En cuarentena, la cocina como refugio
La cuarentena se convirtió en un momento propicio para dedicarse a una pasión muchas veces dejada de lado por falta de tiempo. Para otros, la posibilidad de incursionar en algo nuevo y ya se sumaron nuevos cocineros, que antes ni se acercaban a una olla. También se aprovecha el tiempo en casa para agasajar a los que más se quiere. Cuatro casos de cocineros amateurs que hicieron de la cocina su lugar en el mundo.
Sabores caseros y recetas de mamá
A Viviana Robin la cuarentena la volvió a conectar con sabores caseros, postergados por el trabajo diario. Siempre le gustó cocinar, pero ahora, con más tiempo, se volcó a hacer preparaciones más elaboradas y también a conectarse a la distancia con la mamá para pedirle viejas recetas. Así logró hacer esos buñuelos de espinaca de la infancia que tanto añoraba, ñoquis, humus, hamburguesas vegetarianas y hasta sopa paraguaya.
Un refugio para dejar volar la imaginación
Encerrado en casa, Fausto Nutkiewicz Bosch decidió hacer de la cocina su gran vía de escape y un plan perfecto para estimular a su hijo León, de cinco años, con nuevos sabores, en preparaciones con mucho ajo, jengibre, limón y aceite de sésamo. Cocinó un ratatouille, con la receta original, como el de la película, y muchos platos de esos difíciles, que bautiza con nombres de zombis y monstruos para que sean más tentadores.
Adiós al delivery y a la comida procesada
"Era adicta al delivery y a la comida procesada, jamás cociné nada más allá de algo básico, pero con la cuarentena se me despertó el bichito gourmet", cuenta Bibiana Iglesias. Con más entusiasmo que técnica y con la ayuda de videos en YouTube, en estos meses de aislamiento cocinó más que en toda su vida. Amasó pizzas, masas de tarta, se animó a guisos y pescados y hasta se enteró de qué era sellar una carne y hacer un marinado.
A la distancia, un dulce mimo para los nietos
Blanca Theaux, que no ve a sus cinco nietos desde que comenzó la cuarentena, encontró una dulce manera de seguir conectada con ellos y de que la sientan cerca, a pesar de la distancia. Aunque siempre cocinó, ahora vive con el delantal puesto y las manos en la masa. Cuando sus hijos le llevan las compras, ella les manda para los chicos masitas, bizcochuelos, flan casero y otras delicias que prepara con todo su amor.