Enrique Avogadro: “La cultura siempre ha sido contracíclica: en medio de las crisis, tenés una explosión cultural”
Mientras dice “transitar la incertidumbre” sin sobresaltos a la espera de cuál será su rol en el nuevo gobierno de Jorge Macri, el ministro porteño observa la coyuntura política, hace un balance y señala: “en esta responsabilidad, uno recoge la antorcha y se la pasa a otra persona”
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Si no fuera una modificación en su agenda de último momento, el cambio de sede para esta entrevista con el ministro de Cultura de Buenos Aires podría tener diferentes lecturas. Acostumbrado a recibir como en casa en museos, bibliotecas, teatros y demás dependencias públicas del área que tiene a su cargo desde el 13 de diciembre de 2017, esta vez Enrique Avogadro (Buenos Aires, 1976) cita a LA NACION en el Malba: el principal museo de gestión privada del país. La posibilidad de una salida o continuidad suya en el gabinete porteño, tras seis años cumplidos en el cargo, siempre con Horacio Rodríguez Larreta, es a su entender pura “incertidumbre”. En estos días de nombres que se agitan como dados adentro de un cubilete, el suyo no hace ruido.
Lógicamente, su actividad de campaña en redes sociales bajó la intensidad después de las PASO y –más aún- cuando el espacio político al que pertenece, Juntos por el Cambio, quedó tercero en la primera vuelta de la elección nacional. Lo que no merma es su presencia en cuanta inauguración, estreno o novedad convoque la atención de alguno de los temas que atraviesan no sólo su cartera sino su interés personal. Al fin y al cabo, se podrían escuchar muchas opiniones sobre la gestión de Avogadro menos que no fue un ministro presente. En tanto político, hay que reconocerle también que, como pocos en esta Argentina agrietada y belicosa, ha sido siempre respetuoso y conciliador. A la hora del balance cabrían muchos temas, pero el interés por la coyuntura electoral es inevitable: dice saber cómo administrar la ansiedad, cuando todos quieren conocer qué va a pasar.
Mientras el Malba se va poblando de directores y curadores de museos de todo el país, reunidos en Buenos Aires con motivo del Comité Internacional para Museos y Colecciones de Arte Moderno, Avogadro se entusiasma: “Qué bueno que esté pasando esto, ahora, en este contexto. Qué bueno que artistas y directores de museos, curadores y curadoras de todo el país se puedan vincular con el mundo a través de este encuentro. La cultura siempre ha sido contracíclica -reflexiona-, en medio de las crisis, tenés una explosión cultural. La gente de afuera siente la misma sorpresa que anoche Taylor Swift al subirse al escenario frente a ese público increíble: ‘¿¡Dónde estuvieron ustedes toda mi vida?!”, parafrasea.
En el segundo piso del Malba, donde continúa hasta el lunes la muestra de Edgardo Giménez, está la obra de un creador optimista, a tono con un ministro optimista. A la hora de las fotos, el cartel verde con el título de la exposición, “No habrá ninguno igual”, es demasiado para su bajo perfil: posar ahí sería muy pretencioso. Además, al lado, está la exuberante escultura de Divine, en rojo shocking, que empuña un arma. Bien al estilo del artista pop, la sala grande está llena de monos y monas (¿una foto con gorilas?, tampoco es una buena idea). Finalmente se inclina por una escalera, suerte de arcoíris que desemboca adentro de un huevo gigante. Elige también una estrella, blanca, que no llame mucho la atención. Y en el piso de abajo, accede a un último retrato junto a una obra que es un clásico de la colección de Malba, de la brasileña Maria Martins: “Lo imposible”.
-¿Con quién estoy hablando?
-Cada vez que alguien me dice ministro, yo corrijo y digo: Enrique. Siempre sentí que ministro es algo pasajero y Enrique voy a ser siempre, hasta el final. Así que estás hablando con Enrique Avogadro.
-¿Estás en tus últimas días como ministro?
-No lo sé, definitivamente estoy terminando una gestión, que concluye el 10 de diciembre. Es la gestión en la que acompañé a Horacio en estos seis años y, por suerte, la ciudadanía revalidó a nuestro espacio eligiendo a Jorge [Macri] como jefe de gobierno. Del resto, no hay definiciones todavía, es la pregunta que me hace todo el mundo.
