En Santa Fe, dos escritoras ganaron el Premio Provincial de Poesía José Pedroni
Sonia Scarabelli y Carina Sedevich ganaron los premios a mejor obra publicada y mejor obra inédita, respectivamente
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De vez en cuando, la poesía tiene recompensa. El Ministerio de Cultura de la provincia de Santa Fe distribuyó $ 750.000 entre seis escritoras y un escritor que concursaron del Premio Provincial de Poesía José Pedroni, establecido en Santa Fe en homenaje al poeta José Pedroni. Las mujeres, presencia clave en la obra del escritor nacido en 1899 en Gálvez y de quien el próximo 4 de febrero se conmemorarán los 55 años de su muerte, “arrasaron” en la edición 2022.
Sonia Scarabelli (1968), de Rosario, y Carina Sedevich (1972), de la ciudad de Santa Fe, ganaron en las categorías de mejor obra publicada en el período 2019-2022 y mejor obra inédita, respectivamente. Scarabelli, reconocida por su poemario Últimos veraneantes de febrero (Bajo la Luna), recibirá $ 150.000, y Sedevich, por su obra inédita “Un pez en un cauce que mengua”, cien mil pesos y la publicación del poemario en el sello de la Universidad Nacional del Litoral. La autora también obtuvo una mención especial del jurado (ad honórem) por su libro Rosados cuerpos de pinos (Editorial Aparte).
Por otra parte, se entregaron cinco menciones de cien mil pesos a Candelaria Rivero, por “Un rectángulo negro por donde entra la claridad”; Carolina Musa, por “Treinta y seis”; María Lorena Laballén, por “Mi casa”; Regina Grisolia, por “Casa furtiva”, y por “Jaaukanigás”, a Ignacio Gebala (el único hombre premiado en 2022). Podían concursar escritores nacidos en la provincia de Santa Fe, y argentinos y extranjeros que acreditaran tres años ininterrumpidos de residencia en la provincia. El jurado estuvo integrado por las escritoras Larisa Cumin y Alejandra Méndez, y el escritor Santiago Alassia.
“Últimos veraneantes de febrero es un libro que reúne poemas escritos a lo largo de casi una década y que tuvo distintas versiones -dice Scarabelli a LA NACION-. Me gusta pensar que esos poemas se fueron encontrando en el tiempo y que, llegado el momento, hicieron ‘su’ libro. Y, además, que la escritura es una manera de ir en seguimiento; las palabras, la forma, la música conducen, y lo que una hace es seguirlas. Seguir al sentido, para mí, el verdadero misterio, ahí donde nos lleve, con atención fiel y pasión por el proceso, como ha dicho Denise Levertov”.
Para la escritora, docente y periodista, recibir el Pedroni es una alegría. “Y un honor -agrega-, porque mi provincia cuenta con grandes poetas, voces de una diversidad y una riqueza que nunca dejan de asombrarme. Por mi parte, le debo a una comprovinciana, una galvense, mi pequeña revolución secreta con el poema allá por mis veintipico, me refiero a la extraordinaria poeta Amelia Biagioni. Además de volver a sus libros con la admiración que no cesa, vuelvo con renovado agradecimiento, por lo que hicieron y siguen haciendo en mí”. Scarabelli destaca que el libro premiado fue publicado Bajo la Luna. “Una editorial hermosa y que siento como mi casa: tanto Miguel Balaguer como Valentina Rebasa, tan querida también y ahora tan extrañada, acompañaron con muchos cuidados su salida en plena pandemia”.
El Pedroni trajo una alegría doble a Sedevich. “El jurado no solo le dio el primer premio al libro inédito que envié, que es lo más reciente que escribí, sino que también le otorgó una mención especial a mi libro editado más reciente, una antología que apareció en Chile y que reúne poemas elegidos de mis libros desde 1998 hasta 2020 -dice a LA NACION-. Entre todos los artistas, los poetas somos los que menos reconocimiento material y simbólico recibimos y esperamos, así que agradezco mucho estas distinciones”.
Sedevich dirige Revista Ardea, publicación digital de arte, ciencia y cultura de la Secretaría de Comunicación Institucional de la Universidad Nacional de Villa María, donde se graduó en Ciencias de la Comunicación. “Es significativo que el premio venga de Santa Fe, mi tierra natal -agrega-. Allá empezó mi vida y con ella la poesía, que me acompaña desde antes de habitar el vientre de mi mamá, que también escribe. Mis bisabuelos mallorquines recalaron hace más de un siglo en Santa Fe. Las palabras y su música, en el idioma de mis ancestros y después en castellano, fueron pasando de boca en boca entre las mujeres de mi familia, y así llegaron a mí. También es hermoso saber que el libro será editado por la Universidad Nacional del Litoral, donde a mediados del siglo pasado trabajaron mi abuelo y mi tío abuelo y donde mi papá se recibió de ingeniero químico poco antes de que yo naciera”.