palacios (de Penguin Random House). En una mesa se hablará sobre la importancia de los datos sobre la traducción (como los que provee el informe); en otra, sobre “estrategias” para vender derechos a otras lenguas.
La investigación se hizo a través de cuestionarios enviados a más de 600 editores, agentes literarios y autores del país y del exterior, además de un análisis de las bases de datos del Programa Sur de Cancillería -“la única fuente de información medianamente organizada sobre ventas de derechos argentinos”, según las autoras- y de la base de datos ThreePercent (que se limita a libros traducidos al inglés que circulan en territorio estadounidense). Ni la Cámara Argentina del Libro ni la Cámara Argentina de Publicaciones registran esta información.
Entre 2010-2022 se vendió un total de 1787 licencias, lo que determina un promedio anual de 149; y 1224 títulos, con un promedio anual de 102. Los cinco autores con mayor cantidad de licencias vendidas son Julio Cortázar (65), César Aira (50), Claudia Piñeiro (40), Roberto Arlt (40) y Ricardo Piglia (39). Y los cinco países donde se compraron más derechos de autores argentinos son Italia, Estados Unidos, Francia, Brasil y Alemania.
“De un mismo libro se pueden vender varias licencias, es decir, el permiso para traducir a varias lenguas -explica Adamo a LA NACION-. Rayuela, por ejemplo, es un solo título que está vendido a un montón de lenguas. Desde el punto de vista comercial, esta es la situación ideal. Se hace un esfuerzo de promoción importante por un libro y se logran muchas ventas. Pero lo que sucede en la mayoría de los casos es que los títulos se venden una sola vez, o sea, para una sola lengua. Ahí el esfuerzo rinde mucho menos”. En el informe se registraron 49 lenguas traductoras.
Las investigadoras reconocen que el número total de libros traducidos a otras lenguas es mucho más bajo del deseable. “Se traduce un promedio anual de cien libros -dice Adamo-. Pero la buena noticia es que hay un crecimiento sostenido. Pequeño, pero sostenido”. Las lenguas más traductoras son las centrales: el inglés, el italiano, el francés y el alemán. “En nuestro caso, se suma el portugués, representado por editoriales brasileñas, que son un cliente importante para nuestros libros”, agrega.
La ficción -novelas y libros de cuentos- encabeza el ranking de géneros más vendidos, con el 64,8%, seguida por la no ficción (16,5%), la poesía (11,7%), la literatura infantil y juvenil (3,8%) y el teatro, con el 1,8%. “Desde lo cualitativo, seguimos observando una mezcla de autores clásicos con autores más nuevos que han demostrado, también, mucho éxito comercial en el mercado local (los casos de Claudia Piñeiro, Samanta Schweblin, Mariana Enriquez, etc., que reemplazan a nombres como los de Guillermo Martínez, Tomás Eloy Martínez o Pablo de Santis en el primer informe)”, se lee en el informe.
“Nuestro interés parte de la idea de que la literatura argentina es de muy alta calidad, que podría ser traducida del mismo modo en que se traducen obras de las lenguas llamadas centrales, y que como ‘jugadores’ de la industria editorial tenemos la responsabilidad de pensar estrategias para que esto suceda -dice Adamo, que es editora y traductora-. En TyPA, que dirige con esfuerzo Américo Castilla, creemos que lo principal es contar con buena data y entender lo mejor posible las vueltas de un proceso que es bastante complejo: es lo que nos proponemos con estos informes”. Existen dos investigaciones previas, que también se pueden consultar en la página web de TyPA. “Están dirigidos en primer lugar a los responsables de la industria editorial, como editores, agentes literarios y funcionarios públicos, pero resulta de interés también para investigadores, traductores y autores”.
“Al contar ya con la extraordinaria herramienta que es el Programa Sur, pensamos que lo más importante ahora es la comunicación: trabajar para que los editores extranjeros conozcan nuestra literatura y ayudarlos, en una segunda instancia, a que los lectores extranjeros también le presten atención”, destaca Adamo. Del total de editoriales traductoras relevadas en el informe, el 71% recibió al menos un subsidio. El resto (214 editoriales) tradujo sin recibir apoyos.
Para Adamo y Rodríguez Lacrouts, el Programa Sur de Cancillería, es “fuera de serie en muchos aspectos, para la Argentina pero también en el mundo”. Creado en 2010, cuando la Argentina fue invitada de honor en la Feria del Libro de Frankfurt, el programa se sostiene desde entonces sin interrupciones. “Además de otorgar subsidios que rondan los tres mil dólares y, así, apoyar en una forma muy directa la traducción de autores argentinos, también se fue convirtiendo en una base de datos invalorable, que como industria debemos aprender a aprovechar mejor. A la vez, queda claro que los subsidios funcionan mejor cuando vienen de la mano de la capacitación, es decir, de programas como la Semana TyPA o el Fellowhsip de la Feria de Editores. Son sinergias muy valiosas”.
En el informe se remarca que escasean datos sobre la “extraducción” en el país. “Gracias al Programa Sur sabemos qué es lo que se traduce con subsidios, pero es muy difícil saber qué libros se traducen por fuera del programa”, dice Adamo. Se intentó completar esa información con 600 cuestionarios a editores, pero no todos respondieron. “Sería ideal contar con un sistema ágil de registro de ventas de derecho, fácil de usar, y comprometer a los editores a que aporten su parte de información. Estamos trabajando en eso”.
Se incluye en el informe un apartado con sugerencias para editores y funcionarios. “La industria argentina suele tener otras urgencias y a veces la venta de derechos parece un tema menor, que queda para más adelante. Pero estamos convencidas de que, si se sostiene en el tiempo, es un parte de la cadena de ventas que puede dar resultados sólidos y no tan supeditados a las vicisitudes de la coyuntura”, razona Adamo, para quien se necesita un “trabajo coordinado entre el estado y las empresas privadas, que combine el aspecto comercial con el simbólico-cultural y, sobre todo, que se sostenga a largo plazo”. Una de las propuestas que hacen es que el Programa Sur destine parte de sus subsidios a segundas o terceras traducciones del mismo libro, o a editoriales que se comprometan a traducir toda la obra de un autor determinado.
Para el investigador Alejandro Dujovne, el informe de TyPA es muy valioso. “Toma un periodo extenso que no había sido estudiado por los informes anteriores -dice a este diario-. Y se puede ver el impacto del Programa Sur. Por último, el informe revela la dificultad que tiene el sector para generar información y, por lo tanto, para poder afinar políticas públicas. La principal base es el Programa Sur, pero es una parte; tenemos un problema con la generación, sistematización y análisis de uno de los aspectos del mercado del libro, clave para la internacionalización del sector”.
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