Elvio Gandolfo: "Leo y escribo mucho, es una especie de vicio"
Radicado en Montevideo, el narrador publica en sellos independientes
Desde mediados de 2015 hasta pocos días antes del cierre de la edición 2016 de la FIL de Buenos Aires, Elvio Gandolfo (1947), narrador y poeta mendocino que vive en Montevideo, publicó libros en editoriales de Rosario, Mar del Plata, Buenos Aires y Córdoba. Poemas narrativos o no, un conjunto de columnas escritas para la revista La Mujer de Mi Vida, textos y crónicas de los años setenta, más algunos inéditos y la colección de sus cuentos completos evidencian el amplio arco de intereses, recursos y competencias de Gandolfo, que además es periodista cultural, antólogo, traductor siempre solicitado y, en ocasiones, editor de colecciones de ciencia ficción, policiales y otros géneros. "Leo y escribo mucho. Es una especie de vicio", dice en un bar porteño.
-¿Tenés muchos inéditos?
-Tengo uno con un personaje raro con el que me gustaría escribir muchos relatos. Es un pasajero que se toma un taxi, el tachero es un chanta y cuando termina el cuento pega una vuelta brusca que decís "cómo sabe esto ese tipo". Antes de bajarse le apoya una mano al chofer en el hombro y le dice que sabe que lo bicicleteó; al tipo se le enfría todo el costado y el otro le avisa que está enterado de que se mandó una macana con la mujer.
-¿Son cuentos de fantasmas?
-Quiero que haya un cuento final que sea la biografía de él por él mismo, aunque el tipo no sabe bien quién o qué es. No es un extraterrestre ni un muerto vivo. Son cosas que tengo ganas de escribir, pero no escribo hasta que tengo la seguridad de poder escribirlas. Y tengo un libro largo, con 99 capítulos, y tres novelas cortas dentro de distintos géneros.
-Una es La chica del espacio exterior.
-Ahí quise contar una relación real que tuve, narrada por un personaje con la convicción absoluta de que la mina con la que sale llegó del espacio exterior. Ella hace cosas habituales, como peinarse o usar carteras, pero el narrador la observa como si fuera extraterrestre. Después tengo otra interrumpida que fue un intento de hacer algo para Emecé. Se llama Los lugares y son tres cuentos basados en algo real. La base son esos días en tu cabeza que no tuvieron nada de especial y sin embargo se recuerdan por demasiado tiempo. El primero transcurre en Belgrano, un día que fui a buscar un libro de Mercado Libre para un amigo de Montevideo; el segundo va a ser en Fráncfort, en la Feria del Libro, y el tercero, en Montevideo. El primero está narrado en primera persona; el segundo, en segunda, y el tercero, en tercera persona.
-¿Hay alguno de tus cuentos que quieras más que otros?
-Hay uno que cada vez que lo leo me gusta mucho, se llama "El polvo del mediodía". Es muy acertado, de un hombre que se va a casar y está en la casa de la madre esperando el casamiento; la madre, chocha. Todo lo que describo es la ciudad de Rosario hasta el caracú, y va emitiendo una forma de ser de Rosario, con un final paradójico, pero real. El tipo ama a la mina, él cree que nunca la va a engañar y no lo va a hacer, pero la posibilidad de que la engañe va creciendo día a día hasta que la muerte los separa. De los libros tengo un favoritismo por Boomerang, es una buena novela y logró una cosa secreta que yo tenía, que era escribir para un público más amplio. El editor fue Juan Forn. Hacía correcciones muy raras, les cambiaba de color la ropa a los personajes femeninos, hasta que un día le dije: "Juan, ¿por qué no escribís tu novela y dejás de escribir las novelas de los demás?".
-¿Leés a cuentistas jóvenes?
-Lo que pasa es que ahora se ha vuelto todo tan multiforme. Hay un tipo que me gusta, un cordobés que creo que ahora vive acá, Luciano Lamberti; él tiene un estilo que me copa, igual que uno que fue premiado por el Fondo Nacional de las Artes, un chaqueño, Mariano Quirós. Los dos son muy escritores y llegan a un borde raro.
-¿Borde entre qué y qué?
-Entre lo literario y los géneros de terror, fantástico, de ciencia ficción. Viste que el género puro ya ha desaparecido; el único género que triunfó es el policial, del que el 90% es basura, en todo el mundo. Hay un tipo que a mí me gusta mucho y es Pedro Mairal. Cuando le dieron el Premio Clarín de Novela le dije: "Tené cuidado con Bioy Casares". Porque creo que él es mucho más que Bioy Casares hoy en día. No debería enamorarse del estilo de Bioy Casares, que además era muy desparejo.
-¿Cómo es la vida cultural en Uruguay?
-No pasa nada. Digamos, hay heroicas editoriales, como Irrupciones y Criatura, con ocho o diez títulos por año. Hay algunas muy chicas que editan bien, pero sacan pocos libros. Uruguay es un país que no ama la cultura, históricamente. La cultura oficial ha sido de izquierda siempre y a partir de los años 60 la cultura de izquierda se volvió muy limitada. En la Argentina, pienso que el kirchnerismo fue mucho más culto que los sectores de la oposición que hoy están en el poder.
-¿Tres consejos para jóvenes escritores?
-Es complicado mantener una vida de escritor. ¿Por dónde te entra la plata? Lo mío fue por periodismo, traducción. Una vez que tenés eso resuelto, no pierdas tiempo con congresos y talleres. Cuando veo el formato del Filba pienso por qué hacen eso. Fueron a Mendoza y llevaron a los escritores a una escuelita o a escalar un cerro... Para mí el escritor es el tipo borrado, el hombre más común del mundo, que se lo pasa observando incluso sin darse cuenta. No creo en la figura del escritor como alguien extraordinario. En los trabajos de escritura por encargo, como notas, prólogos o antologías, lo bueno es agregar conocimiento mientras se hacen, si no es un plomo.
Cuatro títulos editados casi en simultáneo
Vivir en la salina
(Caballo Negro) Cuentos completos. La obra del autor de Ferrocarriles argentinos, reunida con el título de uno de los mejores cuentos escritos en el país, se presentó en la FIL de Buenos Aires a principios de mayo
La mujer de mi vida
(Letra Sudaca) Columnas escritas para la revista La Mujer de Mi Vida. Incluye un hermoso texto sobre Charlie Feiling
El año de Stevenson
(Iván Rosado) Poesía. Narra en verso un año en la vida de un personaje que llega a Montevideo un 7 de enero. Es el primero de una serie de cuatro libros
Libro de mareo
(El 8vo. Loco) Reúne textos breves de la década de 1970 y los años de dictaduras en Uruguay y en la Argentina más algunos inéditos recientes
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