Enrique Avogadro: “Hay que desdramatizar los cambios en el Teatro Colón”
Las idas y vueltas en el primer coliseo, el compromiso político de resolver la jubilación de los bailarines, el saldo de la pospandemia, los desafíos del presupuesto, la designación inminente en el Complejo Teatral, las deudas en el Alvear y el “trabajo en equipo”, un caballito de batalla de esta gestión
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Todo un día caluroso en bicicleta lo deja un poco despeinado al Ministro de Cultura en la Biblioteca Leopoldo Lugones, en Belgrano, cerca de las cuatro de la tarde. Despeinado, pero bien dispuesto a la charla, receptivo frente a los temas difíciles, respetuoso aun –o sobre todo- frente a posibles críticas. Nada excepcional para Enrique Avogadro, funcionario de la administración porteña que va por el quinto año en este cargo que desempeña con verdadera inquietud. Vale el ejemplo: al término de esta entrevista tendrá todavía en agenda dos reuniones antes de “cambiarse en una cabina de teléfonos como Superman” para llegar de saco y corbata a la apertura de la temporada lírica en el Teatro Colón. Tal cual, un par de horas más tarde, se lo ve codo a codo -primero cerca del foyer, luego en palco y finalmente tras bambalinas- en un triunvirato junto con la saliente directora general, María Victoria Alcaraz, vestida de rojo para la despedida, y el directivo entrante en la sala mayor, Jorge Telerman. Pero en tren de semejanzas con personajes animados, más que Superman, tal vez, el ministro se asemeje más a Droopy: nadie entiende bien cómo hace para estar presente en todos lados (el museo, la feria, el teatro, la calle). Avogadro tiene el don codiciado de la ubicuidad.
-Empezó movidito el año.
- Viniendo de la pandemia creo que de alguna manera la sociedad entera se ha hecho más resiliente.
-¿Es una ironía a tono con la Subsecretaría de la Resiliencia que el gobierno nacional creó esta semana?
-En absoluto. Atravesar la pandemia para la cultura fue muy complejo y generó algunos aprendizajes, como el abordaje del espacio público y el uso de tecnologías para llegar a nuevas audiencias. No podemos decir que estemos del otro lado, que la pandemia se haya terminado, sin embargo venimos de un verano con mucha actividad. En el FIBA, por ejemplo, había liberado un sentimiento de alegría contenida.
-Con “movidito” me refería más bien a que el año empezó con una carta de renuncia que el 31 de enero envía Paloma Herrera a la dirección del Colón y que puso en público conocimiento cómo funciona el Ballet Estable. Un mes y medio después todavía ninguna autoridad del ministerio Cultura ni del Teatro se refirió a los problemas medulares que quedaron a la vista, principalmente el de la jubilación de los bailarines.
-Por un lado, quiero valorar el trabajo que hizo Paloma Herrera en el Colón y su carrera de excelencia. Manifestó algo que nos importa y mucho, que es garantizar la excelencia, como lo ha hecho siempre el Teatro Colón en todos sus cuerpos estables. El objetivo es seguir trabajando para ofrecerle al público la mejor programación posible: hoy el ballet tiene una nueva dirección, en actividad y tiene por delante un año muy intenso. Consideramos que todo debate cultural es saludable que pueda ser dado y Paloma Herrera puso de manifiesto algunos de los problemas que efectivamente tiene el Ballet de larguísima data.
-Casi treinta años lleva el problema de la jubilación.
-Es un tema que se venía trabajando, no es algo que haya sorprendido a nadie. Al ser de larga data, y que involucra a diferentes jurisdicciones –porque las jubilaciones están bajo el paraguas del gobierno nacional- no se discute de cara al público. Lo que sí puedo afirmar es que es un tema que nos preocupa. Quiero ser prudente en términos de en cuánto tiempo vamos a poder tenerla, pero uno de los objetivos que tiene Jorge Telerman al frente del Teatro es encontrar una solución que le permita a los bailarines poder jubilarse como corresponde.
