Un nuevo paradigma obliga a repensar nuestras actitudes y a modificar la mirada interna
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El científico británico J. B. S. Haldane decía que cuando aparecen nuevas ideas en el mundo de la ciencia lo primero que se escucha de los colegas es “lo que dicen no tiene sentido”; luego, con el tiempo, se convierte en “esto es raro pero interesante”, para seguir con “esto es verdad, ¿y qué?”, y finalmente terminar con un rotundo “siempre dije que esto era así”. ¿Será igual en el mundo de las emociones? Cada vez existe mayor evidencia científica que demuestra que nos hallamos ante un cambio de paradigma en cuanto a la comprensión de qué son las emociones. Desde el abordaje de las emociones primarias de Paul Elkman en los años setenta hasta la nueva teoría construccionista de Sarah Feldman Barret, unos años atrás, ha pasado mucha agua bajo el puente.
Podríamos afirmar que estamos frente a una revolución respecto de la comprensión de las emociones, pero también de la mente y el cerebro en general. Esto es clave: tu mente son tus pensamientos y emociones . Tu mente es tu cerebro en acción . Es decir, es tu cerebro el que te permite pensar y sentir.
Esta revolución obliga a repensar nuestras actitudes sobre las enfermedades mentales y físicas, nuestra comprensión sobre las relaciones personales y nuestros enfoques acerca de cómo educar a los niños y en último lugar, pero no menos importante, nuestra mirada sobre nosotros mismos —con independencia de la edad que tengas—. En el mundo de hoy existe una notable falta de ayuda y motivación en la educación, familias y ambientes sociales para la comunicación, expresión y comprensión de las experiencias emocionales que vivís a diario. Las escuelas, en su mayoría, focalizan en logros académicos para sobrevivir en esta sociedad tecnológica, lo cual te deja con menos posibilidades de un desarrollo emocional. Te propone conceptos externos a tu vida en lugar de focalizar en tu realidad interna, tu mundo de pensamientos y emociones. En En el limbo me focalizaré en que te motives a llevar tu atención y curiosidad a esta, tu realidad interna. El precio por no conocer y/o gestionar mal tus emociones es muy alto y evidente. Si no te tomás un tiempo para explorar, sentir y pensar acerca de las experiencias emocionales clave que fueron dándole forma a tu vida, para bien y para mal, tu mochila emocional puede dañar tu calidad de vida y provocarte, incluso, malestares físicos y mentales. Sin un tiempo para pensar cómo estás llevando tu vida adelante y qué podrías y querrías cambiar, es muy probable que quedes atrapado en un formato de sensaciones, emociones y pensamientos que no contribuyen a tu bienestar y la toma de buenas decisiones.
Charles Darwin observó que las especies no son un tipo de ser con una serie fija de atributos sino una población de individuos ricos en su variedad. De manera análoga, palabras como enojo, alegría o miedo nombran una población de diversos estados biológicos que dependen mucho del contexto. Si estás enojado con tu mamá, a veces tu corazón irá más rápido, otras decrecerá su ritmo cardíaco, y otras quedará sin cambios. Fruncirás el ceño o quizás sonreirás. Te quedarás en silencio o gritarás. La variación es la norma. Y con las emociones también. Es importante destacar que estos descubrimientos científicos no solo quedan como simples conceptos nuevos en el ámbito académico. Cuando un oficial de seguridad aeroportuaria está entrenado y tiene confianza en asunciones de que, por ejemplo, las expresiones faciales y los movimientos del cuerpo son indicadores nobles de los sentimientos y las emociones de las personas, la plata de los contribuyentes que pagamos impuestos para entrenar a ese oficial está siendo malgastada. Cuando la comunidad médica se pregunta cuál es la relación entre el enojo y el cáncer está asumiendo que el enojo causa o dispara solo una cosa en el cuerpo, y eso es un error. La facilidad con la cual sentís emociones y el poco o nulo esfuerzo que hacés para asumir las emociones en los demás no significa que cada emoción tenga un patrón distintivo, o huella, en la cara, cuerpo o tu propio cerebro . Cientos de experimentos y artículos científicos demuestran esto último. En lugar de preguntarse dónde están las emociones o qué patrones corporales las definen, hoy la ciencia moderna basa sus experimentos en entender cómo tu cerebro, con tu ayuda, construye estas experiencias increíbles.
Fragmento de En el limbo (Sudamericana)
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