El tesoro robado de Berni: a diez años del atraco, las 15 obras como no se vieron antes
La causa está cerrada y tuvo sus culpables, pero las pinturas y los collages del genial artista argentino siguen desaparecidos; por primera vez, LA NACIONlos muestra todos juntos
Una catástrofe patrimonial. No hay otra forma de llamar lo que pasó con las 15 obras de Antonio Berni que llevan diez años desaparecidas. Fueron robadas en Munro, a punta de arma larga, el sábado 26 de julio de 2008, cuando un camión de la compañía Méndez las trasladaba desde un depósito en Carapachay hasta la casa de José Antonio Berni, hijo del segundo matrimonio del artista, en el barrio de Almagro. El conjunto iba a ser cedido en comodato al Museo Nacional de Bellas Artes, durante la gestión de Guillermo Alonso, para la sala que se terminó dedicando al rosarino, y está valuado en tres millones de dólares. La cotización se queda corta porque lo que había en estos collages y pinturas, que van de 1932 a 1981, es de algún modo invalorable: una síntesis del arte occidental del siglo XX, filtrado por una mirada argentina única.
En esta década, la Justicia encontró culpables directos del robo, que ya cumplieron sus condenas. Sin embargo, no se dio con el paradero de las obras ni con un supuesto autor intelectual del delito. Las 15 obras –en el camión viajaban 17, pero dos no pudieron ser cargadas por los piratas del asfalto– están denunciadas en la página de Interpol junto a otras 14, de menor valor, sustraídas en domicilios particulares. Con autorización de la familia, LA NACION es el primer medio que las muestra ahora todas juntas.
Que la demanda de Berni en el mercado internacional del arte haya alcanzado su pico en los años 90 hace creer que las obras no cruzaron la frontera, que están escondidas en algún lugar del país.
A diez años del hecho, los familiares directos de Antonio Berni prefirieron no hacer declaraciones, pero cedieron a LA NACION los permisos para publicar las quince piezas como nunca antes se vieron. Entre todas, las hay inéditas, como Ramona de fiesta –que nunca fue exhibida y solo se reprodujo en el libro Tesoros de la pintura argentina, del crítico Fermín Fèvre–; célebres (El carnaval de Juanito Laguna), y otras de muy poca difusión, como La leñerita, que se exhibió por última vez hace más de sesenta años. Las obras formaban parte del patrimonio personal de José Antonio desde que, tras la muerte del artista, en 1981, se dividieron la herencia con Lily, hija del primer matrimonio de Berni, fallecida en 2013. Tampoco quiso hablar Inés Berni, nuera del maestro, quien lleva desde Madrid el Archivo y la Fundación Antonio Berni, en cuyo muro de Facebook se publicaron hace un mes, a modo de recordatorio, estas imágenes.
Si bien a través de los años hubo varias especulaciones sobre las circunstancias del asalto, la familia ha mantenido la creencia de que los piratas del asfalto actuaron en una "zona liberada" y que el Estado no se involucró especialmente en el caso, en ninguna de las administraciones que se sucedieron desde el espectacular golpe de julio de 2008.
Al respecto, el secretario de Cultura, Pablo Avelluto , señala que "el Poder Ejecutivo solamente interviene si la Justicia le solicita cooperación o asistencia". Así las cosas, no hay mucho más para decir desde Alvear 1690: "Toda pérdida de un bien que represente nuestro patrimonio cultural es una pérdida del testimonio de nuestra memoria". LA NACION pudo saber que desde que ocurrió el robo ninguna autoridad gubernamental se comunicó con la familia para ponerse al tanto de la investigación, a excepción de José Nun, secretario de Cultura de la Nación al momento del hecho, quien dio aviso a la SIDE y a Interpol para que profundizaran los controles fronterizos.
En verdad, la participación de Interpol en el caso ha sido relativa, ya que correspondía a la fiscal Claudia Gambotto, que lo investigó, pedir auxilio a la fuerza policial, y eso no sucedió durante la causa, cerrada tras las condenas que en 2013 elevó el Tribunal Oral en lo Criminal de San Isidro.
El comisario Marcelo El Haibe, jefe del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol, cree que las obras no salieron del país y que un lapso de diez años sin noticias sobre el paradero de este conjunto se encuentra dentro de lo esperable en el robo de arte. Pone como ejemplo el asalto a Bellas Artes de 1980, cuando se llevaron 16 obras impresionistas, de las cuales se recuperaron solo tres (Cézanne, Renoir y Gauguin) en 38 años.
