El viaje cultural de Juan Forn a lo largo del siglo XX, en un solo volumen
La antología de sus celebradas “contratapas” de los viernes, reelaboradas y organizadas por el escritor antes de su sorpresiva muerte, llega a las librerías este mes
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A poco más de un mes de la muerte del escritor, traductor y editor Juan Forn, que tuvo lugar en Mar de las Pampas el 20 de junio, llega hoy a las librerías el título en el que trabajó en los últimos meses, Yo recordaré por ustedes (Emecé), una reelaboración de las contratapas de los viernes que publicaba en el diario Página 12, tan celebradas por los lectores por sus revelaciones históricas, literarias e íntimas, y que están agrupadas en los cuatro tomos de Los viernes. Su deseo era que el libro -que dedicó a Matilda, su hija, y a la memoria de su madre- saliera en agosto.
En un continuo que se propone como un viaje cultural por el siglo XX, Forn incluyó textos sobre el escritor británico Bruce Chatwin, la poeta Ana Cristina Cesar, “la Alejandra Pizarnik brasileña”; Paul Wittgenstein, el hermano concertista del filósofo inglés, que perdió un brazo en la guerra y aprendió a tocar el piano con una sola mano; el padre alcohólico del escritor canadiense Michael Ondaatje en el Ceilán de su infancia; el diario que escribió Vaslav Nijinsky durante su internación forzada para demostrar a psiquiatras y familiares que no estaba loco; la dama alada del surrealismo Leonora Carrington, el gran fotógrafo chileno Sergio Larraín, los legendarios gánsteres Bonnie & Clyde y el escritor mexicano Juan Rulfo. También hay relatos autobiográficos, como el que narra el episodio en que, siendo cadete en Emecé, le tocó llevar las galeras de un libro a la casa de Adolfo Bioy Casares. Yo recordaré por ustedes, de más cuatrocientas páginas, cuesta 1690 pesos.
“Lo vi en febrero de este año -cuenta Ignacio Iraola, director editorial del Grupo Planeta en el país-. Lo fui a visitar a Mar de las Pampas porque me quería ver, y quería ver a Ana y a mi hija. Pero también quería hablar de su libro. Básicamente, me quería decir que quería salir con el libro en agosto, y que tenía decidida la tapa y el título. ¿Quién lo podía contradecir, si era el tipo que más sabía de libros? Que más sabía y que mejor los hacía, aparte de ser un gran escritor. Para mí fue un lujo trabajar con él, verlo hacer libros, escribir y ser su amigo”. Para Iraola, Yo recordaré por ustedes es una pequeña obra de arte. “Y un nuevo libro de Juan siempre será algo para celebrar”.
Viajar por lecturas
“La primera vez que Juan Forn nos habló a Ignacio Iraola y a mí de este libro, dijo que ‘por favor’ no creyéramos que era una recopilación de sus mejores contratapas -dice a LA NACION la escritora y editora Mercedes Güiraldes-. Quería hacer otra cosa, algo nuevo, con esos textos que tantas alegrías habían dado, a él y a los lectores, desde que empezó a publicarlos en Página 12. No tuvo que hacer un gran esfuerzo para convencernos, su entusiasmo era contagioso y lo que nos contaba parecía muy atractivo. Pero ese adjetivo no da cuenta ni de cerca de Yo recordaré por ustedes, al que sería más acertado llamar deslumbrante”. El título proviene de un texto que Forn publicó en diciembre de 2011, dedicado al cineasta lituano Jonas Mekas.
Al terminar el libro y enviarlo, el autor de Nadar de noche les escribió a los editores (y amigos) un mail. “Para mí, recién ahora, en esta versión, se entiende bien lo que fueron los viernes. Es como unir los textos en un continuum, como una vuelta al mundo y al siglo XX, un poco a la manera de El Danubio de Claudio Magris. Va a ser el libro que se lea siempre de los míos, acuérdense, por eso quiero tanto que salga, y que vean que no es un refrito”. El tiempo dirá si se cumple la predicción del escritor.