-¿Y cómo corresponde a tu criterio?
-Que tengan la posibilidad de jubilarse cuando dejan de bailar, como sucede en otros grandes teatros del mundo. Es una actividad que requiere muchísimo en términos físicos y de entrenamiento, comienzan a trabajar profesionalmente antes que el resto de la gente y dan lo mejor de sí durante los años en los cuales están de manera activa. Por supuesto después tienen la posibilidad de hacer otras tareas. Al igual que muy pocas otras profesiones que involucran al cuerpo como herramienta de trabajo, hay un momento en el que si uno quiere mantenerse competitivo la edad te alcanza. Es razonable.
-Es una cuestión que solo se resuelve con decisión política.
-Absolutamente, estamos decididos a encontrarle una solución y por eso estoy afirmándolo como lo afirmo. Creemos que tienen todo el derecho de jubilarse como corresponde y a la vez soy prudente en no prometer una solución de corto plazo teniendo en cuenta su complejidad.
-¿Por qué se fue de la dirección general del Teatro Colón María Victoria Alcaraz?
-Entiendo la relevancia que tiene el tema, máxime siendo una institución como el Colón, pero de nuestro lado tendemos a “desdramatizar” los cambios. ¿Por qué? Porque son ciclos que cada una de las personas, yo incluido, tiene en sus cargos. María Victoria venía haciendo un excelente trabajo, con hitos muy relevantes como el Colón Fábrica, atravesó una pandemia, dejó una programación para este año. Hace tiempo que veníamos conversando ella y yo sobre la necesidad de aprovecharla en otros temas.
-¿Lo venían hablando antes de que ocurriera lo del ballet?
-Sí, hace tiempo. En particular sobre este tema que toma: estará a cargo de todos los vínculos internacionales del ministerio de Cultura.
-Una posición que no existía, ¿cuál sería el cargo?
-No sé cómo se llamaría, por eso digo que hay que desdramatizar el nombre. Para nosotros es más importante la función y su continuidad dentro de un equipo.
-¿Sería como una cancillería porteña?
-No exactamente, ya hay una secretaría de Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad. En este caso son los vínculos internacionales del Ministerio de Cultura, con una vastísima experiencia que tiene en la materia. Manteníamos una charla en privado, que se hizo pública en un momento.
-Fue el Día de la Mujer: la primera mujer en dirigir el Teatro Colón dejó su cargo el 8 de marzo.
-Tiene que ver con el momento en que una conversación que era de dos cuando toma conocimiento de alguien más y empiezan las operaciones, que son naturales. Íbamos a hacer el cambio en la semana y lo apuramos fundamentalmente por el cuidado al equipo, que es una prioridad y es un pedido que nos hace Horacio [Rodríguez Larreta]: valorar el equipo, agradecer el trabajo realizado y entender que más allá de las individualidades uno forma parte de un grupo mucho más amplio donde siempre se tiene algo que aportar. Estoy muy contento de tener a una persona del calibre de María Victoria para representarnos a nivel internacional como estoy muy contento de que una persona como Jorge Telerman, que en la dirección del Complejo Teatral de Buenos Aires hizo una gestión excepcional, tenga ahora la posibilidad de llevar esa experiencia al Teatro Colón.
-Deciden nombrar en el Colón a Telerman y quedó el Complejo Teatral sin director todavía.
-Más allá de los nombres lo que importa es que hay un equipo que tiene experiencia, que viene caminando hace mucho tiempo. Jorge deja en el CTBA una programación que también presentamos hace poco.
-Artísticamente no hay grandes complicaciones, porque las temporadas están armadas. Es política.
-Ni artística ni políticamente hay grandes complicaciones. Son cambios que se dan en el seno de los equipos, entre personas que siguen siendo parte fundamental.
-¿Quién ocupará la dirección del Complejo Teatral?
-Lo vamos a comunicar prontamente.
