El vínculo intelectual de Ortega y Gasset con la Argentina y su especial relación con LA NACION
En un encuentro realizado en la embajada de España, un grupo de especialistas en la obra del filósofo español repasó su trayectoria y los artículos más destacados publicados en este diario a partir de 1923
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Organizado por la Fundación Ortega y Gasset Argentina (FOGA) y la Embajada de España, ayer se realizó un conversatorio con especialistas en la obra del filósofo español por el centenario de la fundación de Revista de Occidente y de sus inicios como articulista en LA NACION.
Participaron del encuentro Marta Campomar, vicepresidente de la Fundación; Ángeles Castro Montero, directora del Centro de Pensamiento Español e integrante de FOGA, el español José Lasaga Medina, profesor de Filosofía de la Universidad Nacional de Educación a Distancia e investigador de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón; el autor, periodista y editor de LA NACION, Héctor Guyot y el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina, Roberto Aras, como moderador.
Con el retrato del rey de España, Felipe VI, coronando la sala de la delegación diplomática en la Argentina, los especialistas e investigadores dialogaron sobre la trayectoria de Ortega y Gasset y su vínculo intelectual con nuestro país. El pensador español se exilió en la Argentina entre 1939 y 1942, período en el que brindó cursos y conferencias que luego fueron publicados como libros, entre ellos, Meditación del pueblo joven, de donde proviene su célebre frase “Argentinos, a las cosas”.
La embajadora de España, María Jesús Alonso Jiménez, dio por inaugurado el encuentro con un recorrido por las “empresas culturales” que Ortega y Gasset inició en 1923. “Buscó generar espacios para dar cabida a las vanguardias que surgían después de la Primera Guerra Mundial. Quiso también ser protagonista de un nuevo tiempo y buscó generar puentes intelectuales entre Europa y América para promover la reflexión y el debate. Este fue el sentido de la creación de Revista de Occidente y también puede interpretarse así el inicio de las colaboraciones en el diario LA NACION”, dijo la diplomática.
Por su parte, Castro Montero, directora del Centro de Pensamiento Español e integrante de la FOGA, se refirió a la primera y segunda época de la Revista de Occidente, cuando aparecieron plumas como Carlos Fuentes, Gabriela Mistral, Mario Vargas Llosa, Alejandra Pizarnik y Sara Gallardo.
Campomar, doctora en Literatura inglesa y española por la Universidad de Leeds e integrante del Patronato de la Fundación Ortega-Gregorio Marañón en España, publicó los libros Ortega y Gasset en La Nación (2003), Ortega y Gasset en la curva histórica de la Institución Cultural Española (2010) y Ortega y Gasset. Luces y sombras del exilio argentino (2016). La autora hizo referencia a las colaboraciones del pensador español en este medio y destacó que, entre 1923 y 1927, Ortega y Gasset “escribió sobre las mujeres posiblemente impactado por la mujer argentina autónoma y de ideas propias, muy distinta de la española”. Y agregó: “Seguramente, el telón de fondo era el hondo impacto que Victoria Ocampo causó en él. Esa serie de publicaciones luego se consolidó en el libro La cultura del amor”.
Lasaga Medina, experto español que vino a Buenos Aires para participar del conversatorio, sostuvo que “1923 fue un año bisagra para Ortega y Gasset, que al cumplir 40 decide emprender un camino sostenido para ampliar su labor académica en diarios donde pudiera ejercer su cátedra periodística”. En LA NACION, Ortega y Gasset adelantó fragmentos de “La rebelion de las masas” y del libro En torno a Galileo. “Argentina fue para él un espacio de proyección y también un medio de vida en un tiempo en que tener un contrato con un diario de la envergadura de LA NACION era un aporte importante al sostén familiar”.
Guyot, editor del suplemento Ideas de LA NACION, repasó los artículos más recordados del pensador español publicados en este diario. “Entre ellos figuran ‘La rebelión de las masas’, del 1 y el 8 de diciembre de 1929 (el artículo aparece un año antes de la publicación del libro), en el que Ortega describe el fenómeno con una frase tremenda: “Ya no hay protagonistas; solo hay coro”.”
También se refirió a “Por qué he escrito ‘El hombre a la defensiva’”, de abril de 1930, “en respuesta a las críticas que había despertado aquel artículo sobre la identidad argentina publicado en El Espectador. Allí habla de la necesidad de una ‘reforma moral’. No en el sentido de la ética. Más bien, porque dice que el argentino es un hombre “desmoralizado”, es decir, que “no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad, y por ello no vive su vida ni su destino”.
Más adelante, Guyot leyó uno de los textos publicados en LA NACION: “Me gustaría compartir un fragmento de un artículo de Ortega que revela desde qué lugar escribía sus columnas. En el ‘El deber de la nueva generación argentina’, de febrero de 1924, dice: “Mis libros [y esto es extensivo a sus artículos], mejores o peores, tienen también un tema, un asunto objetivo sobre el cual he pensado, del cual he tomado una vista ideológica. Me es, por consiguiente, necesario que otros miren el hecho del que yo pretendo hacer la anatomía y confronten mi imagen con la suya. De otro modo no llegaré nunca a sospechar la medida de mi error o de mi acierto. El pensamiento no es, como la literatura, monólogo, sino esencialmente diálogo”.
“Aquí queda claro -resaltó- su intención de incidir con sus ideas en la sociedad, de incitar el debate. Y que tenía muy en cuenta al lector, al que le dedicaba su columna como el punto de partida de un diálogo. Un columnista necesita algo original que decir, una opinión fuerte por la cual jugarse. También, honestidad intelectual y coraje para decir lo que causará rechazo. Si además tiene estilo, claridad y fuerza expresiva en la escritura, lo tiene todo. Ortega tenía todo eso en grado superlativo y además tenía oficio, porque desde temprano escribió para el diario de la familia, El Imparcial”.
El conversatorio fue ágilmente conducido por Roberto Aras que, al generar un diálogo dinámico entre los expositores, mantuvo el interés en la nutrida concurrencia. Asistieron políticos, diplomáticos, académicos y referentes de la cultura.
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