Güiraldes cuenta que la “chispa original” del proyecto había surgido de un intercambio con la editora chilena Andrea Palet, a quien Forn agradece en las primeras páginas. “A partir de ahí fue dándole forma a la idea de transformar las contratapas en un libro que pudiera leerse de principio a fin, como una novela, y que tuviera unidad en la diversidad. Y, efectivamente, con los mismos materiales originales logró algo distinto, como si fuera un proceso químico. Cualquiera que lo lea, aun habiendo leído antes las contratapas o sus recopilaciones posteriores, encontrará que los sentidos se superponen y se multiplican mediante un entramado sutil de conexiones y referencias internas, hilvanado por una primera persona discreta pero cada vez más presente a medida que se avanza en la lectura”.
“Las historias ocultas en los pliegues de la historia, con sus personajes excéntricos o perdedores o ilustres desconocidos, reorganizadas geográficamente, van armando el viaje que Forn tenía en mente y que parte de Zambia para terminar en Villa Gesell, pasando por Japón, China, Rusia, Europa (especialmente los países de Europa Central) y las tres Américas -concluye la editora de Yo recordaré por ustedes-. Al leerlas de corrido surge el dibujo de sus gustos e intereses, especie de cartografía que es a la vez un manifiesto no declarado sobre la cultura que él amaba, una cultura sin fronteras, variada, diversa, que parte de su curiosidad de lector omnímodo y que hace foco en lo más humano de los seres humanos, y en cómo se articula con el lugar y el tiempo que le toca a cada cual”.
Constelaciones favoritas
La amistad entre la escritora y editora Paula Pérez Alonso y Forn se forjó en la editorial Planeta, en la época del nacimiento de la colección de literatura latinoamericana Biblioteca del Sur. “Trabajar con Juan Forn fue una de las cosas más lindas que me pasaron en mi vida -asegura-. Juan era transparente en su ambición y determinación. Es interesante registrar su trabajo de editor desde sus últimos años de Emecé, a finales de los años ochenta, aunque él estuviera un poco en las sombras o no tan visible, se ve su mano y su gusto muy preciso, que después desplegaría en Biblioteca del Sur y Espejo de la Argentina (en Planeta) y en Rara Avis en Tusquets. En Radar era incansable, su antena alerta para anticipar los acontecimientos y que el suplemento estallara en cada número. Fue de una generosidad inaudita, no paraba de dar ideas para los textos de otros, en los libros, en las notas y lo siguió haciendo en sus talleres; la inventiva y la generosidad intactas hasta el último día. La curiosidad y la pasión como lector tampoco se agotaron”.
Cuando Pérez Alonso -que acaba de publicar en Tusquets la novela Kaidú- lo conoció, la “constelación favorita” del escritor era la anglosajona. “Nadar de noche intentaba dar cuenta del angst de una época, así como Martin Amis lo hacía en London Fields, desde otro hemisferio -dice-. Juan se sentía un par. Una manera clásica de escribir pero de una enorme potencia, que desestabiliza cualquier ilusión de previsibilidad. El cuento final de Nadar de noche sobre el padre será un clásico, uno de los mejores cuentos de la literatura argentina. Ese tiempo posmoderno en la Buenos Aires de los años 90 podría llamarse ‘Nadar de noche’. Cuando se mudó a Villa Gesell, después de la pancreatitis, leyó a fondo a los rusos y a los alemanes y se sumergió en los mitteleuropeos, el patio trasero de la Europa del siglo XX. En estos años no paraba de encontrar curiosidades, entraba en una librería y entraba en un trance. Los prólogos a cada uno de los libros que publicó en Rara Avis y los de los cuentos póstumos de Kafka que se publicaron en 2005 son extraordinarios”.
En el último tiempo, Forn estaba deslumbrado por los Cuentos completos de Ricardo Piglia. “Había pescado cada uno de los cambios que Piglia había hecho como reescritura, los relatos que había dejado afuera, la introducción de Renzi al principio como una estrategia -señala Pérez Alonso-. Dialogaba mucho con él, sentía gran afinidad. Juan ha sido una de las personas más singulares de la Argentina, en el tiempo que le tocó vivir”. A manera de testimonio de esa singularidad, o como médium entre literatura y vida, Yo recordaré por ustedes acerca la voz en trance de Forn.
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