-No es solo por este caso, pareciera que no le resulta fácil al espacio político resolver los nombramientos importantes de Cultura. ¿Por qué no anunciaron todo junto?
-Son opiniones. Creo que eso justamente tiene que ver con que ponemos por delante al equipo más que a las individualidades aun cuando cada uno de nosotros tiene algo para aportar. Y tiene dos consecuencias: por un lado, la responsabilidad de dejar una programación de excelencia lista, que permite desdramatizar la decisión. El segundo componente es que se mantienen las instituciones en marcha. Por supuesto que quiénes las dirigen es muy relevante, pero a la vez nos permite tomarnos el tiempo que corresponde para tomar decisiones.
-¿Habría entonces que pensar que el nuevo director del CTBA proviene del equipo, que no viene de afuera?
-Va a ser un equipo ampliado. Prontamente lo vamos a anunciar.
-¿Habrá más cambios en el Colón? Si la renuncia de Paloma Herrera fue un catalizador de una crisis, en su renuncia ella señalaba a la dirección ejecutiva del Colón.
-Jorge acaba de asumir y es natural darle a una persona que ingresa el tiempo para evaluar qué personas lo van acompañar. Yo no soy el director del Colón y respeto enormemente no solo la autarquía del teatro sino la independencia de criterio de las personas que dirigen las grandes instituciones y el resto de las áreas del ministerio. Sí sé que su intención es darle continuidad al muy buen equipo que deja María Victoria.
-¿Cuál crees que es el mejor perfil o modelo para el Teatro Colón respecto del rango de amplitud de su programación? En estos días volvió a barajarse el tema de los espectáculos de música popular y el alquiler de sala.
-El perfil del teatro va evolucionando lo que implica un enorme respeto a su tradición al mismo tiempo que una responsabilidad de repensarlo constantemente, porque no es un museo, es un teatro que está vivo.
-Casualmente, en declaraciones tras su renuncia el director del Centro de Experimentación, Miguel Galperín, decía que trataban al teatro como un museo.
-Todas las opiniones son válidas. Planteo mi mirada del teatro y creo que siempre mantuvo una tradición de excelencia en sus temporadas. Es importante destacarlo porque no todos, pero si la mayoría de los teatros de la liga en la que se encuentra el Colón mantiene una temporada como la nuestra, combinando el ballet, la ópera y los conciertos con una serie de actividades que tienen distintos objetivos. Generar recursos es uno, porque son instituciones que implican presupuesto y esfuerzos muy altos, en nuestro caso para el erario público. Y el Colón genera diferentes iniciativas para recaudar fondos. En otros casos se busca ampliar públicos. También experimentar. Está la obligación de sostener una temporada de calidad.
-Cuando te dicen La Beriso toca en el Colón ¿te hace ruido?
-No tiene que ver con los gustos personales.
-Te pregunto como ministro, aun cuando seas muy respetuoso de las decisiones de los otros.
-Sí, pero tampoco opino sobre una muestra que se programa en un museo. No me corresponde, porque un museo tiene una dirección artística. Uno es ministro de Cultura, pero no puede arrogarse la función de saber absolutamente de todo.
-Pero si surgen problemas irán a vos.
-Sí, y me hago cargo, y por eso voy a responder. Sí, creo que el teatro puede tener actividades por fuera de su temporada habitual, de hecho las tuvo con Disney, por ejemplo, donde lo ideal es que estén vinculadas a la propia sala, con acompañamiento sinfónico. Por supuesto estoy muy lejos de pensar que existe una división tajante entre alta y baja cultura. El ministerio desarrolla actividades en todos los géneros y disciplinas con el objetivo de ampliar el acceso a la cultura entendiendo que es un derecho que construye ciudadanía.
-Son días de muchas versiones. Entre otros rumores, dicen que habría ingresado un proyecto en la Legislatura para crear una suerte de Subsecretaría de Teatro, lo que generaría la posición de un “superhéroe” de los teatros públicos porteños.
