En busca de la entrevista imposible con Mauricio Cattelan, el creador de un cementerio para vivos
La orden es clara y todos los encargados de prensa de Art Basel Cities la repiten: Maurizio Cattelan no da entrevistas. Por lo tanto, lo que sigue es una conversación mínima pero valiosa, con respuestas que nunca se sabrá si son en serio o en broma. "Acepto la entrevista si la hacemos entre todos", dijo anoche en una rueda de copas a la que no permitió sumarse a nadie que no cumpliera dos normas: "Primero hay que presentarse, y segundo, no se puede interrumpir". Ocurrió durante la fiesta privada en el Museo de Obras y Monumentos, con la que se dio finalmente por inaugurada Eternity, un inefable cementerio de vivos en Plaza Sicilia, obra del reconocido artista italiano en colaboración con otros creadores.
La etiqueta era de riguroso luto y así fueron vestidos artistas, coleccionistas, organizadores y curadores que se acercaron a la celebración entre las falsas tumbas de Eternity en una celebración abierta al público. Cattelan no se sujetó al dress code, como era de esperar de un artista que no suele aceptar normas (para su retrospectiva en el Guggenheim de Nueva York, por ejemplo, colgó sus obras del techo "como si fueran salames"). Su atuendo fue elocuente: se puso una campera deportiva blanca y pegó una leyenda en su espalda: newshit (mierda nueva) se leía en dorado.
Comentaba en un grupo "la Mona Lisa brasileña que los brasileños vienen a ver al Malba ", el Abaporú de Tarsila do Amaral, que lo dejó admirado, cuando deslizo entre risas: "¿Dónde estará la Mona Lisa argentina? ¡En Italia!... ¿un Lucio Fontana?". Entonces una admiradora se unió al grupo y le pidió una selfi. El artista me miró cansado y preguntó si yo también quería eso. Le dije que no, que quería una entrevista, pero que si él quería una selfi conmigo, se la daba, claro. No quiso, pero aceptó unas preguntas, con la condición de que no grabara la conversación ni tomase nota de sus respuestas.
–¿Cómo le resulta esta versión de Eternity?
–Es muy graciosa, hay más color y creatividad. La de Carrara era hecha por estudiantes y eran muy formales, parecía un conjunto de piedras.
–¿Por qué acá no está la lápida de su autoría que se vio en la Academia de Bellas Artes de Carrara, la del perro haciendo sus necesidades?
–No, esa no era de mi autoría. ¡Yo nunca hago lápidas! La había hecho algún participante para mí.
–Hace unos años dijo que abandonaba el arte, pero resulta que aquí está otra vez.
–¿Ves alguna obra mía? Yo sólo tuve una idea. Es una obra colaborativa donde participé sólo con el proyecto. Bueno, es un chiste.
–Todo en su obra parece un chiste.
-No, todo no.
–¿Pero entonces ya dejó atrás la idea de abandonar el arte?
–No, sigo en crisis. Siento ganas de cambiar de aire, de ambiente.
–¿Conocía el país?
– No. Conozco a un artista argentino, la comida argentina, vi los partidos de la Argentina en el mundial de fútbol y veo películas de tango. Y tengo un amigo que una vez vino a la Argentina.
–Su Instagram es muy curioso: una sola foto posteada, que va cambiando todos los días. ¿Lo hace usted mismo?
–Sí, lo hago yo.