-¿No sabrías ya si fueras a continuar?
-No lo sé yo ni nadie. Jorge está trabajando en el armado de proyectos, evaluando nombres, pero no ha confirmado absolutamente nada, con prudencia. Tenemos por delante una elección presidencial y me imagino que lo querrá hacer después de la definición nacional. También tiene que ver con qué tipo de país nos espera. Sí estamos haciendo reuniones, tenemos una planificación para el 2024 y una visión de los próximos cuatro años. Él es una persona, además, con la que siempre tuvimos vínculo, está empapado de las acciones que llevamos adelante, con lo cual hay una muy buena relación.
-Te sentís en carrera.
-No es una carrera. Estoy muy contento con que haya sido elegido jefe de gobierno porque me parece que eso habla, por un lado, del reconocimiento de la ciudadanía a lo que hicimos todos estos años, pero también de una expectativa respecto de la figura de Jorge, que tuvo una gran gestión en Vicente López, particularmente vinculada a la cultura. Es alguien que conoce el sector. Uno se acostumbra después de tantos años de servicio público, es natural que haya ansiedad. Hay que transitar la incertidumbre sabiendo que Jorge quiere dar continuidad. Estas son responsabilidades que se tienen por un tiempo determinado. Soy poco personalista en este sentido. Me imagino pasando la antorcha….
-¿Demasiado poco personalista en un sector de perfiles altos?
-Cada uno tiene su perfil. Yo preferí desde el principio poner al frente al equipo, valorar el calibre de la gente con la que tengo la suerte de trabajar, de quienes aprendo todos los días. Abusando de las metáforas, el mío es el trabajo de hacer que una orquesta suene bien: cada uno con su momento de solista.
-¿Y suena bien?
-Sí, hemos hecho un trabajo importante a lo largo de estos años. Pensando siempre que uno recoge una antorcha y se la pasa a otra persona. Para cualquiera que tenga esta responsabilidad, la cultura de la ciudad de Buenos Aires es un desafío gigantesco por su diversidad, su trasformación constante y lo vibrante que es. Independientemente de lo que pase, son tiempos de balance, y me siento orgulloso de lo que hicimos.
-¿Cuál es tu mirada y tu posición sobre la coyuntura electoral, de cara al balotaje, siendo además que pertenecés a un espacio político que se resquebrajó con el apoyo o no a Javier Milei?
-Sigo considerando que Juntos por el Cambio es un proyecto político que tiene futuro. Las cosas no se dieron como esperábamos en la elección general y quizá es demasiado temprano para hacer un análisis profundo de dónde estuvieron los errores. Pero conservo la esperanza de que sea lo que tiene que ser: una alternativa a una ciudadanía que quizá no se ve reflejada con la oferta que tenemos por delante el 19. Es decir, un espacio que se conserve unido y haga una oposición responsable al próximo gobierno, gane quien gane.
"Sigo considerando que Juntos por el Cambio es un proyecto político que tiene futuro. Las cosas no se dieron como esperábamos en la elección general y quizá es demasiado temprano para hacer un análisis profundo de dónde estuvieron los errores."
-“Oposición, gane quien gane”, eso ya te deja parado en el voto en blanco: ni Massa ni Milei.
-Siento que son dos malas alternativas, de todos modos, este año celebramos 40 de la democracia. Habernos mantenido unidos en los últimos cuatro años evitó que el kirchnerismo avanzara con toda una serie de temas que de no tener una oposición unida hubieran sido muy graves para el país. Por ejemplo, este sistema de espionaje ilegal de unas características muy preocupantes. Volviendo a la responsabilidad de Juntos por el Cambio como oposición, es un rol fundamental, porque es un espacio con una gran cantidad de diputados, diputadas, senadores, gobernadores, intendentes, y una representación política que recorre el país entero. Me mantengo optimista en el mediano plazo.
-Dicen que Jorge Macri no ve con buenos ojos conservar funcionarios que hicieron campaña con Rodríguez Larreta.
-En los años electorales hay mucho de novela alrededor de los vínculos. Con Jorge tenemos una excelente relación, independientemente de mi posición tomada en la PASO. En absoluto creo que eso me juegue en contra.
-¿Ni un poco cansado de la política estás?