-La Legislatura es un poder autónomo y cada legislador o legisladora tiene derecho y capacidad de presentar el proyecto que quiera, pero este rumor es la primera vez que lo escucho. Diría que no es algo que pueda surgir de nuestra gestión porque nuestro objetivo es poner al frente al equipo y no personas que vengan a salvar a nadie. No hay nada que requiera ser salvado. El Gobierno de la ciudad tiene una gran cantidad de teatros, casi en su totalidad dirigidos por mujeres igual que los museos de la ciudad, que vienen llevando adelante una gestión excepcional.
-¿Buscan una mujer para dirigir el Complejo Teatral?
-No necesariamente. Por supuesto sí nos preocupa y es una política muy activa del gobierno de la ciudad y un pedido específico de Horacio tener en cuenta la cuestión de paridad de género a la hora de abordar estas búsquedas. El ministerio de Cultura no tiene paridad de género porque hay una disparidad muy a favor de las mujeres, cosa que nos enorgullece. Lo contemplamos a la hora de la búsqueda, pero no es un condicionante de ninguna manera.
-Para cerrar el tema de los teatros, el próximo mes de mayo el Alvear cumplirá ocho años cerrado. ¿Qué pasa con la obra?
-Terminar el Teatro Alvear era uno de nuestros objetivos previo a la pandemia. Cuesta mucho tomar decisiones que tienen que ver con poner por delante un proyecto u otro. Cuando tuvimos la opción frente a la restricción de recursos que sufrió la ciudad por la quita de la coparticipación nos vimos en la disyuntiva de tener que elegir qué proyecto merecía ser terminado antes y con la dificultad del caso la decisión fue optar por reabrir el cine teatro El Plata en Mataderos, un barrio que no tenía salas en funcionamiento, con mucho menor acceso a la cultura que la avenida Corrientes. Es increíble lo rápido que reaccionó el barrio, cerramos el año con la taquilla vendida, importante caudal de público que viene del otro lado de la General Paz, donde no hay una oferta equivalente. Son decisiones difíciles, pero lo volvería a hacer.
-¿Y ahora qué suerte le toca al Alvear?
-La situación que atraviesa la ciudad en términos de restricciones económicas hace que sea complejo poner una fecha para la obra. Es todo lo que puedo decir, además de que nos interesa y nos preocupa y que estamos viendo alternativas.
-El tema nos lleva al presupuesto [$14.554 millones, incluidos los $4914 millones destinados al Teatro Colón], que para empatar la inflación le faltarían esos puntos de la coparticipación de los que hablás. Pasada ya la peor parte de la pandemia, ¿con qué prioridades reasignarán los recursos? ¿cuáles son las apuestas?
-Es cierto que el ministerio hizo un enorme esfuerzo para acompañar durante la pandemia al sector en términos directos, con ayuda económica, pero también indirectos: la ciudad fue pionera en encontrar soluciones para que la cultura pudiera trabajar aún en el marco de las restricciones. Las prioridades del ministerio siguen siendo las mismas: lo central tiene que ver con ampliar el acceso a la cultura y no entenderla como un entretenimiento sino como una herramienta para el desarrollo individual y colectivo; mantener la excelencia de la programación cultural de la ciudad, porque tenemos la responsabilidad no solo de administrar los grandes equipamientos culturales como el Colón y el Complejo Teatral, sino la Usina del Arte, el Centro Cultural Recoleta, el Museo de Arte Moderno y todos nuestros museos, las bibliotecas públicas: son casi cien espacios en la ciudad de Buenos Aires. Una tercera pata tiene que ver con el acompañamiento a la cultura independiente. El cuarto punto sería la salida de la pandemia, con mucho énfasis en el espacio público, es decir, de qué manera la cultura nos ayuda a repensar el vínculo con la ciudad [menciona eventos como Felba o programas como Abasto Cultural]. El último eje sería el impacto económico de la Cultura, el rol de las industrias culturales y creativas: por ejemplo, vamos a lanzar un sistema de estímulo para que más filmaciones vengan a Buenos Aires porque el sector audiovisual es muy relevante en términos de la cantidad de recursos que moviliza con enorme talento, no solo en Buenos Aires sino en toda la Argentina. Estuve todo el verano viajando y en contacto con la escena cultural de otras provincias.
