En su nuevo libro, Siri Hustvedt se reúne con su familia real y con la literaria
De sus padres, su hija y su marido a Jane Austen, la pandemia y Donald Trump: la escritora estadounidense publicó una selección de “apuntes” de la última década
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En simultáneo con la trágica noticia de la muerte por sobredosis de Daniel Auster, hijo de su pareja, el escritor Paul Auster, y la escritora Lydia Davis, se lanzó en la Argentina un nuevo libro de ensayos de la escritora estadounidense Siri Hustvedt: Madres, padres y demás. Apuntes sobre mi familia real y literaria (Seix Barral), publicado en Estados Unidos en 2021. Madre de Sophie Auster y madrastra de Daniel (al que ficcionalizó en Todo cuanto amé como un ladrón y drogadicto consuetudinario y con el que el autor de Leviatán y ella habían dejado de tener contacto), la autora reunió una serie de conferencias y textos sobre arte, literatura, maternidad y paternidad. Auster es mencionado una veintena de veces, en ocasiones para ejemplificar los equívocos de periodistas y admiradores que le atribuyen al escritor ideas de ella. Es el sexto libro de ensayos de la autora nacida en 1955, que en 2014 fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Oslo y en 2019 obtuvo el Premio Princesa de Asturias.
“Asisto a una conferencia de mi marido -cuenta en ‘Fantasmas mentores’-. El académico que lo presenta dice a la audiencia que Paul Auster es un experto en la obra del psicoanalista francés Jacques Lacan. Cuando termina, le explico al hombre que Paul leyó un ensayo de Lacan en 1966. Yo he leído con detenimiento la obra lacaniana, que está presente en mi tesis. El hombre se enfada. Se supone que debo guardar silencio”. Hustvedt interpreta: “Si se me da autoridad a mí, mujer-escritora-esposa, entonces él y, por la magia de la identificación, ellos se sienten castrados y humillados por la ‘arpía dominante’”.
Los ensayos -que abarcan una década de producción de la autora de El verano sin hombres, de 2010 a 2020- son desparejos y a veces asumen el registro del texto académico, con referencias a la psiquiatría, la genética, la antropología, la semiótica y la neurociencia. También hay respuestas a los críticos. “Aunque gran número de periodistas y algunos críticos han dado por descontado que mis novelas son autobiografías ligeramente veladas, no es cierto -sostiene en ‘El futuro de la literatura’-. Mis libros a menudo me sorprenden a mí misma mientras los escribo. Los personajes surgen de regiones desconocidas y empiezan a hablar. Las escenas se desarrollan a medida que escribo. El libro sabe más de lo que yo sé. Las novelas autobiográficas y romans à clef existen, por supuesto. Un buen ejemplo es Mi lucha, de Karl Ove Knausgård, pero incluso un novelista como él, que afirma haberse inspirado solo en su propia vida, no recuerda realmente la infinidad de detalles que se comprimen en la narración de su vida”.
Los mejores escritos de Madres, padres y demás son los autobiográficos, los que dedica a Jane Austen, Emily Brontë y Louise Bourgeois, y el texto final, “El chivo expiatorio”, sobre el escalofriante asesinato de Sylvia Likens a manos de Gertrude Baniszewski (una madre), con ayuda de sus hijos y niños del vecindario, en 1965. “Hay un monumento pequeño dedicado a Sylvia Marie Likens en el parque Willard de Indianápolis, en Indiana, no muy lejos del número 3850 de East New York Street, donde se alzaba la casa en la que la golpearon con un cinturón de policía, un remo de una fraternidad universitaria y una barra de cortina, donde la sumergieron en bañeras de agua hirviendo, la empujaron escaleras abajo, le restregaron sal en las heridas, la obligaron a beber orina y a comer excrementos del pañal de un bebé, donde casi la mataron de sed y de hambre, le apagaron cigarrillos en el cuerpo y le grabaron palabras en el abdomen con un atizador al rojo vivo, y donde finalmente la mataron”, describe Hustvedt con frío horror.
No faltan los textos sobre la pandemia. En “Apuntes sobre Nueva York”, fechado en abril de 2020, reflexiona críticamente sobre la presidencia de Donald Trump. “La incapacidad de la Administración Trump para prepararse para una pandemia inevitable, para escuchar a los virólogos, los epidemiólogos y los expertos en salud pública y actuar con decisión y rapidez cuando surgió la amenaza; la incompetencia, el caos y las mentiras que han acompañado cada decisión, y la falta de pruebas de diagnóstico, respiradores y equipos de protección que habrían salvado vidas son el resultado directo de una ideología que, junto con su xenofobia, racismo y misoginia, resulta profundamente antiintelectual”.
En “Leer en tiempos de pandemia”, la escritora aborda el motivo de la necesidad del arte en tiempos de crisis. “¿Por qué molestarse con el arte, después de todo? ¿Por qué no devorar todos los datos objetivos disponibles sobre el virus y su propagación, la mejor mascarilla que se puede llevar o cómo limpiar los comestibles para evitar el contagio? ¿No es esta la era de los hechos frente a las falsedades? ¿Qué podría ofrecer ahora mismo la ficción con sus divagaciones imaginarias, aparte de una evasión a lo irreal?”. Algunas de esas cuestiones encuentran respuesta en su artículo.