-Hay una palabra que alguna vez usamos: hay que “desdramatizar” que cambien los gobiernos, que se tomen un tiempo para pensar qué equipos quieren poner en la cancha. Para ser muy claro y contundente, por supuesto quiero que a Jorge le vaya bien y lo voy a acompañar desde el lugar que sea. No es un momento para especular. Respecto del cansancio: es general; este es un trabajo muy intenso, no me quejo, lo disfruto enormemente y aprendo mucho todos los días. Hicimos y hago una gestión que siempre estuvo en la calle y no en la oficina, adonde voy una vez por semana. El resto del tiempo estoy reuniéndome con artistas visitando espacios culturales. Nosostros nos íbamos a encontrar en la Biblioteca Ricardo Güiraldes, este cambio de sede fue fortuito, y es un buen reflejo de esta gestión: nos sentimos en casa en todo el ecosistema cultural, que está integrado por supuesto por la cultura pública, pero también por una muy potente cultura independiente, una cultura comunitaria, y privada de la que también estamos orgullosos. Buenos Aires es una mejor ciudad gracias al proyecto del Malba o de Proa o de Juventus Lyrica. En el balance de esta época fue clave trabajar para absolutamente todo el sector, por supuesto con independencia política. Busqué activamente que se supiera que el ministerio está al servicio de todos. Nuestra tarea es doble: cómo hacemos que la cultura de la ciudad sea más amigable y a la vez ampliar su acceso para que cada vez haya más personas que puedan vincularse y ser protagonistas.
-Más que en los faros culturales del área que conducís, como podrían ser el Teatro Colón o el Museo de Arte Moderno, tu impronta aparece en la gestión de nuevas herramientas como el Pase Cultural, en los barrios, en el circuito independiente.
-Tener un equipo del calibre que me ha tocado liderar, en muchos casos con experiencia enorme, me permitió saber que esos grandes faros que mencionás estaban en buenas manos. Si ves la programación de los últimos años del Teatro Colón, de Complejo Teatral de Buenos Aires, el Recoleta, la Usina del Arte, el Museo de Arte Moderno, por mencionarte los más visibles, pero podría seguir por el Centro Cultural 25 de Mayo, etcétera, te vas a encontrar con una oferta pública de máxima calidad que al mismo tiempo se plantea cómo ampliar el acceso. De ahí el programa de entradas para jóvenes en el Colón o que el Pase Cultural para 40 mil alumnos de escuelas y universidades públicas pueda usarse en el San Martín. Hubiera sido mucho más difícil sin un equipo como el que tenemos. Mi trabajo es sentarme, pedir una planificación, aprobar un presupuesto y todo el año estar diciendo: “¿qué necesitás, cómo te puedo ayudar, hay que hablar con algún área para que lo que nos habíamos comprometido a hacer puede salir más rápido?”. Es un trabajo invisible. La cultura de la ciudad de Buenos Aires es un portaviones y esto que tanto le llama la atención a los visitantes del exterior es producto de un sistema en permanente transformación, donde el circuito independiente alimental al oficial, y el oficial al comercial. Fíjate lo que pasó con una obra que salió de la fábrica del complejo teatral como Lo que el río hace, agota localidades en el Astros. Es clave tener un mirada panóptica sobre todo el sistema. En este sentido es clave Mecenazgo: 1500 proyectos por año que se pueden hacer gracias al apoyo público, pero con distancia… En inglés hay una expresión que me gusta mucho, arm length: con la distancia de un brazo. Es decir, en un sector independiente tiene que haber políticas públicas que acompañen, con la distancia suficiente para no meterse en los contenidos. En este balance, haber apostado por una hipercercanía con todo el mundo de la cultura ha sido también un estímulo que volvió con creces.
-Estás hecho un influencer en las redes sociales: hacés videos, recomendás canciones y libros...
-No es nuevo. Yo tuve un blog en la época de los blogs, estuve en Twitter cuando recién empezaba… También hay algo de estar presos del algoritmo y de buscar de qué manera hacer más visible lo que hacemos. Los viernes, que comparto las canciones, es un ejercicio que hago por mi cuenta después de que un día antes de la pandemia entrara al Top 50 de Spotify y me diera cuenta de que no conocía ni un solo artista. ¿Qué pasó? ¡Me volví viejo y soy ministro de cultura, no puedo no conocerlos! De manera sistemática empecé a vincularme con la escena. Es una forma de vincularme más fuerte con la cultura joven para no perder el registro de lo que pasa. Históricamente fui una persona a la que mis amigos llamaban para decirme: “Voy a salir, ¿qué hago?”. También dedico todos los días un rato a conversar con Chat GPT para entender.