El Haibe dice que su oficina recibió varias llamadas anónimas que ofrecían información sobre las 15 obras de Berni en los años posteriores al robo. "En esos casos dimos intervención a la Justicia para que resolviera, porque nuestra responsabilidad termina en la publicación de las obras en la base de datos nacional e internacional". Para el policía, las piezas están escondidas en el país esperando que se "enfríen" para ser colocadas en el mercado. "En ese caso sí podríamos intervenir", señala. Como ejemplo cita que en 2009 Interpol recuperó 35 obras de Berni del asalto al domicilio del nutricionista Omar Mantovani.
Los cuadros del emblemático artista argentino se encontraban asegurados por la compañía Ascoli & Weil. Tras una minuciosa investigación, la compañía pagó el seguro a la familia. De aparecer las obras, le corresponderían a José Berni la mitad de ellas menos una. Por ahora el heredero mantiene las gigantografías en tela y vinilo de las 15 piezas desaparecidas, que exhibió en el Centro Cultural Borges en 2009. Quizás tenga que mostrarlas de nuevo.
La muerte acecha en cada esquina, 1932
(óleo s/tela, 53 x 72 cm)
Exhibida por primera vez en la retrospectiva que el Di Tella le dedicó en junio de 1965 y que fue vista por 40.892 personas en veinte días, se trata de una pieza central de su período surrealista creada a partir de un episodio insólito que Berni vivió en Granada hacia 1926. Viajó a New Jersey en 1966 y se vio por última vez en Malba en 2005.
La metamorfosis del pájaro azul, 1932
(óleo s/tela, 90 x 70 cm)
En su primera estadía en París, el joven Berni absorbió de primera mano el impacto de las vanguardias. Pinturas de pequeño formato como esta acusan la influencia de artsitas como De Chirico y causaron shock en el público de Amigos del Arte en 1932. En 1994 se exhibió en el Museo de Arte Moderno de Oxford en la muestra "Art from Argentina 1920-1994".
Barrancas, 1934
(óleo s/madera, 50 x 70,5 cm)
Instalado en Buenos Aires, Berni recupera una imagen de su infancia en las afueras de Rosario. En este paisaje enmarcado en el llamado "retorno al orden" de entreguerras rememora sus visitas a las barrancas de San Lorenzo en las orillas del río Paraná. La vieron 330.000 personas en Bellas Artes entre julio y agosto de 1997. No se volvió a exhibir.
La leñerita, 1954
(óleo s/tela, 96 x 71,5 cm)
Berni pasaba temporadas en Río Hondo junto a Spilimbergo y su discípulo Carlos Alonso. Allí desarrolló su serie de Santiago del Estero de donde, luego, emergería el personaje Juanito Laguna. Este retrato se exhibió en Witcomb en el 54 y al año siguiente volvió a mostrarse en la galería Creuze de París. El surrealista Loui Aragon escribió el texto de la muestra. No volvió a exhibirse desde entonces.
La casa roja con techo azul, 1954
(óleo sobre tela, 100 x 130,5 cm)
En la transición que fue de la serie de Santiago a la narrativa de Juanito y Ramona, Berni ensayó distintas aproximaciones al paisaje poniendo a prueba su identidad estética. El próximo paso sería incorporar materiales de la realidad. Esta obra se vio en Galería Imagen en 1968 y luego formó parte del homenaje que Bellas Artes le hizo en 1984 a tres años de su muerte. No volvió a exhibirse.
La olla azul, 1959
(óleo s/tela, 183 x 121,5 cm)
Sobre el filo de la década, Berni coquetea con novedades como el informalismo y se acerca a la abstracción pintando interiores de cocinas populares. Toda esta indagación quedaría plasmada en el salto radical que da su obra en los 60. Esta pintura de gran formato solo se mostró en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile en 1964.
El carnaval de Juanito Laguna, 1960
(óleo collage s/tela, 160 x 200)
Una de las doce obras que se vieron en la histórica muestra "Berni en el tema de Juanito Laguna" en la galería Witcomb en noviembre de 1961. El rosarino revoluciona el ambiente del arte argentino con sus collages y un estilo grotesco y ácido del que reniegan sus propios seguidores. Es el inicio de una saga que seguiría hasta 1980 y sobre la que cantarían Mercedes Sosa y César Isella. Se vió también en Chile (1964), Madrid (1995) y de nuevo en Buenos Aires en Malba (2005).
La zapallera, 1961
(óleo s/tela, 99 x 79 cm)
El retrato era en Berni un yacimiento inagotable. Esta obra muestra apuntes de Santiago del Estero customizados por las recientes exploraciones del rosarino. Se estrenó en Rubbers en 1969 y poco antes de su muerte se vio en las filiales del Jockey Club (institución aristocrática que había financiado su viaje a Europa en 1925) de Salta y Tucumán. En el centenario de su nacimiento (2005) fue la imagen de un sello postal conmemorativo.
