Enigmas en la desesperanza
Sobre el fondo de la crisis griega, Petros Márkaris somete a su personaje, el comisario Kostas Jaritos, la resolución de tres suicidios misteriosos y cuidadosamente planeados
Kostas Jaritos, comisario del Departamento de Homicidios de Atenas, a primera lectura parece algo descortés y malhumorado. Sin embargo, a poco de conocerlo descubrimos que sólo es una fachada: el hombre siente un enorme cariño por Adrianí, su esposa, y sobre todo por Katerina, su única hija. Se desplaza en un viejo Fiat Mirafiore, desdeña Internet y los teléfonos celulares, también la lectura: sólo acude a un diccionario de Dimitrakos, editado en 1954, al que consulta permanentemente; a veces el simple significado de una palabra colabora en la investigación. Más allá de estos detalles, Kostas Jaritos, el comisario creado por Petros Márkaris, cuenta con una especial inteligencia y una natural intuición que, unidas a su peculiar tozudez, le permiten resolver los casos más engorrosos. Tal el de Suicidio perfecto , la tercera de las siete novelas que hasta hoy lo tienen por protagonista.
En esta oportunidad, Kostas Jaritos padece un retiro forzoso: le han extraído del pecho la bala que en Defensa cerrada , la novela anterior, le disparara el hijastro de Elena Kustas. Con el fin de soportar el largo post-operatorio, malamente entretiene sus horas leyendo los diarios y mirando programas de entrevistas por TV. "Antes yo despreciaba este tipo de programas, que me ahuyentaban del televisor. Ahora los desprecio y los veo, como nueve de cada diez griegos en la actualidad", reconoce mientras observa de qué modo la célebre conductora Aspacia Komi interroga a Iásonas Favieros, el dueño de una gigantesca empresa de construcción que tiene a su cargo una parte importante de las obras para los Juegos Olímpicos. Komi, fiel a su estilo, acosa a Favieros con preguntas incómodas. De pronto, el empresario saca una Beretta de su bolsillo, se mete el cañón en la boca y aprieta el gatillo. Pocos días después, cuando comienzan a apagarse los ecos de ese extraño suicidio, aparece una laudatoria biografía del suicida, firmada por Minás Logarás, un autor desconocido hasta ese momento. El comisario Jaritos vincula ambas situaciones y concluye que detrás de esa absurda y aparatosa muerte se esconde más de un enigma.
Al día siguiente del hecho, la Organización Nacional Helénica Felipe de Macedonia hace público un escrito en el que comunica "que ayer indujimos al suicidio al empresario Iásonas Favieros por emplear en sus construcciones mano de obra exclusivamente extranjera: albaneses, búlgaros, serbios y rumanos, así como numerosos africanos y asiáticos". Este grupo clandestino de ultraderecha se hará responsable de dos nuevos suicidios: el del diputado Lukás Stefanatos, que también se matará frente a las cámaras de la televisión, y el de Apóstolos Vakirtzis, un periodista estrella, que se quemará como un bonzo durante una gran fiesta para celebrar el día de su santo. En ambos casos, aparecerán sendas biografías elogiosas, firmadas por el desconocido Minás Logarás.
A simple vista, el asunto parece resuelto. Pero el comisario Kostas Jaritos les da poca importancia a los puntos de vista. Intuye que la Organización Nacional Helénica Felipe de Macedonia es una mera excusa para cubrir al verdadero culpable. Necesita saber qué vínculos hay entre las tres víctimas, cómo los indujeron a que se inmolaran y por qué luego de cada muerte aparece una elogiosa biografía firmada por ese tal Minás Logarás.
Cuando Edgar Poe publicó "Los crímenes de la rue Morgue" fundó el género policial y ofreció el primer gran enigma: el crimen cometido en un cuarto herméticamente cerrado. A partir de entonces se ensayaron distintas variantes sobre ese tema básico. Ahora Petros Márkaris propone otro modo del enigma, con la misma complejidad que la del cuarto cerrado. Tres suicidios, seguidos por las biografías de cada uno de los muertos, no se pueden atribuir a una mera casualidad, responden a un plan cuidadosa y diabólicamente elaborado. Una vez más, el comisario Kostas Jaritos tendrá que resolver ese misterio, aun a riesgo de perder su puesto en el Departamento de Homicidios. Una vez más, Petros Márkaris, con la calidad y contundencia de su escritura, llevará al comisario, y al resto de los personajes que lo secundan, por las sendas correctas.
Suicidio perfecto está narrada en presente del indicativo: las cosas suceden a medida que Kostas Jaritos las va contando. A lo largo de aquel bochornoso agosto de 2004 viviremos sus dudas y celebraremos sus aciertos. En las últimas páginas de la novela encontraremos la resolución del enigma; desde el primero hasta el último capítulo, el preanuncio de la crisis, el caos y la desesperanza que vive Grecia en estos días.
Suicidio perfecto
Petros Márkaris
Tusquets
Trad.: Ersi Marina Samará Spiliotopulu
408 páginas
$ 114