-¿A conversar?
-Sí, a preguntarle cosas. Lo uso para hacer brainstorming. Cuando tengo que dar una conferencia, escribo: “Contame países que estén haciendo cosas como estas”. Y uno va refinando la forma de repreguntar para que la inteligencia artificial te devuelva resultados interesantes. Claramente va a transformar por completo todos los ámbitos. Que no te sorprenda que en unos meses saque un ciclo sobre este tema.
-Hablás de balance, vamos a suponer entonces que tiene dos columnas: el DEBE y el HABER. Abriste el Teatro Alvear, finalmente, lo recibiste cerrado, por casi una década fue una espina, y se reinauguró hace unos meses. En cambio, había un compromiso político tuyo y del director del Teatro Colón de resolver el problema de la jubilación de los bailarines. ¿En qué avanzaron?
-Puedo comentar sobre el compromiso de Jorge [Telerman] y su equipo de todos los temas vinculados al Colón, incluyendo el bienestar de quienes trabajan allí. Te mentiría si te dijera que estoy al tanto del detalle. Parte del modo de trabajo que tenemos es de respetar a los equipos en la forma de llevar adelante las instituciones que tienen a su cargo.
-Poné vos otro ítem en esa columna.
-¿En el haber? Uno de los temas es el nivel de informalidad que tiene el sector cultura. Lo que la pandemia desnudó de un día para el otro cuando se cerraron los espacios es que salvo los artistas muy reconocidos, que tenían espalda, se quedaron sin posibilidad de trabajar, de moverse, de bailar, de ensayar, de dar clases. Y se quedaron sin ingresos. Eso nos hizo pensar mucho sobre las alternativas que puede haber para que en la Argentina, no solo en la ciudad de Buenos Aires, los artistas tengan alguna cobertura. Estuvimos estudiando un modelo de España, donde hay una suerte de caja de compensación al que aportan artistas y espacios culturales en los momentos en los que trabajan, para que cuando no lo hacen tengan una tranquilidad. Déjame pensar qué más, hago como mi propio abogado del diablo...
-Es autocrítica.
-[Largo silencio]. Más que autocrítica, pueden ser proyectos que queremos profundizar de cara a la próxima gestión. Casos de éxito como el del Abasto Cultural, un proyecto muy innovador, me gustaría que podamos ampliarlo a otros barrios.
-Si tuvieras cuatro años más, ¿qué harías?
-Seguir ampliando el acceso a la cultura, apostando a la escena independiente como sector estratégico, por supuesto garantizar la calidad y excelencia de los efectores culturales públicos, mantener un vínculo de mutuo respeto y apertura total en el sector. Hay una oportunidad de profundizar el trabajo con las industrias creativas: alrededor del 10% del producto de esta ciudad está vinculado a las industrias culturales. Hay que meterle muy fuerte a la cultura urbana: no es casualidad que tengas un artista como Bizarrap, que fue tres veces número uno del mundo en muy pocos meses. No es casualidad porque es un exponente de un ecosistema de artistas: Duki agotó en un rato River, y detrás hay enormes artistas del género muy jóvenes, que van a hacer los Charly García o los Spinetta de esta época. El arte urbano, el gaming, el streaming, nuevas disciplinas culturales y creativas. Como ciudadano soy un fanático de la cultura de Buenos Aires y no tengo dudas de que va a seguir brillando a futuro.
Los elegidos del ministro de Cultura 2023
Un libro: La paciencia del agua sobre la piedra, de Alejandra Kamiya
Una obra de teatro: El Brote, de Emiliano Dionisi
Una película: Puan
Una obra de danza: Folia, por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín
Una muestra de arte: Manifiesto verde, en el Museo Moderno
Un disco: La Citadina, de Carla Pantanali
Un show de música: La Mona Jiménez en Forja (Córdoba, 20 de Julio 2023)
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