Elegir los recuerdos: otras historias de América Latina se cuentan en el MoMA
El Museo de Arte Moderno de Nueva York inaugura hoy una muestra integrada sobre todo por obras de arte donadas por la coleccionista Patricia Phelps de Cisneros, que aspira a actualizar la mirada sobre los países del continente ubicados al sur de Estados Unidos
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NUEVA YORK.- Los restos resecos de un globo terráqueo deformado, apenas sostenidos por un anillo de metal. Esa otra forma de ver el mundo parece representar la instalación Los teatros de Saturno (2014), del artista rosarino Adrián Villar Rojas, ubicada en el centro de la primera sala de la muestra de arte contemporáneo latinoamericano que inaugura hoy el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Recuerdos elegidos es el título de esta exposición conformada sobre todo por obras donadas por la coleccionista Patricia Phelps de Cisneros, que aspira a actualizar la mirada sobre los países del continente ubicados al sur de Estados Unidos.
“Es un momento de cambio cultural importante: hay una discusión, un debate que esta redefiniendo todos los parámetros culturales que tienen que ver con la inclusión, con dar espacio a artistas racializados que nunca habían tenido lugar en el canon modernista. Eso da lugar a lenguajes y a problemáticas que habían sido excluidas”, dice a LA NACION Inés Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano del MoMA y directora del Instituto Cisneros para la Investigación del Arte de América Latina. Durante el último año y medio trabajó junto a Julia Detchon en concebir esta exposición que reúne más de 60 obras de 39 artistas de la región, realizadas desde la década de 1980.
Además de Villar Rojas, participan otros tres argentinos: Leandro Katz, David Lamelas y Analía Saban. Aunque poco le importan las nacionalidades a Katzenstein, quien se apresura a aclarar que su enfoque es “transgeneracional y transgeográfico”. Considera además “problemático” el concepto de “arte latinoamericano”, ya que también hay artistas “latinxs”: los descendientes de latinoamericanos formados en Estados Unidos.
Lo que tienen en común son historias y tradiciones que se reflejan en sus obras, y que pueden servir según ella para recrear el presente. “La memoria es un tema importante hoy -señala-. Es un momento tan crítico del mundo, de nuestra relación como humanos con el mundo... La idea del futuro está tan puesta en cuestión, se ve tan frágil, que me parece que el pasado puede ser una clave interesante para imaginar el porvenir. Para reinventarlo, para pensar con más claridad. Para no pensar que las respuestas están en el futuro, necesariamente”.
En la sala donde está sentada la rodean creaciones de artistas como Sheroanawë Hakihiiwë, de origen venezolano y yanomami, que mantienen vivas prácticas ancestrales y patrimonios de culturas como las indígenas y afrocubanas, “desvalorizados u olvidados por las corrientes dominantes”. Mama Kalunga (1992), una pieza del cubano radicado en Miami José Vedia que representa a dos sirenas tirando de un barco hacia el océano, alude al “umbral acuoso entre el mundo de los vivos y el de los muertos” durante la trata transatlántica de esclavos. El brasileño Cildo Meireles, en tanto, se inspiró en las redes de pescadores para realizar Mallas de libertad (1976/77) en plena dictadura militar. “El título evoca las aberturas o espacios de libertad –dice el texto de sala- que pueden exisitir incluso dentro de estructuras aparentemente inflexibles”.
La idea de esta muestra nació, explica Katzenstein, con un par de las obras de arte contemporáneo donadas al MoMA por Cisneros que compartían una “vocación retrospectiva”. Una de ellas fue Paso del Quindio I (1992), del colombiano José Alejandro Restrepo: la instalación de este pionero del videoarte latinoamericano muestra imágenes del ascenso del artista hacia las cumbres de los Andes septentrionales exploradas en 1801 por el alemán Alexander von Humboldt. Está presentada en la primera sección, dedicada a revisar en forma crítica las representaciones visuales de la región por parte de los colonizadores, junto a la de Villar Rojas y al Proyecto Catherwood (1985-95) de Katz. Este último realizó una operación similar, al fotografiar los lugares de la región maya que habían registrados en litografías por Frederick Catherwood en la década de 1830.
La otra obra que sirvió como “disparador” del tema es Memoria presente (2009), un video del uruguayo Alejandro Cesarco. Es un retrato fílmico de su padre, que era médico, poco tiempo después de que le diagnosticaran cáncer. Se exhibe ahora hacia el final de la exposición, en el sector dedicado a piezas que “conviven con el recuerdo como una estrategia de regeneración personal o social”.
Justo enfrente hay dos paredes intervenidas por un mural abstracto comisionado al brasileño Iran do Espirito Santo, con tonos grises que representan según Katzenstein “la disolución de la memoria y la fuerza del olvido”. Una tensión presente también en el trabajo de la portorriqueña Sofía Gallisá Muriente sobre negativos de películas, que “oculta las imágenes que el film quiere mostrar”.
“Esta muestra refleja la complejidad de América Latina, que fue uno de los primeros lugares globalizados”, dijo a LA NACION el curador español Gabriel Pérez-Barreiro, quien dirigió la dirección de la Colección Patricia Phelps de Cisneros durante más de una década hasta 2019. Entonces se exhibió en el MoMA otra parte de la donación: la muestra Sur moderno, también curada por Katzenstein, se centró en obras paradigmáticas del arte abstracto y concreto realizadas entre 1940 y 1970 por artistas de Brasil, Venezuela, la Argentina y Uruguay.
Ahora en su rol de asesor, Pérez-Barreiro asegura que en los últimos quince años “se avanzó un 1000% en la transformación del canon”, que hasta entonces reducía el arte latinoamericano al muralismo de Diego Rivera y al “estereotipo folklórico, trágico” de Frida Kahlo. “Patricia creció en Caracas, una ciudad moderna, sofisticadísima -agrega-. Tuvo la capacidad de entender muy pronto que América Latina se define por su diversidad, por la convivencia de distintas culturas. Y de respetar esas tradiciones”.
“A veces pienso: ‘misión cumplida’, en el sentido de que hoy cualquier museo, bienal, feria o evento cultural inevitablemente tiene que considerar a América Latina como zona cultural. No siempre fue así, y lograr ese cambio ha sido gracias al esfuerzo de muchas personas para lograrlo”, dijo a LA NACION Phelps de Cisneros, que donó unas 600 obras a más de veinte museos de América y Europa e impulsa además un fondo de adquisición para sumar obras de arte latinoamericano a la colección del MoMA. Obras que ahora se exhiben en distintas salas, integradas con otras de distintas partes del mundo.
Para agendar:
Chosen Memories: arte latinoamericano contemporáneo de la donación de Patricia Phelps de Cisneros y más allá se inaugura hoy en el MoMA para invitados especiales y abrirá al público desde el 30 de abril hasta el 9 de septiembre
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