-¿Por qué el ministro de Cultura de la ciudad viaja por el interior?
-La ciudad históricamente tuvo relación con el resto del país y surge como lo más natural un vínculo de provincia a provincia cuyo interés es generar un puente cultural. Siendo Buenos Aires la ciudad de todos los argentinos, nos interesa que la persona que vive y trabaja acá esté expuesta a la cultura de todo el país, con su enorme riqueza y diversidad. Para generar acá una Fiesta del Chamamé como la que vamos a hacer o para traer la Vendimia o Cosquín a Buenos Aires, eso requiere naturalmente ir. Para mí es una oportunidad de entrar en contacto con las escenas de todo el país, visito a artistas en cada lugar, me interesa mucho estar cara a cara con las personas que trabajan en cultura. Parte de la riqueza de Buenos Aires es ser una ciudad de brazos abiertos, también en el campo artístico.
-Temas de género o este de la “federalización” me llevan a preguntarte por una cercanía que se percibe entre la gestión de Cultura de la ciudad y la de la Nación. Hasta coinciden amablemente ustedes, con Tristán Bauer, en actividades e inauguraciones de la agenda cultural, algo bastante inusual en escenarios políticos tan “agrietados”. ¿Es un punto a favor o en contra?
-El abordaje que hacemos no tiene este tipo de especulaciones políticas. La cultura tiene la oportunidad justamente de ser un ámbito de coincidencias, no con un gobierno determinado sino de la sociedad. La identidad argentina que es una confluencia de muchos ríos, de nuestros orígenes diversos, y es un orgullo que compartimos todas las personas que viven en este país. Después, creo que hay matices, pero a mí me parece muy relevante estar en contacto con colegas.
-¿En qué dirías “no coincido”, “me diferencio”?
-[Piensa]. Me cuesta encontrar ahora un tema para decirte que no, no lo veo. Tampoco me interesa la polémica en sí misma.
-Unesco encendió una alarma cultural con su último informe, en el que sostiene que en la última década cayó la inversión pública en cultura. Tengo entendido que ni Nación ni Ciudad están de acuerdo con este diagnóstico terminante.
-Vi el informe. Me parece bien el llamado de atención siempre y la Unesco tiene un rol central. Es fundamental medir y tener datos, por eso nosotros creamos el área Data Cultura, que es como el Sinca a nivel nacional. A veces no se tienen en cuenta otros mecanismos de inversión pública, en nuestro caso, Mecenazgo: 1700 millones de pesos de inversión pública, porque son impuestos que se dejan de percibir, y por encima de eso está la inversión privada. En este sentido, consideramos central el impulso de una Ley Nacional de Mecenazgo, que venimos conversando en una red, claramente con enfoque político, que formamos con colegas de cultura pública de Juntos por la Cultura en todo el país (Jujuy, Mendoza, Corrientes).
-Hay varios proyectos de Ley de Mecenazgo.
-Sí, Juntos por el Cambio tiene dos en este momento presentados en el Congreso y lamentablemente ninguno fue tratado. Nuestra aspiración es que sea un proyecto de todo el arco político, no de un espacio en particular. Hay una necesidad concreta de contar una ley que estimule el desarrollo cultural de todo el país, dándole más oportunidades a regiones que tienen menos oportunidades. Un proyecto distributivo.
"Feria del Libro es un artefacto cultural muy difícil de explicar. También es una caja de resonancia de diferentes debates. La palabra que vuelve es desdramatizar”."
