Emilia Pardo Bazán, la condesa que rompió el corset: le negaron el ingreso a la RAE y fue la primera en tener una cátedra universitaria
Se cumplen cien años de la muerte de una intelectual que superó los prejuicios de una época; escribió en LA NACION
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MADRID.– “Me atrevo a indicar, sin asomos de vanidad propia, que el hecho de mi nombramiento envuelve la ruptura de muchas vallas y la desaparición de muchos prejuicios. Abrí a la mujer bastantes puertas, y ahora, las de la universidad”, escribía en 1916 la condesa Emilia Pardo Bazán en este diario, poco después de que lograse un hito en la historia española: obtener una cátedra en la universidad, Literaturas Neolatinas Contemporáneas, un lugar exclusivo para hombres. La Biblioteca Nacional de España dedica en el centenario de la muerte de la intelectual, escritora y colaboradora de LA NACION una muestra que ya fue visitada por la Reina Letizia.
Novelista (Los pazos de Ulloa, que Gonzalo Suárez adaptó en 1985 en forma de miniserie para la TV, con Charo López y Victoria Abril; La tribuna, donde retrata las condiciones de unas obreras gallegas, etc.), dramaturga (Cuesta abajo, Las raíces, etc.), poeta (Jaime), ensayista (La cuestión palpitante), biógrafa de Hernán Cortés y de Francisco Pizarro, la firma de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) tuvo también una notable presencia en los medios de comunicación de su tiempo.
En La obra periodística completa en LA NACION, de Buenos Aires (1879-1921) [Pardo Bazán también escribió en un diario madrileño de la época llamado La Nación], editado por la Diputación de La Coruña, la investigadora Juliana Sinovas-Maté reunió casi 300 crónicas, columnas y artículos de la autora. Desde 1879 hasta 1909 algunos de estos textos aparecen también en medios españoles, pero luego, y hasta la muerte de la escritora, la producción será exclusiva para este diario. “El lector queda absorto ante esta especie de pozo de ciencia que con igual soltura opina sobre moda que sobre movimientos literarios. Esté ante una autora cuya imagen se forma a través de múltiples facetas y que por tanto puede enfrentarse a un público igualmente heterogéneo, un público plausible de culturizarse a través de una escritora de prestigio”, escribe la investigadora María del Carmen Porrúa sobre la obra de Pardo Bazán.
La exposición hace hincapié en la figura clave de Pardo Bazán, quien, con sus ideas, su producción, su presencia en el circuito literario y editorial, construyó una innovadora esfera cultural para Hispanoamérica en busca de la modernidad, admirando a Francia y a los Estados Unidos, y empujó a la ruptura con modelos anquilosados. “La personalidad y trayectoria de Pardo Bazán están llenas de ambivalencias que la exposición pone de relieve para comprender la riqueza del personaje. Atrevida y mordaz en sus juicios, amante de las polémicas, apasionada y radicalmente anti-sentimental. Católica y feminista radical. Esencialmente gallega y cosmopolita, fue al mismo tiempo una consciente constructora de la nación española, reconociendo las exigencias del nacionalismo moderno en la época de los Estados-nación europeos y el papel de la literatura en su definición y consolidación”, destaca Isabel Burdiel, comisaria de la muestra.
En la casa madrileña de la escritora, en la calle San Bernardo, acudía Rubén Darío y Ramón María de Valle-Inclán y los principales intelectuales de la época. Tuvo una gran amistad con su mentor, Francisco Giner de los Ríos, creador de la Institución Libre de Enseñanza, que impulsó un modelo y una educación de prestigio hasta la Guerra Civil. Además viajó en reiteradas ocasiones a las principales capitales europeas –hablaba un excelente francés, alemán e inglés–, entre ellas París donde conoció a Víctor Hugo, a los hermanos Goncourt y a Émile Zola.
Pardo Bazán buscó romper con los corsets de la época. Gracias a su padre, un hombre de ideas progresistas, recibió la mejor educación que podía obtener una joven de su tiempo, en selectas instituciones para señoritas de la aristocracia. Quiso esta autora ingresar en la Real Academia Española, aunque le fue negada esta posibilidad por el hecho de ser mujer. Decía Darío Villanueva en 2019, en el Instituto Cervantes, poco antes de pronunciar la conferencia “El papel de Emilia Pardo Bazán en la intelectualidad española de entre siglos” que la institución que él mismo dirigió había cometido un error por no haber aceptado el ingreso de Emilia Pardo Bazán (así como tampoco el de Gertrudis Gómez de Avellaneda). “Reconozco el error que la Academia cometió del que yo, por supuesto, no soy responsable, pero asumo la parte que me toca simplemente a título de herencia”.
A la vanguardia no solo literaria, Pardo Bazán se refiere al feminismo en sus escritos y en sus conferencias: “Yo soy una radical feminista. Creo que todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos la mujer [...]. En los países menos adelantados, es donde se considera a la mujer bestia de apetitos y carga”, recoge Marisa Sotelo Vázquez en Emilia Pardo Bazán. Algo de feminismo y otros escritos combativos (Alianza). En 2019 Madrid inauguró un espacio verde en pleno centro de la ciudad: el Jardín de la Feministas, que rodea precisamente a la estatua de Pardo Bazán.
La condesa se separó en buenos términos de su marido, con quien tuvo tres hijos, en la prehistoria del divorcio y pudo tener una vida libre, ignorando los prejuicios de la sociedad. Mantuvo una extensa relación sentimental con Benito Pérez Galdós, que comienza como un apasionado vínculo, pero que luego se convierte en una amistad. Parte de la correspondencia entre ambos está reunida en Miquiño mío (Turner), donde por ejemplo ella le pide perdón por una infidelidad que comete. El paradero del resto de las cartas es un enigma y uno de los mitos en torno a su desaparición baraja la posibilidad de que la propia Carmen Polo, esposa de Francisco Franco, las hubiese tenido en alguna ocasión en su poder y, escandalizada por su contenido, las habría mandado a quemar.
Virginia Woolf escribió su famoso Una habitación propia, contemporáneo a Pardo Bazán, que dialoga con la obra de la autora gallega. Su posición acomodada y su despacho siempre en ebullición creativa permitieron, a diferencia de tantas otras mujeres de su tiempo que no pudieron desarrollar su vocación, que Pardo Bazán alzara su voz, una voz de estilo pulido que sigue reverberando en discusiones clave de la sociedad hispanoamericana.
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