Elsa Osorio: "Cuando te metés en el personaje, descubrís que tiene su propia vida"
Acaba de publicar en la Argentina Doble fondo, una novela que salió antes en Italia, donde la autora tiene enorme éxito, y que aborda la represión y los "vuelos de la muerte" durante la última dictadura
En el mismo día de la entrevista de LA NACION con la escritora Elsa Osorio (Buenos Aires, 1952) se conocieron las sentencias de la megacausa ESMA, donde se condenó judicialmente a Alfredo Astiz, el "Tigre" Acosta y otros represores. Algunos de ellos aparecen como personajes en Doble fondo (Tusquets), la cuarta novela de Osorio, que está ambientada en una ciudad de provincias de Francia, en París y en el campo de detención más grande de la Argentina durante la dictadura.
Osorio cuenta que desconfía del fervor actual por las novelas policiales y de las prerrogativas que poseen en el mercado editorial de aquí y de cualquier otro lugar del mundo. Si una novela es policial, tiene parte del camino allanado para encontrar un editor dispuesto. Pese a eso, define Doble fondo como un "policial histórico", en parte porque comienza con el hallazgo del cuerpo de una mujer en las orillas de la pequeña ciudad de Saint-Nazaire, donde apenas hay un asesinato por año. Una joven periodista francesa se interesa por el pasado de esa médica misteriosa, que resulta tener doble nacionalidad: Marie Le Boullec es una franco-argentina sobreviviente de la ESMA.
Tras el éxito de A veinte años, Luz, la primera novela de Osorio, que cuenta la historia de una hija de desaparecidos en busca de su identidad, los lectores de Italia, España, Alemania y Francia siguen con interés sus publicaciones. Mika, la novela biográfica que perfiló a Micaela Feldman de Etchebéhère, la militante argentina que llegó a comandar una columna del POUM durante la Guerra Civil Española, fue un éxito de ventas. Quizás eso explique que Doble fondo se haya publicado antes en una editorial italiana. "Ahora es la primera vez que voy a tener el mismo editor en España que en Sudamérica -dice Osorio-. Siempre paso mucho tiempo con las pruebas de las novelas, porque yo quiero que el libro sea idéntico en España y en la Argentina. Cada palabra es la que el libro necesita".
-¿Cuidás mucho el lenguaje de los personajes?
-Sí. Me importan mucho las cuestiones de lenguaje, sobre todo cuando los personajes están hablando en otra lengua. Cuando eso pasa, como en el caso de la periodista francesa que investiga el crimen de la médica, uso las formas de la segunda persona del español. A lo mejor no dicen "tú", pero la forma se sostiene. Con esta novela me pasó porque la mayor parte pasa en Francia.
-Y algunos personajes ignoran que otros comprenden la segunda lengua, como en el duelo verbal de la protagonista cuando conoce en París a la diplomática Elena Holmberg.
-La protagonista es un personaje ficticio, pero obviamente me basé en historias reales; me refiero a que hubo prisioneras de la ESMA que estuvieron en el Centro Piloto París, prisioneras-espías al servicio de Emilio Massera. Pero no me refiero a alguien en particular, construyo. Me convenía que ella fuera francesa para que alguien se pudiera meter en un grupo donde hay muchos franceses y no se notara, lo ideal es que fuera franco-argentina.
-¿Entonces no está basado en una militante montonera que, para sobrevivir, prestaba servicios a la Armada?
-Es una fusión. A mí me gusta componer, inventar, por necesidad de la ficción. Quiero contar historias desde la novela. Trabajo con muchísima documentación y me baso en muchos testimonios, pero también en algunas cosas que sé. Cuando te metés en el personaje, descubrís que ese personaje tiene su propia vida.
-¿Cómo se hace para separar las opiniones ideológicas de las decisiones estéticas?
-Hace muchos años yo era más ingenua, pensaba que si escribía desde el punto de vista de varios narradores nadie sospecharía lo que yo pensaba. Sigo haciendo esto de usar varios narradores porque me interesa para la novela. A mí como ciudadana me repugna un hombre del grupo de tareas de la ESMA, pero para poder meterme y ver lo que le pasa me sentí tentada y entonces es cuando aparecen las sorpresas. Se comprende que el represor está enamorado de esa mujer; en su medio, él no conoce a una mujer como ella. Por un lado, la amenaza con los vuelos de la muerte, pero al mismo tiempo está loco de amor por ella y se quiere casar. Me sirve pensarlo desde ahí y desde el poder. El personaje de Juana/Soledad/Marie es también tremendamente contradictorio, porque ella por un lado está viviendo esa situación terrible, pero por otro quiere informarse porque piensa que un día podrá denunciar.
-Con respecto a la cuestión de los nombres que ella va asumiendo a lo largo de la novela, uno también se pregunta si hay una cuestión de la identidad que trasciende la cuestión histórica.
-Para la novela constituyó un problema. Está claro que la gente que vivió en clandestinidad tiene varios nombres, pero ella elige otra clandestinidad, elige estar toda su vida en clandestinidad, respecto del hombre que la está persiguiendo. En el caso de este personaje, primero son cuestiones de vida y después, cuestiones de dignidad. Ella renuncia a su pasado, pero no porque se olvida; es el precio que paga para salvar a su hijo.
-Casi siempre las protagonistas de tus libros son mujeres.
-Mirá, creo que es menos por una postura feminista que por una fidelidad histórica, en el sentido de que las mujeres en nuestro país son las que hicieron frente a la dictadura. El ejemplo de las Madres, de las Abuelas, esa lucha salió sobre todo por reclamar por sus hijos. Algunas no tenían ni la menor experiencia política. En esta novela era fundamental que Juana fuera una mujer fuerte, pero también una mujer quebrada, débil.
-¿Estuviste exiliada?
-No. Viví la dictadura en la Argentina y me considero una sobreviviente. A mí no me pasó nada de lo que estoy contando, no fui prisionera, no es mi biografía, pero soy alguien que hace unos cuantos años, desde que escribí mi primera novela, quise que se supiera que en la Argentina se habían robado chicos, se había torturado a personas, que hubo "vuelos de la muerte". Sé que la memoria es importante, pero no tengo la soberbia ni creo que mis libros determinen algo.