-A un mes de la Feria del Libro…
-¡Gran expectativa! Es la gran fiesta de la cultura de la ciudad, convoca más de un millón de personas. Estamos en contacto permanente con la Fundación El Libro, organizamos con ellos Felba (el objetivo es seguir, pero la Fundación ahora está abocada a poner en marcha un encuentro que hace dos años que no se realiza). La Feria del Libro es un artefacto cultural muy difícil de explicar para el que no la vivió por todo lo que sucede ahí, el encuentro con escritoras y escritores, la infinita cantidad de actividades, la apertura famosa y las sorpresas del caso. Que un evento cultural siempre sea noticia es relevante. No coincido con algunas situaciones del pasado, porque soy partidario del respeto y del diálogo a la hora de expresar opiniones -que estoy muy a favor de que se expresen-, pero aun así es una caja de resonancia de diferentes debates que están buenos. La palabra que vuelve es “desdramatizar”.
-El Museo del Humor quedó desmantelado y había un proyecto de hacer en su lugar un museo del diseño argentino.
-Museos es una de las áreas donde hemos hecho la mayor inversión…
-…pero hablemos del Museo del Humor.
-Hay que poner las cosas en contexto, porque de otra forma si no cuando ves el todo siempre va a haber algo que falta. Vuelvo a lo de “desdramatizar”. Todos estamos por un período de tiempo determinado. Tenemos una gestión extraordinaria que ha permitido poner en valor los museos, que fueron protagonistas de la cultura en pandemia: el rol que tuvo el aire libre de los museos fue fenomenal. Relanzamos el BAM, que hoy es el más moderno que tiene la Ciudad de Buenos Aires, y completamos el Museo de Arte Moderno con enorme inversión en infraestructura y una programación acorde al edificio que la cobija. Efectivamente el Museo del Humor es uno de los proyectos que el equipo está trabajando para encontrarle una nueva sede y a su vez hay conversaciones no confirmadas para avanzar en un proyecto vinculado al diseño.
"Pienso mucho más el presente que el futuro. Veremos qué pasa dentro de un año, que para la Argentina es como cuatrocientos años. No es algo que hoy me quite ni un minuto de tiempo."
-¿Es tu quinto año, hay elecciones el año que viene, y hablás de ciclos. ¿Sentís que estás cerrando el tuyo?
-Me siento parte de un equipo, tengo la suerte de que me hayan convocado para distintas responsabilidades a lo largo de los años, a nivel nacional como en la Ciudad que es el lugar en donde más trabajé en mi carrera pública. Me formé para esto, me siento un servidor público. Pero con el tiempo y la edad pienso mucho más el presente que el futuro. Me gustaría mucho seguir colaborando con mi espacio y con Horacio, y siento que hay una enorme posibilidad de seguir desarrollando el ecosistema cultural de Buenos Aires y del país. Veremos qué pasa dentro de un año, que para la Argentina es como cuatrocientos años. No es algo que hoy me quite ni un minuto de tiempo.
-No sé cómo te alcanza el tiempo, como Droopy, el simpático personaje animado que aparece en todos lados.
-Disfruto mucho este trabajo, es el más divertido que tuve nunca, y aprendo mucho cada día; en la oficina estoy una vez por semana, el resto del tiempo voy por la calle. Me acostumbré a tener la computadora y dos módems para trabajar en cualquier bar o biblioteca. En una ciudad enormemente diversa, es un privilegio contagiarme un poco de la energía de los artistas.
Los elegidos del ministro de Cultura
Un libro: Parte de la felicidad (Vinilo), de Dolores Gil
Una obra de teatro: Habitación Macbeth, en el CCC
Una película: El Padre, con Anthony Hopkins y Olivia Colman
Una obra de danza: Hoy bailamos para siempre, de Federico Fontán
Una muestra de arte: Alberto Greco: ¡Qué grande que sos!, en el Museo de Arte Moderno
Un disco: Futurología Arlt, de Fito Páez
Un show de música: Trueno, en Cosquín Rock
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