Madres e hijas
Recuerdo haber paseado por la playa con mi madre en Carolina del Sur. Yo ya estaba casada con Paul. Todavía no teníamos a nuestra hija, pero la idea de un hijo estaba en el aire. Íbamos hablando mientras caminábamos, y mi madre dijo: “Por supuesto que uno quiere a sus hijos, pero es igual de importante respetarlos”. Al pronunciar el verbo respetar, su voz adoptó el tono severo y áspero que reservaba para lo verdaderamente importante. Mi madre daba por sentado el amor. En eso se equivocaba, pero le costaba imaginarse a sí misma sin querer a sus hijas; le parecía que le salía de forma instintiva. La segunda parte de la frase no era tan instintiva. Tú no eres tu hija y, dado que no lo eres, tienes el deber de respetar la separación entre ella y tú.
Donald Trump no lee novelas
No puedo dejar de señalar en este contexto que el actual presidente de Estados Unidos [de 2017] no lee libros, y menos aún novelas, mientras que el presidente anterior leía muchos libros, entre ellos novelas. Es significativo que en Trump la literatura brille por su ausencia mientras que en Obama está presente. El antiintelectualismo de Trump retoma una vieja melodía populista con versos que arremeten contra las élites pomposas y los tipos estirados y afeminados que se sientan a beber jerez mientras hablan de libros incomprensibles. El burdo cliché es políticamente útil y lo comparten muchas personas que no pertenecen a la derecha política. Sin embargo, la ridiculización fácil desvela un hecho simple: leer novelas indica una buena disposición a sumergirte en las complejas realidades de otras vidas. Significa que tienes curiosidad y estás deseando participar en una forma de pluralismo. Para mí, las mejores novelas son las que me empujan a adoptar múltiples perspectivas con sensibilidad.
Djuna Barnes
Viajaba en metro con la novela de Barnes, El bosque de la noche. Una anciana la vio y me preguntó por la autora, y yo me deshice en elogios. Ella me comentó que su marido, que impartía clases en Princeton, la conocía, y que si quería escribir a mi ídolo me enviaría la dirección. Dos o tres días después llegó a mi buzón una postal. El bosque de la noche todavía era una novedad para mí. Había escrito un artículo sobre ella, y cuando me senté ante la máquina de escribir, quise transmitirle a su autora la complejidad del baile que había sentido en mi interior al leer su novela. Mi carta debió de ser apasionada, pero también fui muy consciente de la necesidad de moderarme, y de ser sucinta pero perspicaz. La sometí a una serie de revisiones hasta que me quedé satisfecha y se la envié.
Humanos y libros
Como he sostenido en numerosas ocasiones, los seres humanos se relacionan con los libros, en particular con las novelas, con una intimidad que no se aplica a los demás objetos inanimados. La lectura es una forma normal de posesión de una persona por otra. La historia que se lee está impregnada de las huellas de otro ser humano vivo, que no se encuentra físicamente en ella, pero cuyo aliento y existencia están presentes en los ritmos y los significados de las palabras que llenan las páginas y que se encarnan literalmente en el lector -se incorporan a su ser biológico-, dando lugar a una mezcla de los dos.
Cumbres Borrascosas
Leí la novela por primera vez con trece años en una casa en Reikiavik, Islandia. Mi padre estaba investigando las sagas, y mi madre, mis tres hermanas y yo lo acompañamos por la aventura que eso representaba, que en mi caso resultó ser tanto interior como exterior. Era verano. El sol nunca se ponía y yo leía una novela tras otra con alegre avidez: Austen, Twain, Dickens, Dumas, Balzac y las Brontë, entre otros. Mis dos novelas favoritas de ese verano fueron Jane Eyre y David Copperfield, las historias de dos huérfanos maltratados a quienes quise como a mí misma y con quienes me he identificado intensamente hasta hoy. También me encantó la experiencia de leer Cumbres Borrascosas, pero el libro y sus criaturas feroces con sus mordiscos, bofetadas, golpes y maneras totalmente sangrientas me asustaron y me desconcertaron a la vez. Tuve la fuerte impresión de que en ese libro se habían mezclado lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, los ángeles y los demonios, y era inútil separar unos de otros. La novela contenía una mezcla indescriptible de pavor y emoción que ha estado circulando en mi torrente sanguíneo desde entonces.
¿Qué es el arte?
No me interesa el arte que entiendo con facilidad. Solo me interesa el arte que me lleva a interpelarme. Para mí el arte no es un problema que resolver. El gran arte es una nube de desconocimiento.
Louise Bourgeois
Las imágenes de Bourgeois de acoplamiento y fusión eróticos, de gestación y parto, aún no son el mundo de la realidad. Se basan en lo maravilloso para crear una anatomía del deseo, la dependencia, la desesperación, la ternura, la brutalidad y lo cómico que describe la maternidad en toda su oscuridad, luz y bruma. La forma en que ella trata el tema no tiene precedentes.
Cuestiones éticas
¿Quiénes son las personas que comparten y quiénes las que no? ¿Cómo se distinguen? Nunca he vivido una privación semejante. ¿Cómo puedo saber a qué grupo pertenezco? Y, sin embargo, ¿no es cierto también que he sido egoísta en ciertos momentos de mi vida y generosa en otros? He actuado con valentía y he sido cobarde. [En Frente al límite] Tzvetan Todorov también describe actos individuales de bondad y generosidad por parte de los guardias y otras personas en posiciones de poder, personas que durante el mismo periodo fueron responsables de actos monstruosos. ¿Qué somos? ¿No es esta la pregunta definitiva, la que nos llena de terror? ¿Lo sabemos? ¿Cuándo nos engañamos? ¿Qué pasa con los impulsos sádicos que todos sentimos en una ocasión u otra? ¿Cuándo se convierten los impulsos en actos?
Traducción de Aurora Echevarría
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