Juanito y los cosmonautas, 1962
(collage polimatérico s/madera, 245 x 240 cm)
Un tema de aquellos años como la conquista del espacio es incorporado y deglutido por la máquina berniana para la saga de Juanito. Nótese que "cosmonautas" es la denominación que daban los soviéticos para contraponerse a los "astronautas" del capitalismo. Los materiales del basural y los rezagos industriales fuerzan piezas de gran tamaño como esta que ocupan la atención de París expuestas en el Museo de Arte Moderno de la Ville. También se exhibe en Caracas (1977) y Barcelona (1998) y por última vez en la muestra "Arte y Política en los 60" en el Palais de Glace (2002).
Ramona de fiesta, 1966
(óleo-collage polimatérico s/tela, 147,2 x 94,4 cm)
Presentado en París en 1963 el personaje de Ramona Montiel también sería continuado por Berni hasta el final de su vida. Con materiales del mercado de pulgas de París y lencería femenina, la saga le dará un impulso erótico a su obra y representa un salto en la técnica del grabado para el arte argentino. Esta obra nunca fue exhibida y solo se reprodujo en el libro "Tesoros de la pintura argentina" del crítico Fermín Fèvre.
Los Rehenes, 1969
(óleo s/tela, 195 x 198 cm)
Esta pieza de gran tamaño hace referencia al sonado secuestro del embajador estadounidense en Brasil Charles Burke Elbrick por parte de dos comandos de la guerrilla en setiembre de 1969. Los diez retratos en el cuadro fueron sacados de las fotografías publicadas en los medios de los 15 detenidos cuya libertad fue canjeada por la del diplomático. Berni anticipó la iconografía de los desaparecidos cuyas fotografías de fines de los 60 y principios de los 70 empezaron a circular a partir de 1983. Se exhibió en 2002 en la muestra "Arte y Política en los 60" en el Palais de Glace.
La mayoría silenciosa, 1972
(óleo-collage polimatérico s/madera, 180 x 152 cm)
A partir de su éxito en la Bienal de Venecia (1962), Berni trabajaba entre París y Buenos Aires. Esta obra fue realizada en su taller del pasaje Cité Prost y surgió luego de unas conversaciones del rosarino con Henri Lefebvre (1901-1991) a quien conocía de su primer viaje a fines de los años 20. Influída por la estética pop (el collage de "Sargeant Pepper" a cargo de Peter Blake) pero filtrada por la mirada corrosiva de Berni se distinguen en este cut&paste las figuras de Liza Minelli, Brigitte Bardot y Richard Nixon. Exhibida por última vez en "Arte y Política en los 60" (2002).
Promesa de castidad, 1976
(acrílico s/tela, 160 x 200 cm)
En la recta final de su vida, Berni revisa el surrealismo de sus inicios a partir de una estética consolidada en cinco décadas de producción. Pieza de gran tamaño y erotismo gótico podría pensarse como la expansión de la serie Ramona junto a otras obras del período como "Chelsea Hotel" (1977). Del mismo modo que en este, la modelo de la obra es Silvina Victoria, última mujer del maestro a la que le llevaba casi cuarenta años. Exhibida en 2005 en "Berni y sus contemporáneos" (Malba).
Aeropuerto, 1976
(acrílico s/tela, 197 x 197 cm)
Parte de la primera y única muestra individual de Berni en New York, esta obra se exhibió en la galería Bonino en el 98 de Prince Street, pleno Soho. La experiencia con el acrílico tiñe a estas pinturas de una paleta que anticipa los años 80 y 90 (Marcia Schwartz, Pablo Suárez, Marcos López). Para trabajar en esta muestra, Berni pasó una larga temporada en una habitación del mítico Chelsea Hotel reconvertida en atelier. Se vio en Buenos Aires recién en 1996 en la Fundación Klemm.
Cristo en el garaje, 1981
(óleo s/tela, 200 x 130,5 cm)
Con 76 años Berni era todavía capaz de sorprender con una serie nueva, de alto impacto político y estética contemporánea. Apropiándose de la iconografía cristiana, el maestro reflejaba el drama de la tortura estatal y parapolicial en la Argentina. Cristo en 1981 era el obrero, el estudiante y el militante "chupado". Y sus estigmas los de la picana. Los mostró en Galería Velázquez. La obra fue vista en el Museo de Arte Moderno de Oxford (1994) y en Malba en 2005.
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